Por Victor Cabrera Soriano
El Conjunto FolKlórico Nacional de Cuba (CFNC; 1962) arriba a su sexagésimo tercer aniversario. Todos estos años a la vanguardia artística desde el rescate, revitalización y declaración de tradiciones, le han valido a la agrupación para convertirse en el referente nacional de las expresiones músico-danzarias de nuestra nación.
A partir del 7 de mayo de 1962, fecha fundacional de la compañía, esta se convertiría en un suceso cultural resultado de un grupo de experimentación etnológica y etnográfica, que impulsó el triunfo de la revolución socio económica de 1959 en Cuba. El grupo solo es precedido en la isla por la formación del Ballet Folkórico de Oriente (1959), en Santiago de Cuba.
“Como señalara el investigador y profesor Pedro Morales, a partir de la creación del Ballet Folklórico de Oriente y del CFNC, la práctica dancística folklórica cubana viene jerarquizando perspectivas diferentes” (Chongo, 2024). En esa escalada de 63 años el Conjunto Nacional dejó de ser solo una cátedra para convertirse en institución fundamental y rectora en la defensa, investigación, pedagogía e influjo del folklore cubano.
Actualmente, el Conjunto rebasa su papel pionero en la integración de las manifestaciones danzarias y musicales tradicionales a la cultura nacional; y se encamina en elevar la visión de esas mismas costumbres hacia planos más llamativos, de reflexión desde la actividad artística-escénica. Algo sí no ha cambiado: el compromiso del Folclórico Nacional con la enseñanza sistemática y profesionalización de la danza y la música tradicional y popular cubana. Y es que en su esencia fue creado “con el fin de (recogerlas) e integrarlas de forma definitiva al patrimonio cultural y escénico cubano”1.
Para la doctora Bárbara Balbuena Gutiérrez, destacada analista y escritora sobre temas antropológicos y del folclore cubano:
“(…) el CFNC se enfrenta al reto de la competencia que impone la vorágine del movimiento danzario contemporáneo, seguir en búsqueda constante de nuevas formas de expresión altamente creativas, pero sin perder su estética particular y su principal encargo social: legitimar las tradiciones músico-danzarias del pueblo cubano”. (Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. Medio siglo de vida, 2013)2
A la tarea se ha encomendado su nuevo director Leivan García Valle, quien, a través del sustento teórico en vínculo con la creatividad y tradición, ha trasladado a la compañía fuera de los dogmatismos que se impusieron en la escena folclórica durante algunos años. Con él y parte del elenco actual del Conjunto Folklórico Nacional conversó el equipo de Portal Cubaescena y a través de este texto exportaremos algunas consideraciones sobre el tratamiento del lenguaje danzado del folclore cubano.
Nuevas visiones en el ¿qué-hacer? del folclore danzario cubano
El contacto con Leivan García sucedió el pasado abril en Cienfuegos, en plena gira del CFNC por la provincia. Hasta allí llegaron con su último estreno Comunidad (2024), del cual hablaremos más adelante en este mismo reportaje. A debate abierto le preguntamos a Leivan: ¿cuáles son esas nuevas visiones en el quehacer del folclore danzario cubano que asume la compañía que hoy diriges?
La mayoría de las manifestaciones que desde el Conjunto defendemos están ligadas al rito religioso. Claro está, nosotros no asumimos las prácticas vivas de esa ritualidad, pues hacemos una transformación … pero la filosofía que existe detrás de esas prácticas, que se muestran en su estado puro, es lo que como agrupación adaptamos a la escena.
Por ejemplo, en el caso de las danzas de los orichas y las del culto palo-monte, el movimiento responde a una acción, pero esa acción responde a su vez a un contenido y ese es el cometido: transmitir al público que existe detrás de todo ese movimiento, no mostrarse vacío. El conjunto en este momento está volcado en incorporar expresiones corporales que parten de un sentido, de un concepto que nos lleve hasta el movimiento de lo que estamos desarrollando… Los proyectos artísticos que tengo para la compañía están vinculados a la investigación para escoger caminos acertados después del aporte que ha tenido el Conjunto en estos 63 años.
