Por Omar Valiño
Ver Antígona, de Sófocles, pasada por el genio de Brecht, es viajar al origen mismo del teatro en su condición de arte formalizado. Es asistir a su núcleo duro, el que definirá a la manifestación para siempre. La tragedia del individuo frente al orden establecido, sea de dioses o, sobre todo, sea de hombres, de las propias leyes secularizadas por los humanos.
Dos mil quinientos años después la revive en escena Impulso Teatro, bajo la dirección de Linda Soriano, justo en un teatro situado en La Habana, con nombre Bertolt Brecht.
Acabada de estrenar el pasado fin de semana, padece todavía de los lógicos desajustes de las primeras funciones, pero es, como no podría ser de otro modo, muy potente.
Porque la síntesis en acción y palabra de esta obra fundacional es sencillamente inobjetable. La valiente Antígona, que defiende frente a su tío Creonte, Rey de Tebas, el mismo derecho de entierro para el execrado Polinices que para el reconocido Eteocles, ambos sus hermanos, se convirtió en sujeto de derecho, en encarnación del derecho, en mito sobre el mito.
Aunque Soriano partió de la adaptación brechtiana de posguerra, en ella se dan la mano, como es lógico, la grandeza de estos dos genios del teatro. Y ello hace que no queramos perdernos una frase, una réplica, una afirmación de entre el diálogo de los personajes, estremecedor en pensamiento y poesía.
Para lograrlo con toda eficacia, el equipo de trabajo debe medir los alcances de voz y sonido en el amplio espacio de la sala Tito Junco, abierta al público por ambos lados, con el largo espacio escénico en el centro, de la manera en que hemos visto allí las puestas del Odin Teatret. Y afinar la dicción, así como la interacción entre la masa actoral en las escenas colectivas.
No obstante esas dificultades, Linda Soriano firma una primera dirección de gran valía. Carga con la ausencia de Alexis Díaz de Villegas, su amor y maestro, fundador y guía de Impulso. Lo sigue en sus ambiciones y ciertas pautas de poética pero no calca, las hace suyas.
Plantea otro desarrollo espacial, lo interviene con percusión afrocubana que tan bien conecta con el origen de la tragedia.
Consciente, sitúa a la mujer como eje, y ella misma asume a la protagonista.
Entre las actuaciones resulta sublime la de Carlos Pérez Peña como Tiresias; un verdadero maestro que dibuja con filigrana su partitura gestual y vocal, para revelarnos las motivaciones reales entre opacas verdades.
Podemos los espectadores acompañar la temporada en el Brecht. Para ver, entre el fuerte rugido del teatro y el polvo ancestral arrastrado por el tiempo, a la incólume Antígona.
Fuente: Periódico Granma
En portada: Carlos Pérez Peña interpretando a Tiresias en Antígona de Impulso Teatro. Foto José Ángel Diego Fernández.