La zarzuela cubana Cecilia Valdés, pieza emblemática del arte lírico nacional, representa para todas las sopranos cubanas un escaño de ascenso en su carrera a la vez que un desafío. Aquella que no haya encarnado el personaje en la escena, no se ha privado en cambio de cantar la famosa salida o la comprometida romanza del segundo acto
Por Enrique Río Prado
Durante los 90 años transcurridos desde su estreno en el teatro Martí, el 26 de marzo de 1932, algunas figuras descollantes se han visto íntimamente ligadas al personaje, de tal modo que el público ha asociado ambos nombres y en algún momento la prensa en la voz de un cronista o incluso el mismísimo maestro Roig han declarado que la soprano en cuestión “… es Cecilia Valdés”.
En las primeras 150 representaciones, ocurridas entre 1932 y 1936, el papel protagónico fue asumido por cinco grandes intérpretes. Correspondió estrenarlo a la soprano mexicana asentada en Cuba, Elisa Altamirano (1907-¿?) , bella mujer de quien se decía estaba prendado el compositor. La selección de una voz extranjera para dar a conocer a una mulata habanera ha motivado elucubraciones de todo tipo. Según refieren algunas crónicas, al concebir su obra, el maestro Roig había pensado en una soprano cubana. Unos dicen que se trataba de Caridad Suárez y hay quienes afirman que era nada menos que Rita Montaner quien tenía en la mente el ilustre maestro. Ambas cantantes se hallaban en el cénit de su carrera en ese momento y a ambas les tocará, como se verá más adelante, interpretar el icónico personaje.
La anécdota se place en recordar que había surgido un encendido romance entre la intérprete azteca y el compositor, lo que hizo que este cediera el papel protagónico a su nuevo amor. En realidad, ni Caridad ni Rita integraban el elenco de la compañía, entonces encabezado por la tiple mexicana, quien se encontraba bajo contrato desde la inauguración de la temporada (agosto de 1931). Radicada en Cuba desde hacía cinco años, un periodista había observado en sus actuaciones la «sorprendente rapidez [con que] se aplatana [… y por lo tanto …] podemos considerarla como nuestra sin gran esfuerzo».[1]
Las crónicas del estreno señalaron su labor efectiva y la emotividad de su expresión, al tiempo que destacaron su intuición «al vivir [el personaje] en la escena [sin necesidad de maquillarse] para denunciar su mestizaje. Fue mulata, no por el color, sino por la música que es serlo más».[2]
La Altamirano estrenó también Rosa la China, de Lecuona, en mayo del propio año, e interpretó la Cecilia cincuenta y cinco veces hasta su salida de la compañía, en septiembre de 1932, en que fue sustituida por Caridad Suárez (1903-1996). La nueva cantante, dotada de una extraordinaria voz, había debutado profesionalmente interpretando el protagónico de Niña Rita, en el teatro Regina, el 29 de septiembre de 1927, la misma función del debut de Rita Montaner. Aun cuando la sensacional actuación de La Única acaparara la atención de público y crítica, un cronista destacó en Caridad «el poderío de sus notas agudas, que emite fácilmente dentro de la más deseable afinación» y le auguró «victorias muy resonantes»[3] en el futuro.
Estas predicciones no tardaron en materializarse, pues Lecuona, la seleccionó para estrenar El cafetal (1929) y le propició dar a conocer en México (1930) la romanza de María la O, obra que devino su caballo de batalla al interpretarla por primera vez integralmente en 1932 y le hizo debutar en la compañía del teatro Martí en ese mismo año. Muy poco después, Caridad Suárez asumió el rol de Cecilia Valdés con un éxito extraordinario. La crítica ponderó no solo la calidad de su voz y su interpretación musical, sino también su labor escénica. Dotada de una resistencia poco común en intérpretes vocales que suelen arruinar su instrumento con una intensa actividad, esta indiscutible gran soprano —hoy olvidada— trabajó en el Martí durante dos años (1932-1934) en los que subió al escenario diariamente sin interrupción y realizó funciones dobles los fines de semana. Estrenó algunos de los títulos más importantes y comprometidos del repertorio de zarzuela criolla —El clarín, La hija del sol, María Belén Chacón— y encarnó el papel de Cecilia sesenta y tres veces, desde el 30 de septiembre de 1932, en que se cantó por primera vez completa la romanza “Canción de cuna e Hija del amor”, que el maestro concibió para su voz. Estrenó la Cecilia sobre el escenario del Teatro Nacional (hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso), el 2 de julio de 1934, acompañada por la Orquesta Sinfónica de La Habana, Después de una breve ausencia sobre las tablas del Martí, durante la cual estrena Lola Cruz, de Lecuona, en el teatro Auditorium (1935), se presenta nuevamente por breve tiempo en el coliseo de las cien puertas con su exitosa interpretación de Cecilia, entre otros títulos.