¿Para qué hacer nuevas búsquedas? es evidente, es el camino a la evolución de un fenómeno que no es estático, pero… para ti ¿de dónde extraer más y cuál sería el impacto?
El campo aún con zonas vírgenes. Por ejemplo, a la enseñanza artística se decidió llevar, lo que, en ese momento, tuvo valor artístico, pero eso no es todo. Hay más. El folclore danzario es un mundo muy amplio, donde todavía nos queda mucho por descifrar. Pocos investigadores, en comparación con otros estilos de la danza, se han acercado al lenguaje folclórico.
Las expresiones folclóricas fueron subvaloradas y apartadas, pero creo que tienen principios básico educativos que, sí nosotros descubrimos más sobre ellos, podemos llevarlos a la escena también. O sea, hay que resignificar la danza folclórica comprendiendo los términos, porque lo que se entiende por folclore, a veces nos condiciona. Hay investigadores que dan amplias definiciones, no podemos pensar que nuestra misión es llevar música y danza nada más… ¿Dónde quedan los imperativos sociales? ¿el modo de vida, lo cotidiano?, que también son folclore.
Institucionalizar el folclore en Cuba abarcó desde la creación de agrupaciones, patrones formativos-didácticos-educativos, la sistematización del conocimiento folclórico y la profesionalización de sus prácticas artísticas ¿Qué le queda por ascender al CFNC para continuar la legitimación y evolución cultural nacional?
Creo que todavía nos queda arraigarnos al objetivo de haber institucionalizado una compañía folclórica. Los grupos portadores existen y ellos sí están apegados al foco folclórico, de hecho, en un principio Argeliers León3 traía a los portadores, que eran los que sabían del producto puro, hacía pequeños espectáculos sin montar coreografías, ellos solo mostraban lo que sabían hacer.
A partir de ahí se decide crear un Conjunto que respondió a otro interés. Luego aparece Ramiro Guerra y habla de los estadíos… Me parece que nos queda un camino por entender todo eso, materializarlo e incorporarlo al discurso, para trascender con el mensaje y proponer nuevas formas de entender y abordar todo lo que tiene valor artístico dentro de las practicas del pueblo y llevarlo a escena con un alto nivel de elaboración.
Vistas desde arriba
Comunidad4 es una puesta en escena creada y dirigida por Leivan García Valle, estrenada en mayo de 2024 en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba. La composición de García Valle es el resultado de un proceso de investigación creativa que busca renovar y revitalizar el repertorio folclórico de la nación. Además del Palo integra danzas poco representadas actualmente como: Garabato, Yuca, Macuta y Maní.
Hay una observación importante que hacer a Comunidad. Pues con el arribo de la coreografía al escenario del Teatro Tomás Terry,el pasado abril, sucedió lo mismo que en estreno en La Habana. Así, el público espasmódico asistió a la decodificación de un lenguaje dancístico, que por años ha estado ligado a la rigidez coreográfica, en alegato a la preservación tradicional.
Desde mi palco en el segundo piso del Terry escuchaba la fuerza de los aplausos y los bullicios de los espectadores. No hubo necesidad de encuestar a los presentes, sus criterios a la salida del teatro cubren toda duda: Comunidad fue un triunfo para la compañía y una excelente apuesta de parte de las Artes Escénicas del territorio. Fue de interés escuchar las opiniones de los bailarines, quienes, desde el escenario, también percibieron a un pueblo que los devoró con sus ovaciones. De esta forma, conversamos con Harold Ferrán Molina, primer bailarín, profesor, ensayador y asistente de dirección del CFNC:
¿Cuál crees que es el secreto de Comunidad y qué hace que sea tan aceptada por el público?
Pienso que lo atractivo de Comunidad es que el público se siente identificado. Los temas que se tratan en la obra los encontramos a flor de piel en nuestro día a día y en la obra, el público va entendiendo cada uno de esos momentos. Esa reacción y ese interés de los espectadores es lo que nos sirve para medir si logramos nuestro propósito y creo que sí. Los montones de aplausos nos hacen sentir que vamos por buen camino.
