Por Norge Espinosa Mendoza
Quienes conocieron a María Lastayo la recuerdan como una persona singular. Su pasión era el conocimiento, y su gesto más provechoso, el rigor. Durante muchos años fue la protagonista del Centro de Documentación e Información del Teatro Nacional de Cuba, y en ese rincón que ella había organizado minuciosamente, se le podía encontrar dispuesta a responder cualquier consulta. A poco tiempo de la apertura del Centro, en una nota publicada en la revista Bohemia, el profesor y crítico Mario Rodríguez Alemán afirmó:
“Fuente de consulta inevitable para escritores e investigadores así como para graduados que escriben trabajos de diploma acerca del teatro, el ballet y la danza, este Centro (…) ha venido a llenar un vacío. (…) María Lastayo, una capaz especialista en las técnicas de documentación e información dirige el Centro, que radica en la propia sede del Teatro Nacional de Cuba en la Plaza de la Revolución. La creación de esta nueva institución cultural no parte de la nada, sino de la tarea paciente y larga de María Lastayo, quien durante años ha acumulado textos dramáticos, fotografías, fragmentos extraídos de la prensa y las revistas, cables internacionales, programas de las representaciones efectuadas en Cuba y cuanto material se sirva de fuente informativa a los investigadores.”
Al gusto por el saber María Lastayo unió su simpatía hacia el teatro, y a este Centro dedicó sus mejores empeños. Tras su fallecimiento, el local se mantuvo activo hasta que se trasladaron sus fondos a otra dependencia del Teatro Nacional. Por suerte, quienes siguieron sus huellas preservaron los catálogos, las notas, las fichas, los programas, en el riguroso orden que ella siempre supo mantener. Ahora, el Centro volverá a la vida, para que sus registros y tesoros puedan nuevamente ser consultados por los interesados en la memoria del teatro cubano, del cual, sobre todo a partir de los años 40 del pasado siglo, hay abundante memorabilia en este sitio. Se añaden a ello libros y ediciones extranjeras, muchas provenientes de donaciones, y que integran ese fondo Prometeo, gestado bajo la mirada puntual de su primera directora.
Amén de ese fondo, se impone ahora actualizarlo, unir publicaciones y otros materiales que continúen la línea trazada por ella, desde la posibilidad de abrirlo no solo como una ventana hacia el pasado, sino también como una proyección hasta la actualidad de nuestra escena.
María era persona de humor también muy particular. Pasaban a saludarla actores, actrices, directores. Tenía no solo fe en sus archivos, sino una memoria de referencista bien entrenada que le permitía dar no solo el dato necesario, sino aportar otras señales que daban al investigador otras nociones sobre aquello que le interesaba. El Centro renace para recordarla no solo desde su nombre, sino para ofrecer ese mismo impulso que fue tan suyo: el de entender que un archivo no es un refugio de papeles muertos, sino un acto de memoria que aspira a conectarse con muchos otros. La idea aspira, en efecto, a enlazar los fondos de este sitio con otros archivos teatrales de la Isla y más allá, digitalizándolos y restaurándolos, hasta convertirlo en un punto ineludible de confirmación y conocimiento. Es lo que ella nos exigiría desde lo que, con tanto celo y disciplina, fue salvaguardando en esas
cajas, estantes y gavetas. La memoria era su obsesión, por frágil que parezca
ser la memoria del teatro. A personas tan memoriosas como ella, debemos, en este instante en el que país retoma el interés por su patrimonio y los archivos que lo protegen, mucho por hacer.
Bienvenidos, nuevamente, al Centro de Documentación María Lastayo, y a su fondo Prometeo, del Teatro Nacional de Cuba.
Tomado del boletín Prometeo. Archivo Nacional de las Artes Escénicas.
Imagen: Portada del boletín Prometeo
Puede descargar el boletín aquí:
https://drive.google.com/file/d/1tyIZaiSc2xvK_MTvg_S-qJIgD2wAr2xi/view