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Agua Mar, un espacio de libertad

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Por Isabel Cristina

Azalea López y Antonella Dalla Rosa llegaron al Círculo Infantil Los Martianitos, en Centro Habana, para impartir el taller Agua Mar. Un Salón con aproximadamente veinte niños de tres años fue el espacio de libertad para compartir emociones.

Las dos teatristas de México e Italia, se conectaron en esta experiencia de encuentro con los niños cubanos. El taller fue un descubrimiento para los pequeños, pero también para ellas, que por primera vez se unen en Agua Mar.

La sesión comenzó con el movimiento y la exploración del lugar. Poco a poco se fue conformando un círculo y algunas pautas de movimiento fueron sugeridas muy sutilmente por las maestras Azalea y Antonella.

Como siempre ocurre en espacios habitados por la primera infancia, algunos participan con más entusiasmo, otros se mantienen quietos o apartados. Ellas, con su gracia y su mirada bondadosa, fueron cautivando hasta el más tímido del salón. Esta conexión profunda con el grupo se logró gracias al contacto visual de las maestras, el trato respetuoso y alegre, la cercanía de los cuerpos y una interacción constante al nivel de los niños, a ras del piso.

Unos más activos, otros más suaves. Una niña que salta, otra que corre, un pequeño que ríe, otro que llora. Azalea y Antonella fueron partícipes de este universo múltiple y dinámico.

Lo sensorial tuvo un lugar fundamental en el encuentro. Los niños usaron sus cuerpos para imitar animales y para crear formas abstractas y ricas en imaginación. Pero lo más hermoso del encuentro fue el juego con los pliegos de papel. Cuando repartieron las grandes hojas blancas cada niño las puso sobre sus piernas de una forma diferente.

Quizás por un impulso insular caribeño contenido en la memoria colectiva, la primera acción de los niños fue golpear el papel a modo de percusión. No hubo pauta concreta para desencadenar esta acción, fue la magia colectiva, el estímulo sensorial que ellos convirtieron en sonoro al instante. Ese para mí fue el momento más bello y revelador. Las maestras se reían asombradas y se sorprendían con cada respuesta de los niños.

Fue una linda mañana para el Salón del 3er año de vida y me atrevo a asegurar que también lo fue para Azalea y Antonella quienes, desde el Agua Mar, llegaron tan alto como los pájaros.

Fotos de la autora