Aunque, debo decir, que una obra como esta siempre está en constante crecimiento. Las características de Comunidad exigen ponerle, cada vez, más sentimiento, amor y entrega.
Por su parte Keny Harron, bailarina de la compañía destaca que “lo sorprendente para ella fue la acogida del público cienfueguero.”
Keny ¿Qué comentaban ustedes, los bailarines, en el camerino, antes o después de la función ¿cómo se sentían?
Todos salimos eufóricos del escenario… Nosotros nos sorprendimos, pues llegamos acá con una carga de trabajo bien fuerte y Comunidad es una puesta que lleva mucho y necesitas estar concentrado totalmente. Antes de salir hablamos entre nosotros sobre que teníamos que hacerlo mejor posible y darlo todo. Creo que la respuesta del público nos quitó cualquier duda sobre la función.

A juicio «Comunidad»
Cuando asistí al lanzamiento de Comunidad salí del teatro con muchos desconciertos, pues me resultó agresivo a mi entendimiento una propuesta que no tenía antecedentes en mi expectación, ni en el registro de la compañía. Por fortuna, la adaptación que se realizó para el 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana, me reveló una Comunidad sin bombardeos de entradas y salidas y sin la extensión gratuita que supuso la subida a la escena de los músicos invitados. Esta tercera vez frente a la puesta, en Cienfuegos, observándola más madura, sumado a un mayor acercamiento de mi parte al coreógrafo, enriquece mi lectura.
La pieza coreográfica de Leivan García escapa del hábito, no solo por la conmutación, tal vez, a un nuevo estilo en la coreografía folclórica, sino por la desaparición en ella del hieratismo que adviene a este tipo de praxis escénica. Sin perder de vista la raíz y demostrando una solides técnica de las formas asumidas en occidente para las danzas cubanas de origen bantú, Comunidad no es solo la historia de una etnia que se muestra unida.
En mi criterio, Comunidad es también el reflejo de la libertad que por derecho nos toca, es una protesta ante los cercos puestos a las persona, países o regiones. Significa el llamado a la unidad de un pueblo a defenderse ante la injerencia en su paz y soberanía.
Me deleita en lo profundo establecer el análisis de una obra del lenguaje danzario folclórico y remitir el estudio a su significado; y no solo centrándome en las ejecuciones de pasos, sensaciones aportadas por la música o las riquezas de los diseños coreográficos.
Con Comunidad podemos hablar de una artesanía teatral que parte desde un estudio previo, que ha sido interpretado parcialmente, por su creador e intérpretes. La intención de esta dupla, no se totaliza hasta en tanto logren aportar mensajes, que serán re-descifrados por subjetividad de cada exportador que la perciba, en el hecho escénico. Practicas inusuales en la fabulación de obras de danza folclórica.
En este caso, el análisis obliga a traspalar modelos como la taxonomía que plantea (Gutiérrez) en (2017) – donde los macroelementos esenciales (para el análisis del hecho dancístico folklórico) son: el sujeto, la acción, el espacio y el tiempo – (El análisis dancístico: un acercamiento al estudio semiológico y contextual de la danza folclórica cubana).
En su lugar, Comunidad permite un ejercicio a partir de modelos más flexibles que propician el análisis a la lectura signo-simbólica, por encima de la corporalidad, el movimiento o la narración. Entendamos aquí la escena como un todo comunicacional. Tal como sucede en otros lenguajes del espectro de la danza contemporánea.
Por lo tanto, lo valioso de esta composición, no vendría siendo las alianzas y colaboraciones entre agrupaciones nacionales o con importantes músicos. Tampoco, el homenaje a las rices cubanas o el empleo de las danzas de Palo o Makuta, ni la magnífica utilización del espacio/tiempo – macado por un ingenioso estudio de movilidad por parte del coreógrafo –. El éxito de Comunidad tampoco viene por ser producción de una compañía nacional de primer nivel, ni por el lauro Villanueva de la Crítica 2024.