La tercera intérprete de la mítica mulata será Rita Montaner (1900-1958). Su actuación en la compañía del Martí fue breve pero intensa. Ocho años antes, su primera actuación profesional sobre un escenario en el calesero de Niña Rita, cantando el tango congo “Mamá Inés”, la había colocado entre las primeras figuras líricas cubanas. Pero en esta oportunidad La Única asumía por primera vez los roles protagónicos de la zarzuela criolla. Debuta exitosamente en febrero de 1935 con María Belén Chacón, a la que siguen Rosa la China, La hija del sol, María la O y, por supuesto, Cecilia Valdés, que interpreta diecinueve veces durante la temporada, a partir del 8 de marzo de aquel año. El maestro Roig, después de una función protagonizada por ella, deja constancia de su emoción al escribir en la partitura original: “A Rita Montaner, que hace en esta berceuse [canción de cuna] una interpretación genial, artística y única”.[4] Quizás la notoria controvertida personalidad de esta gran artista, haya provocado la brevedad de su colaboración en la empresa del Martí. Al año siguiente, Agustín Rodríguez y el maestro Rodrigo Prats, conciben para ella Amalia Batista, nuevo título llamado a compartir la supremacía del género, junto a Cecilia Valdés y María la O. Pero una disputa con el libretista y empresario de la compañía hacen que sea otra la soprano en dar voz y cuerpo a la mulata mayombera.
Maruja González (1904-1999), la primera Amalia Batista, fue la quinta intérprete de Cecilia Valdés, en los meses finales de la triunfal temporada del Martí. Interpretó el personaje solamente tres veces en septiembre de 1936. Y por última vez en su extensa carrera, volvió a vestir la bata criolla en 1958 sobre las tablas del exclusivo Auditorium.
Antes que ella, la cuarta intérprete de Cecilia había sido Luisa María Morales (1912-1973), que interpretó siete veces el personaje en 1935. Esta destacada soprano desarrolló una carrera exitosísima en todos los géneros de la lírica mundial y fue genial intérprete de María la O.
En los años sucesivos hasta el presente, muy pocas sopranos cubanas han soslayado el personaje y todas han cantado por lo menos alguno de sus números musicales. La lista integral de las mismas ocuparía mucho más del espacio asignado a estas líneas y siempre se correría el riesgo de omitir involuntariamente alguna figura importante.
Las puestas más significativas del título revelan el nombre de Zoraida Marrero (1911-2004) en la década de 1940, es ella quien interpreta por primera vez el personaje en el elegante teatro Auditorium (16 de julio de 1941), junto al tenor Miguel de Grandy. Ya en la década del 50 la mezzosoprano Marta Pérez (1920-2009), figura como Cecilia no solo sobre la escena sino también en la televisión junto a los tenores Panchito Naya y Manolo Álvarez Mera. La carrera de esta intérprete, estrechamente relacionada con la mulata criolla, exhibe además una impresionante trayectoria que incluye audiciones con la Orquesta Filarmónica de La Habana, bajo la dirección de eminentes batutas —Erich Kleiber y Herbert von Karajan, entre otros— y su debut en el teatro Alla Scala de Milán en 1956. Marta Pérez tuvo el honor además de interpretar el primer registro sonoro de Cecilia Valdés bajo la dirección del autor en 1949.
En una segunda grabación de esta obra realizada para la televisión a inicios de 1961 trasciende la valiosa intervención de Blanca Varela (1927) en el protagónico. Esta intérprete asumió con frecuencia el personaje sobre las tablas y en espectaculares producciones de diversos espacios nocturnos habaneros. Su interpretación de la salida marca un hito entre los múltiples registros conocidos, por su técnica, musicalidad y matices expresivos desplegados con rara originalidad en una página tan frecuentada.
