Tener a Rine con nosotros

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Rine Leal fue un crítico filoso. Fue un referente fundamental de la crítica teatral cubana. Y se convirtió en un pedagogo, en un maestro esencial para la fundación y praxis de la carrera de Teatrología en el entonces Instituto Superior de Arte

Por Omar Valiño

El joven Rine Leal, a punto de cumplir 31 años, se pronuncia a favor de la existencia de la crítica, de su importancia y papel dentro del sistema cultural, en los encuentros de junio de 1961 en la Biblioteca Nacional; aquellos en cuya clausura Fidel pronuncia el discurso luego conocido como Palabras a los intelectuales.

El libro Nadie guarde silencio. Los debates en la Biblioteca Nacional José MartíJunio 1961, de la investigadora Caridad Massón, recoge la intervención de Rine, como las de todos los participantes de la reunión. El título, de Ediciones Temas, fue presentado el pasado lunes en el lugar original de la cita, por el aniversario 64 del acontecimiento.

Anoté la precisión del dato porque ya rumiaba dedicarle una entrega de la columna a la crítica y otra al autor de La selva oscura, por su cumpleaños 95, este 15 de julio. Nada más coherente que juntarlos, pues.

Porque Rine Leal fue un crítico filoso. Porque lo era ya cuando habló en esa reunión. Porque luego fue un referente fundamental de la crítica teatral cubana. Y porque luego se convirtió en un pedagogo, en un maestro esencial para la fundación y praxis de la carrera de Teatrología en el Instituto Superior de Arte.

Quienes disfrutamos de sus clases y quienes vinieron después nos sentimos herederos suyos, como de Graziella Pogolotti. Nos enseñó que la crítica no existe si no se practica de modo sistemático, como él fijó en En primera persona; si no se aportan opiniones especializadas entre varias personas, puesto que una golondrina aporta pero no hace verano; si no se asienta en el conocimiento técnico, en el verdadero saber cultural y en la responsabilidad ética.

En todo lo que de esos acápites no se cumple hoy, está el retrato del presente. Con todo derecho, abunda desde siempre la opinión, que ahora se propaga con facilidad por las redes digitales. Pero comentario no es necesariamente crítica. Ni comentaristas, críticos de arte.

En definitiva, la crítica es un árbol con varias ramas que, entre aciertos y falencias, se hace mensurable en el tiempo. Lectores y públicos sabrán aquilatar el valor de cada exponente. Encontrar estrategias precisas para fomentarla, es imprescindible. Porque, como reclamó el autor de Viaje a la crítica en el célebre cónclave, sin esa reflexión acompañante falta un horcón de la cartografía de la cultura. Una brújula para los receptores. Un escudo para el entendimiento y la defensa del arte.

Esa misma tarde del homenaje a Palabras… , tuvimos una larga discusión de cuatro trabajos de diploma de Teatrología de la Universidad de las Artes. Diplomantes y profesores pusieron en valor, mediante el pensamiento crítico, la memoria de grupos, autores, actores y directores del teatro cubano contemporáneo. Una manera leal, como real, de tener a Rine con nosotros.

En portada: Rine Leal, referente fundamental de la crítica teatral cubana. Foto © Mario García Joya

Tomado del periódico Granma