Aunque lo mencionado antes le aporte prestigio a la pieza, Comunidad es una joya por el salto a una compresión distinta de su hacedor hacia las formas de unir las piezas compositivas en la danza folclórica. Leivan trasmuta la conceptualización y el empleo de la semiótica desde la danza contemporánea hasta su coreografía.
Este joven autor ya nos había mostrado un adelanto de sus intenciones en la popular pieza Bara (2022) y antes con En mi patio (2017). Donde a menor o mayor medida, las piezas se fundamentan en principios mágicos y religiosos y/o en las interacciones socioculturales relacionadas. A partir de ello se desarrolla la puesta en escena como un evento estético de libre apreciación que conserva la cultura, pero a la vez se nutre de la creatividad personal y la idea artística.
El uso de la fragmentación legible en el armamento dramatúrgico, la constitución de una historia original, con una técnicas y pasos conocidos, revelan una manera particular de asumir la coreografía en el género. Así mismo, la estructuración de escenas independientes en contenido y forma, pero enlazadas en mensaje, son muestra de la aplicación de estudios intelectuales a la creación escénica.
En defensa al cambio
Leivan García como coreógrafo y director no ha renunciado a las amplias decoratividades gestuales a las que las agrupaciones folclóricas cubanas nos tienen acostumbrados. Las temáticas de los espectáculos siguen respondiendo a las tradiciones. Siguen rigiendo en el hacer del CFNC, los elementos del hecho folclórico, los textos en las obras, la clarificación de personajes, el respeto a las técnicas y, aunque tal vez con otras combinaciones, se sigue bailando igual. También se canta en lengua africana, se tocan los ritmos tradicionales, se muestra el origen de las etnias en la escena.
Eso sí, desde las nuevas propuestas y gestiones, el CFNC promueve una evolución al tratamiento, al hacer y entender del folclore danzario. Proceso que es natural, pues compañía que ha transitado antes por etapas similares: en los sesenta pasó de la investigación etnológica a la representación formal de la danza para su estudio; luego de la proyección pura del hecho producido en el foco, a la elaboración estilística de las danzas folclóricas y bailes tradicionales.
Posteriormente, siguió a la creación de una técnica que funge como código evaluador del ejecutor, llevada hasta la enseñanza académica y luego a la implementación y adición de recursos teatrales, dramatúrgicos y actorales, que volcó a la danza folclórica al concepto de espectáculo. Ahora, para abordar la virginidad de la creación folclórica se necesita concebir la danza que salte lo ritualizado, no buscando la novedad, también afirmando la libertad creativa como acto consciente. Esta voluntad creativa permite y dota al hecho danzado de una cualidad dinámica y expresiva de la danza en la actualidad.
Para los tradicionalistas y conservadores debe quedar claro que: no hay tal ruptura tajante, ni pérdida desvalorizadora o irrespetuosa de valores culturales, sino ascenso. Por supuesto habrá una trasgresión mediana, justa diría, en los códigos y concepciones. Tal como pasó con Noverre en el siglo XVIII. Igual en la Rusia de Petipá a Gorski en el XIX y XX, o en toda Europa con Fokine, desde su Muerte del Cisne (1905). Pero ninguno de estas permutas hizo desaparecer a la danza clásica, como tampoco pasará ahora con la folclórica en Cuba.
Me parece que el CFNC nunca podrá descuidar la tradición, sino perdería su esencia, pero también considero que no se puede evadir el cambio, ni faltar al compromiso de contextualizar el arte. Mientras esta institución se renueve y sea consonante con la evolución constante que impone la sociedad, seguirá siendo “la agrupación artística más importante del país en esta especialidad y un punto de referencia tanto para la proyección escénica del folklore actual, como para los bailadores populares” (Gutiérre, 2013).
Sin absolutismos podría decir que asistimos, después de seis décadas, a la reescalada hacia el nivel de la creación espectacular folclórica, que definió y llevo a la práctica Ramiro Guerra, estudioso primario de nuestra teatralidad danzaria, y que fue encerrada bajo el solo rótulo de danza moderna.
