Okán, la más reciente producción de Raíces Profundas sube a las Tablas de la Sala García Lorca del Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso los días 20, 21 y 22 (viernes y sábado 8:30pm- domingo 5:00pm)
Por Mercedes Borges Bartutis
A Juan de Dios Ramos le llamaban El Rumbero Mayor, porque lo mismo bailaba que tocaba percusión y dominaba el folclore en su más amplia gama de temas. Juan de Dios siempre decía que su trabajo era mostrar el folclore que viene del pueblo, y que los verdaderos intérpretes bailan de la cabeza a los pies, porque el baile nace del centro del cuerpo.
Hace cuatro años que Juan de Dios falleció en La Habana, el 24 de mayo de 2016; en la misma ciudad que lo vio nacer, el 8 de marzo de 1935, en la barriada de Lawton. Mucho le hubiera gustado a este inquieto bailarín ver cómo ha crecido su compañía, Raíces Profundas, el grupo que fundó en 1975 y que este 20 de junio llega a su aniversario 45.
Todo estaba programado para que Raíces Profundas celebrara su cumpleaños por todo lo alto, en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso; pero el Covid-19 llegó para desajustar cualquier plan pensado con anterioridad. Así que los integrantes de Raíces Profundas tendrán que posponer la celebración frente al público hasta que cambie el panorama.
Sin embargo, nada nos impide elogiar este aniversario desde un texto que solo pretende llamar la atención sobre una de las agrupaciones más persistentes del panorama danzario del país.
Hoy, Raíces Profundas va de la mano de la bailarina y maestra, Idolidia Ramos, quien se ha encargado de apuntalar el trabajo ya validado, estimular a las nuevas generaciones, y de hacer visible la obra de un coreógrafo como Emilio Hernández, el principal creador que muestra la compañía en la actualidad.
Desde sus inicios, este colectivo no tenía parámetros rígidos para seleccionar a sus integrantes, Juan de Dios decía que elegía a las personas cuando observaba que tenían el baile en sus corazones y en sus almas. Por eso muchos de sus bailarines llegaban al grupo sin ninguna formación académica, pero siempre con una pasión, que al maestro no le importaba entrenarlos desde cero.
Con el tiempo Raíces Profundas, aunque continúa adicionando miembros a su elenco con formación empírica, muchos de sus bailarines se encuentran estudiando en el curso para trabajadores de la Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes (ISA), otros ya se han graduados de ese alto centro de estudios, y otros se encuentran en la Maestría de Estudios Teóricos de la Danza de la propia institución. La superación es una constante en este colectivo que hoy mantiene un staff compuesto por intérpretes de experiencia y otros de mucha juventud.
En 2017, el estreno de Patakín, ambiciosa puesta en escena que tuvo a un Emilio Hernández desbordado con su nombre en casi todos los créditos de la obra, se convirtió en un suceso memorable, con una extensa temporada en la sala Tito Junco del Complejo Cultural Bertolt Brecht.
En aquel momento escribí una pequeña reseña sobre el espectáculo donde acotaba:
“Patakín echa mano a los recursos más diversos, es así que en la escena aparecen niños y niñas con mucha destreza en sus ejecuciones, y bailarinas ya retiradas, que se suman a este ambicioso proyecto, en el que resalta un diseño de vestuario hermoso con fabulosa combinación y hechura.
“Raíces Profundas apuesta fuertemente con su Patakín, la música en vivo le da un valor diferente a la puesta, pero todavía se necesita afinar las voces de sus coros, un problema que se ha puesto de moda en las compañías cubanas de folclore. Mérito aparte para la solista, que canta durante casi dos horas, recayendo sobre ella el mayor peso de las interpretaciones más difíciles.
“Es Patakín una puesta hecha a fuerza de detalles y efectos en el virtuosismo, rompiendo con los diseños de movimientos tradicionales en el folclore afrocubano que se lleva a la escena. Es una interesante pretensión de Raíces Profunda que, con un poco más de cuidado, puede convertirse en el mejor espectáculo de folclore afrocubano presentado en la escena cubana en estos momentos”.
Y de alguna forma lo logró, la obra obtuvo una mención especial de los Premios Villanueva de la Crítica, a los mejores espectáculos de 2017.
Luego, Emilio Hernández volvió con un Patakín II que, aunque no tuvo la excelencia de la primera vez, siguió llamando la atención sobre Raíces Profundas, una compañía que tiene su sede en un viejo cine de Centro Habana, con una magia particular; un lugar que atrapa al visitante por los contrastes que allí se observan en las clases y ensayos de esta agrupación con un estilo muy particular.
En este aniversario 45, marcado por la actual situación que nos impone el Covid-19, Raíces Profundas hizo un alto obligatorio en su andar. Ya hace un tiempo se ha retornado al trabajo (con las medidas correspondientes), signados por la situación imperante que no ha detenido a la compañía que sube a escena este fin de semana con Okán, para celebrar este casi medio siglo de existencia y rendir tributo a su fundador, Juan de Dios Ramos. Es además una recompensa al público que sigue al colectivo danzario y cada vez le exige espectáculos de mayor calibre.
En Portada: Patakín. Foto Buby Bode