DanzaPuentes’25: presente venturoso y gozo de bailes por venir         

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Por Noel Bonilla-Chongo

Con una presentación especial en la Plaza Vieja del Centro Histórico habanero el próximo domingo 30 de marzo (antesala del venidero 29 Festival de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja, ciudad en movimiento), irán cerrando las intensas jornadas del IV Encuentro Internacional DanzaPuentes’25.

Auspiciado por la compañía NCDance y las direcciones municipal y provincial de Cultura en Caimito del Guayabal y Artemisa, respectivamente, la cita ya se constituye como imperdible invitación para lo más distintivo y plural del arte danzario que ocupa una multiplicidad de escenarios en el territorio artemiseño.  Con la presencia de las compañías Istambul Harman Folk, de Turquía; las mexicanas Ballet Folclórico Cananea y Moorea Escuela de Danzas Tahitianas; el Ballet Contemporáneo de Camagüey, la Compañía Folklórica Ban-Rarrá y la anfitriona NCDance, radicada en Caimito, el diario principal del evento integra, por igual, agrupaciones teatrales profesionales y del movimiento de artistas aficionados de la provincia, de conjunto con estudiantes de la Escuela Provincial de Arte Eduardo Abela.

DanzaPuentes’25 ha sido oportunidad para mostrar modos eficaces y vinculantes entre Cuba y las danzas de países hermanos; tiempo para revisitar tradiciones, memorias, trayectorias y sembrar nuevos puentes colaborativos desde la pluralidad de una escena danzaria que se reafirma como espacio de confluencias y asonancias oportunas.

Los programas artísticos, académicos y la programación de extensión a comunidades, ha marcado con énfasis la identidad particular de este evento dentro del panorama de acciones contenidas en los programas de desarrollo de nuestras instituciones culturales.

Intercambio en Quisicuaba

Intercambiar con habitantes del Centro de Vida Asistida Campamento Quisicuaba en San Antonio de los Baños y con su líder fundador, el doctor Ernesto Alemán, es favorecer esa potencialidad que tiene la danza como acción transformadora sobre las personas, más allá del disfrute del movimiento, la reinterpretación de sus mensajes, el juego físico con la energía, el espacio, el tiempo y los ritmos más variados; la danza que entra por los ojos, llega al corazón, provoca sensaciones y estimula compartir en comunidad. Hacer de la danza un espacio convivial, es condición para no dejar que nos sorprendan vanamente los avatares de la vida. Y, de manera general, esta es la dinámica que teje el día a día de la compañía de espectáculos NCDance, las agrupaciones y creadores cubanos y foráneos que DanzaPuentes’25 acoge.

Cuando rondan impaciencias sobre el sentido desafiante del abrazo amigo, atravesar los mares, las distancias y caminos para llegar a Caimito, en el occidente cubano, es celebrar cómo el hacer cotidiano alrededor de la danza que salva nuestra existencia, no se puede prescindir de esa capacidad salvadora de re-escritura y transformación que le es propia al cuerpo en sus contagios, aspiraciones y desafíos. Caer, levantarse, saltar, girar, exponerse ante la mirada del otro, es vocación para descifrar y conmover al espectador.

México, Turquía y Cuba; danza contemporánea y folklórica, ballet y bailes tradicionales en un sinfín de danzas se muestran cada día tras el poder creativo del intercambio cultural, emocional, vivencial y de saberes. Reafirman sus artistas y colaboradores, la voluntad creciente de repensar leyendas similares al reordenar historias comunes y propiciar que el presente y el futuro se vuelvan impulsos compartidos de mitos y credos, mezcla posible de sueños y realidades.

El presente del arte y de las acciones culturales hoy, implica volvernos más cooperativos y certeros en el resguardo de lo provisorio que ha caracterizado a la danza; el activo intercambio suscitado entre las delegaciones, invitados y participantes en DanzaPuentes’25 acaricia el encanto, los sonidos y silencios, lo atractivo de vestuarios y sonoridades de antaño a la luz de estas estaciones modernas.

Para Jonnie Martínez, líder de NCDance y para los maestros y maestras Lisbeth Cristina Basulto, Bulent Uzun, Juan Manuel Reyes, Isaías Rojas, para los bailarines del Ballet Contemporáneo de Camagüey y demás invitados, la edición de DanzaPuentes’25 ha venido para calar profundo en el accionar de sus cuerpos distintos, aunque idénticos.

Mientras la memoria nos revela aquellas franjas dadoras de certezas y comportamientos para intervenir espacios similares y aquellos raros hálitos que nos habitan a los de aquí y a los de allá. Gélido o cálido, húmedo o seco, el cuerpo seguirá siendo reservorio de sobresaltos, goces, quebrantos, deseos y felicitaciones.

DanzaPuentes se reafirma como un espacio de la comunidad.

Buena danza más allá de tendencias y preferencias. Ahí está la clave para entender el privilegio que significa la escena como sitio desplegado del poder corporal, como profuso espacio para el goce, el pensamiento y la creatividad. Detrás de las muestras artísticas, de las clases maestras, de los talleres, las acciones de extensión comunitaria y el trabajo con los estudiantes de danza de la Escuela Vocacional de Arte Eduardo Abela, queda el dulce sabor de las intensas jornadas de convergencia, amistad y bondad. Puente real y soñado que se restablece hermoso en las imágenes, sonidos, respiraciones y transformaciones de los artistas y los públicos.

DanzaPuentes’25, trajo a los colectivos teatrales Los Cuenteros y Teatro Al Límite, a las creadoras y creadores de la Asociación Hermanos Saiz y de la Brigada José Martí; y así, turcos, mexicanos, cubanas y cubanos, realizaron acciones danzo-ecológicas en entornos protectores de San Antonio y Caimito; todo y más, desde la sabía compartida entre las múltiples identidades danzarias y culturales. Confraternizar en la mesa panel “Tejiendo puentes”, la inauguración de la exposición fotográfica Danseur/Bailarín, las clases abiertas en espacios públicos, etc.

El evento de la danza en Caimito, nos va dejando el dulce sabor de la trasfiguración presencial, de la invención comprendida, del oportuno espacio de reflexión, de naturalidad orgánica que innova la supuesta artificialidad de un añejo baile, en gozo y amor por la firmeza y, también, por el cambio hacia lo humano que puede propiciar la danza en estos tiempos.

Estos días han servido como amplificación de ese puente real de entrecruzamientos y de permanente diálogo del arte danzario cubano, los bailes folklóricos y tradicionales de otros contextos, de la fastuosidad de los vestuarios y ornamentos típicos de estas danzas; como si en su puesta en espacio (sin hacer concesiones ni reacomodos baldíos al transfigurar el poder del cuerpo y sus significaciones culturales) nos lanzáramos desde el presente venturoso, al deleite de las ediciones por venir.