«El sexo y los hombres»: Masculinidades sobre las tablas

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La obra se presentará durante todo el mes de agosto en la sala Tito Junco del Bertolt Brecht, en sus horarios habituales, viernes y sábados a las 8:30 pm y domingos a las 5:00 pm

Por Elvia Pérez Nápoles

Durante todo el mes de julio estuvo en la escena de la sala El Sótano, la obra El sexo y los hombres. La pieza es una colaboración de los grupos Rita Montaner y Para Contarte mejor, la puesta en escena es de César Cuten, con dirección general de Fernando Quiñones y Ricardo Martínez.

El sexo y los hombres es un desafío al que se unen los elencos de ambas compañías para disfrutar de las actuaciones de Mireya Chapman, Julio Marín, Ricardo Martínez, Ariel Gil, Yanelis Tejera, Ernesto Lugones, David Reyes, Esteban León, Juan Manuel López, Ruandy Traves y Edgar Motronis.

La propuesta de Cutén, parte de una selección de textos realizada por Ricardo Martínez, en la que aparecen autores como Joel Frank Rosell, Daina Chaviano, Fank Padrón, Rufo Caballero, Martha Acosta, Virgilio Piñera; y de la Biblia, la historia de Abraham y su hijo, y la letra de una canción del reguetonero puertorriqueño Benito Antonio Martínez (Bad Bunny). También se integran los textos: ¡Un príncipe salva princesas, y punto!; Romanza antigua y Boceto de identidad; ¿Cuánto me das marinero?; XXY; Falsos genitales; Tadeo, y Titi me pregunto. Mezcla que resulta una interesante integración que apunta hacia el sentido de la puesta.

Apoyado en una dramaturgia modular, propia del teatro del relato y/o narración oral, donde cada texto tiene su propio conflicto (módulo), y estos, armónicamente articulados, tributan al objetivo general de la puesta.

El elenco dirigido por Cuten nos va mostrando progresivamente el conflicto que atraviesan los hombres desde siempre: tener que responder a un concepto patriarcal de masculinidad donde los paradigmas clásicos inducen a los hombres a no llorar, no ser débiles, ser heterosexual y hasta machista antes que gay.

Algunos de los textos seleccionados resultan agresivos al oído del espectador por el exceso de palabras obscenas y lo prolífico de detalles asociados a escenas muy duras, tal vez en algunos de estos pasajes se requiera de cierta contención sin perder la brillantez de su ejecutoria.

La presentación de los textos entre uno o varios actores se va apoyando en algunos diálogos bien logrados. En el desarrollo de la obra se presentan rupturas necesarias para suavizar la escalada de tensiones, en este sentido se inscribe las intervenciones de la pastora Solana, que nos regresan al humor por su discurso disparatado, extremista, pero que aún podemos escuchar en diversos espacios.

Es evidente que algunas instituciones han tenido un papel fundamental en la creación de estos parámetros para clasificar y establecer la masculinidad. Representar ese cuerpo de ideas este es el papel de la pastora, no sucede lo mismo con los frailes al estilo franciscano, aparecen en diversas ocasiones en la escena, sin que su intención y sentido quede claramente definido dejando un margen amplio a la imaginación.

Un elemento a destacar es que los elencos se afanan para dar lo mejor de sí sobre las tablas con momentos relevantes como el dialogo imaginario del hijo con su padre y la necesidad de recibir cariño del anciano Tadeo. A mi modo de ver, Tadeo es el punto culminante de la puesta, porque cierra el sentido de las historias con una carga emocional única.  Un hombre que pide ternura, muestra su humana debilidad y hace un llamado al mundo para que nos amemos más unos a otros. Ahí está el necesario final de la puesta.

El sexo y los hombres resulta una propuesta interesante, novedosa, complicada, un reto para los que esperan una dramaturgia lineal, para los acostumbrados a la narración de cuentos donde se tratan temas nada eróticos, a menos que lo hagan tibiamente. No es el caso, para acercarnos a esta propuesta de César Cutén debemos ir desprejuiciados, con la mente abierta a nuevas formas de contar historias que nos impone la evolución y el tiempo.

Foto tomada del perfil de Facebook de Ricardo Martínez