El 25 de diciembre de 1961, el maestro Roig dirige una nueva versión ampliada de su título emblema y asigna el papel titular a las sopranos Gladys Puig (1932-2020) y Ana Julia (¿?), quienes alternan el personaje en treinta funciones sobre el escenario del teatro Payret.
A mediados del mismo decenio, Alina Sánchez (1946), una de las más integrales intérpretes de Cecilia, debuta con este personaje dirigida por el autor, en una puesta asumida en su totalidad por estudiantes universitarios para festejar su graduación (1965). Devenida artista profesional a los pocos años la soprano pasearía la obra por Europa central en 1974, cuatro años después protagoniza la excelente versión de Roberto Blanco y en 1984 estrena el título en México. En 1990, es realizado el tercer registro sonoro comercial de la zarzuela con motivo del centenario del maestro Roig, y corresponde a Alina Sánchez dar voz a Cecilia en este fonograma distribuido por la EGREM.
Sin embargo, en todos estos años no puede obviarse la presencia de otras muchas intérpretes del personaje. Esther Valdés (1927-2016) viajó también con el título a Europa y María Eugenia Barrios (1941) la cantó en la República Azteca. A ellas dos se une una extensa lista de nombres en que destacan Ninón Lima, Yolanda Hernández, Dinorah Argüelles, Marta Cardona, Linda Mirabal, Elina Calvo y Susy Oliva. Gladys Fraga, Ramona Durán y Ada Díaz la cantan en Matanzas (1971), María Luisa Clark, Náyade Proenza y Elisabeth Carreño, en Holguín (1973), y Alba Cruz, Zeida Cruz, María Antonia Fernández y Lucrecia Gómez, en Pinar del Río (1976).
A inicios de la última década del siglo XX afloran los nombres de Niurka Wong y Katia Selva y en lo que va de siglo XXI puede considerarse a Milagros de los Ángeles, como la Cecilia del momento, al encabezar una creciente lista de nuevas y valiosas voces.
A esta enorme pléyade de Cecilias sobre las tablas cubanas, deben agregarse los nombres de quienes han vibrado al compás de sus melodías en la escena internacional. Marta Pérez, radicada en los Estados Unidos desde 1960, pasea el personaje por importantes plazas neoyorquinas —Carnegie Hall y Lewissohn Stadium—, y la representa múltiples veces en Miami con la compañía GRATELI, donde comparte sus actuaciones con Blanca Varela, también mencionada con anterioridad. Ana Margarita Martínez-Casado (1930), de rancia estirpe escénica, dio a conocer el personaje en New Jersey (1974). Poco antes de partir al extranjero, había dejado entre nosotros el recuerdo de una función en la que interpretara la Cecilia y la Ilincheta la misma noche de 1958 en el habanero Teatro Martí. A ellas deben agregarse los nombres de Virginia Alonso y Eglys Gutiérrez, en los Estados Unidos y Elizabeth Caballero y Elaine Álvarez, protagonistas del reciente estreno en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (2020).
Y para ir dando fin a este recuento, una curiosidad. La soprano polaca Maria Foltyn (1924-2012), enamorada de Cuba y su música, protagonizó una versión de esta zarzuela traducida y puesta en escena por ella, estrenada en el Teatro Muzyczny, de Gdynia, Polonia, el 16 de julio de 1973.
Otras sopranos del mundo hispánico —las españolas María Bayo y Mariola Cantarero y la puertorriqueña Ana María Martínez—, así como la soprano estadounidense de origen cubano Lisette Oropesa, han incorporado la famosa salida en recientes recitales.
Esta quizás demasiado extensa relación de grandes artistas que antecede, seducidas todas por la música del maestro Gonzalo Roig, han dado vida en su voz, cada una con su propio carisma y temperamento, a la figura de la icónica mulata criolla, convertida en auténtica leyenda de la cultura nacional.
En portada: Imagen en bronce de Cecilia Valdés emplazada frente al atrio de la Iglesia del Santo Ángel Custodio en La Habana, desde el 2014, en la plazoleta conocida como la Loma del Ángel, del escultor Erig Rebull.
Fotos cortesía del Archivo Río Prado.
Referencias:
[1] Arturo Carricarte. El Mundo, 25 de septiembre de 1928,
[2] Francisco Ichaso. Diario de la Marina, 28 de marzo de 1932.
[3] El Mundo, 30 de septiembre de 1927.
[4] Dulcila Cañizares. Gonzalo Roig (La Habana, 1979), p. 86.
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