Tal vez fueron las lejanías de Ramiro de la escena, las que no permitieron tener un referente sólido y llevaron a tergiversación del método escénico en lenguaje teatral/creativo de las danzas y bailes folclóricos cubanos, cuya causa fue endémica. Sus hacedores/manifestantes se han aprovechado, durante todo este tiempo, de la irresponsabilidad del acto de los críticos, los escasos que hoy los asisten.
Muy pocos se han atrevido a hablar de las deformaciones, inconexiones, barbarismos que se presentan por todo el país o han exigido la necesaria reforma del escenario dancístico del folclore. En consecuencia, tenemos varios creadores de obras del género sin hábitos de estudio y por ende sin herramientas actualizadas para la actividad coreográfica. Aplausos a quienes, de forma directa o no, con tono educativo y actuando como agentes de cambio hacia una danza folclórica sustentada en la tradición -y de ahí a la creación-, despliegan su criterio.
Notas al pie
- Se registra en el manifiesto fundacional del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba.
- Este artículo es una fuente histórica certera sobre a historia del CFNC. Disponible en (https://vcdanza.wordpress.com/2025/05/07/conjunto-folklorico-nacional-de-cuba-medio-siglo-de-vida/)
- Argeliers León. LA HABANA, 1918-1991. Doctor en Ciencias del Arte. Profesor Titular de Mérito del Instituto Superior de Arte (ISA). Musicólogo, etnólogo, ensayista, pedagogo y compositor. Su obra aportó una visión integral de la cultura cubana, con la aplicación de las tendencias y técnicas más avanzadas en el campo de la investigación científica. (consulta más información en https://ruthtienda.com/1219-argeliers-leon)
- La pieza se basa en el cuento Demonio sobre césped cortado de la dramaturga cubana Taimí Diéguez y en la emblemática obra del CFNC Ciclo Congo de (1962)
Bibliografía
Chongo, N. B. (30 de marzo de 2024). Danza folklórica, ¿a quién pertenece ese legado? Obtenido de Portal Cubaescena: https://cubaescena.cult.cu/danza-folklorica-a-quien-pertenece-ese-legado/ Echevarría, J. O. (30 de noviembre de 2022). Folclor danzado, audiovisual y escena. Obtenido de Portal Cubaescena: https://cubaescena.cult.cu/folclor-danzado-audiovisual-y-escena/ Fernández, P. D. (29 de abrl de 2021). Una reflexión sobre el pensamiento dancístico de Ramiro Guerra. Obtenido de Portal Cubaescena: https://cubaescena.cult.cu/13052-2/ Garbey, M. (8 de marzo de 2019). ¿Cómo Teatralizar Las Danzas Folclóricas Cubanas? Obtenido de Portal Cubaescéna: https://cubaescena.cult.cu/como-teatralizar-las-danzas-folcloricas-cubanas/ Gutiérre, B. B. (2013). Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. Medio siglo de vida. Revista Tablas, pág. 10. Gutiérrez, B. B. (24 de marzo de 2017). El análisis dancístico: un acercamiento al estudio semiológico y contextual de la danza folclórica cubana. Obtenido de La Jiribilla: https://www.lajiribilla.cu/el-analisis-dancistico-un-acercamiento-al-estudio-semiologico-y-contextual-de-la-danza-folclorica-cubana/ León, R. P. (23 de marzo de 2024). Conjunto Folklórico Nacional de Cuba: Preservar e innovar. Obtenido de Portal Cubaescena: https://cubaescena.cult.cu/conjunto-folklorico-nacional-de-cuba-preservar-e-innovar/ Nórido, Y. (4 de febrero de 2019). Danza Folklórica Escénica: «Es hora de superar esquemas y lugares comunes». Obtenido de Portal Cubaescena: https://cubaescena.cult.cu/danza-folklorica-escenica-es-hora-de-superar-esquemas-y-lugares-comunes/
En portada el elenco del CFNC en Comunidad// Foto Claudio Pelaez Sordo