Por Vanessa Pernía Arias
Uno tiene figuras en la vida que va conociendo y te van moviendo el alma. Para Rubén Darío Salazar, actor, titiritero, director de Teatro de Las Estaciones y Premio Nacional de Teatro 2020, una de estas figuras es José Martí. «Siempre vuelvo a él», asegura. Otra figura es el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca: «Leerlo es único y ya he realizado cuatro espectáculos con sus textos». Y la escritora Dora Alonso, «a quien conocí, con quien compartí, amé y amo todavía». Y está Bola de Nieve, «un artista completamente titiritero, oírlo cantar es como oír a un títere. Las letras de sus canciones son un retablillo».
Con la autoría del dramaturgo cubano Norge Espinosa llegaba el 19 de septiembre de 2009 a la sala Jean Macé el espectáculo Por el monte carulé, de la mano de Teatro de las Estaciones y dirección artística Rubén Darío, como parte del Festival Mundial de Marionetas de Charleville-Mezieres, en Francia. «Un álbum musical de recuerdos y visiones sobre temas de Ignacio Villa, un niño llamado también Bola de Nieve». Una ensoñación con piano y la voz auténtica del Bola sonando acompasadamente sobre el escenario. Así se hacía realidad para Rubén el sueño de traer nuevamente al Bola con nosotros, conocerlo y abrazarlo.
Esta vez el escenario fue distinto, pero no menos mágico: «Sé que si Bola estuviera vivo y lo hubieran invitado a venir a Gibara estuviera tan encantado como lo estamos nosotros, por eso digo que hoy él nos acompañó». Por el monte carulé se presentó en el modesto escenario de la Casa de Cultura de Gibara, como parte del 19 Festival Internacional de Cine Pobre, donde los que conocemos el trabajo de Las Estaciones acudimos y fue como ver por primera vez la magia de cada objeto en escena, cada movimiento, palabra lanzada al viento y evocación emotiva, graciosa y vital de la gran figura de nuestra música que fue Bola.
Este multipremiado espectáculo, afirmó Rubén, está dedicado a Raquel Villa, hermana del Bola, a quien conoció y además disfrutó de una de las puestas. «Con la representación de esta figura le estamos legando al mundo un diapasón grandísimo de la cultura cubana y al universo titiritero, porque el retablo es para aforarse, no para ocultarse; y en Teatro de Las Estaciones no ocultamos sensaciones, ni inspiraciones, tenemos bien claro que hay que compartir con los demás lo que te hace palpitar, es que alguna manera una utopía, pero es también la manera de que no te olviden», me dijo un día, en otra conversación, Rubén.
La vida de Ignacio Villa está contada a través de varias técnicas y posibilidades de movimiento escénico, con títeres y objetos que te llevan de la mano por una historia atravesada por el amor, los triunfos y las tristezas de un gran artista, del «pianoman» del Monseigneur, el acompañante al piano de la grandísima Rita Montaner, del muchacho humilde de la Villa de Guanabacoa que cantó en los grandes escenarios de México, Francia, España, Italia, Brasil, Estados Unidos, Perú… «El Bola es muy rico de interpretar por sus fraseos y sus interpretaciones en inglés, francés, italiano, portugués y hasta en chino. Como él en la cultura cubana tenemos personajes perfectamente representables en el mundo de los muñecos y hay que enmarcar bien la mirada en esas figuras para promocionar, porque el teatro no pude ser estático, tiene que promover otras cosas», aseguró.
Con las excelentes actuaciones del propio Rubén Darío e Iván García, este álbum de recuerdos, quizás también pudiéramos hablar de un musical de visiones sobre Bola, sobresale por la maestría de Zenén Calero, Premio Nacional de Teatro 2020, quien realizó el diseño de muñecos, vestuario, escenografía y luces. Asimismo es admirable la banda sonora con temas poco conocidos de Bola, la capacidad para lograr una coreografía acorde a cada momento, a cargo de Lilian Padrón. Mientras que Robertiko Ramos asume el diseño gráfico, Yamina Gibert la asesoría dramatúrgica y Elvira Santiago, la musical.
Este fue uno de los mejores homenajes al cine y a Bola de Nieve, quien un día, en los inicios de su carrera, acompañó con su piano las proyecciones de cine silente. Desde el momento en que descubres esta versión de Bola, ya no puedes imaginarlo de otro modo que no sea a través de la belleza que consiguen los muñecos de Las Estaciones, de esa vida que le han devuelto al gran artista que fue y la obra que le dejó a esta isla en medio del Caribe. Así el ánima queda flotando en el aire con colores blanco, negro y rojo, con dedos intranquilos; un ánima traviesa que anda con una amplia sonrisa «por el monte carulé».
Foto cortesía de la autora