Teatro Pálpito: ¡Comenzó La Fiesta!
Por Maikel Chávez García
“Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese único instante.”
El arte ha de provocar renovados deseos de vivir. El pasado 25 de marzo, Teatro Pálpito, grupo que fundó su líder Ariel Bouza en el año 1993, arribó a sus 26 años. Los impulsos de la juventud, con sueños y deseos de comerse el mundo, (metáfora usada comúnmente por quienes inundan sus creaciones de quimeras) caracterizaron la primera etapa de esta compañía. 25 actores, el 25 de marzo en el edificio Focsa del Vedado capitalino, se juntaron para, desde el teatro dialogar sobre los problemas que les circundaban. Por ello es que deciden nombrar al grupo Pálpito: “Por los deseos de los actores de echarse al hombro una mochila cargada de máscaras, títeres, objetos y colores para llegar a su público”.
El año en que se funda Pálpito estaba cargado de profundas significaciones para los cubanos. Una etapa difícil para el país. Las carencias económicas, la falta de fluido eléctrico, de materiales para construir las escenografías, el capital insuficiente para pagar la música, el texto, el diseño… amenazaban con remover las raíces de la escena cubana para dejar morir poco a poco, cual peor muerte que se pueda tener, el teatro.
Pero la realidad y la ficción siempre son tan extravagantes y divertidas que se burlan de las miserias humanas. Por eso aparecieron varios proyectos en los años 90, que asumieron la crisis como impulso para dinamitar la creación. Teatro D’Dos o Las Estaciones son ejemplo de ello. Pálpito, hermano de esos locos soñadores que se impusieron a los obstáculos, comenzó a generar obras de pequeño formato que podían ser presentadas tanto en salas como en escenarios abiertos. “Si Mahoma no va a la Montaña, la Montaña va a Mahoma”.
Teatro Pálpito surge a partir de un taller de actuación de la compañía La Colmena a la que pertenecía Ariel Bouza. Este taller estaba diseñado para todos aquellos jóvenes interesados en integrar el grupo que dirigía Carlos Alberto Cremata. Bouza y Cremata estudiaron juntos en el Instituto Superior de Arte y desde entonces se fomentó el diálogo entre ambos creadores, lo cual permitió que el máximo representante de La Colmena le pidiera a Ariel Bouza que impartiera ese taller de actuación, que reunía a jóvenes egresados de la Escuela Nacional de Instructores (ENIT), del Instituto Superior de Arte (ISA), y otros sin formación académica pero con mucho talento y deseos de trabajar.
Pinocho fue el espectáculo fundacional; la dramaturgia, así como la música y el diseño corrió a cargo de los propios actores. El montaje se realizó en el patio de la casona de 25 y A, en tiempos extras al trabajo de La Colmena. Cuando Cremata vio la puesta y el resultado artístico de la misma, sugiere a Bouza que organice su propio proyecto, con ese grupo de nuevos actores con los que estaba trabajando.
Ese 25 de marzo de 1993 se reúnen todos los integrantes y deciden ponerle al fin un nombre al grupo. Cuentan los fundadores, en un ejercicio de reconstrucción de la memoria, que hicieron una especie de concurso para seleccionar el nombre y el logotipo. El logotipo de Pálpito lo diseñó Frank Daniel Suazo; y el actor de Teatro Estudio, Luis Muñiz, fue quien sugirió el nombre: Teatro Pálpito.
Este nombre significa actuar con el corazón; enamorado de lo que uno hace; es ese susto que siente el actor antes de salir a escena; la posibilidad de emocionar y sensibilizar ante las acciones del día a día; es perseguir quimeras. Así es como, desde ese día comienza a conocerse en el panorama teatral cubano.
Pinocho, del escritor veneciano Carlo Lorenzini Collodi, que en 1880 aparece como protagonista de su libro Le avventure di Pinocchio: historia di un burattino, ha tenido a lo largo de la historia variadas adaptaciones y versiones para diversos medios, el cine, el teatro, la literatura, la radio, y la televisión. Es la puesta a cargo de Ariel Bouza y con la asistencia de la actriz Amada Morado, con que inicia el recorrido esta nueva agrupación.
Según el cronista Jorge Rivas Rodríguez, en el rotativo Granma del lunes 20 de febrero de 1995, la adaptación de Pálpito “no logró evadir influencias de otras escenificaciones y sobre todo, de la propia película de Disney, de la que toma algunas referencias”.
Si hacemos un estudio del texto encontramos que la re-visitación del joven colectivo propone un juego de citas a otras versiones, y donde se produce una ruptura en el orden cronológico de la historia con apartes que van matizándose con canciones que son interpretadas en escena por los propios actores; además vemos que se introducen pasajes y gestos que se insertan en nuestra idiosincrasia, a la vez que están matizados por cierta dosis de comicidad que permite el disfrute y la reflexión. Característica propia de este grupo y es un recurso que creció y tomó cuerpo formal en la medida en que avanzan en posteriores montajes, donde el juego de teatro dentro del teatro será una constante en sus investigaciones y como resultado corpóreo en sus representaciones.
En los inicios trabajaban cuatro directores: Yanisbel Martínez, Rey Montesinos, Frank Daniel Santos y Ariel Bouza. Cuando aceptan el proyecto es Ariel Bouza su director general, en ese momento sólo le permiten tener dos plazas para los actores y poco a poco, fueron aumentando las plazas hasta quedar contratados los 25 actores.
Como premisa tenían que la dramaturgia, la música, el diseño, surgieran del mismo colectivo. Frank Daniel, Yanisbel Martínez y Ariel Bouza escribían sus propias obras, y Rey Montesinos escogía obras que estuvieran acorde al momento en que estaban viviendo y que permitiera dialogar con el público sobre la temática del momento. Surgieron así espectáculos como Los juglares de Fandelli, dirigido por Frank Daniel, Historias para contar y Tamarita, el pozo, el gato, el cojín bailador y las siete piedritas, a cargo de Yanisbel Martínez, El cochero azul, Alfa del alba o la quimera de los siete sueños, un espectáculo musical a cargo de Ariel Bouza, Galápagos y Que el diablo te acompañe, dirigidos por Rey Montesinos.
Significativos momentos tendrá Teatro Pálpito en esos primeros años de trabajo como es el caso de un espectáculo que conmocionó a muchos, me refiero a Historia para contar, a cargo de la entonces estudiante de dirección en el Instituto Superior de Arte, Yanisbel Martínez, quien articuló un espectáculo inspirada en Juan Salvador Gaviota, el hermoso relato de Richard Bach, pero nos encontramos que su texto toma el anterior como metáfora, como material de inspiración más que como recreación o versión. En su obra, acude a la fórmula tradicional de la dramaturgia destinada a los niños de contraponer El Bien con El Mal, y redondear un final feliz. Un espectáculo escrito en versos que dialoga con hermosura con los espectadores.
Cuando hay varios directores trabajando en un mismo grupo es muy difícil hablar de un estilo o poética a seguir, porque cada director tiene una visión distinta del fenómeno artístico y una manera de hacer, que lo particulariza; esto llevó a que cada cual fuera tomando un rumbo distinto, en pos de la superación.
Para el año 1995 sólo quedan dirigiendo Ariel Bouza y Yanisbel Martínez. En juego entran los intereses artísticos de los integrantes. Eso pasó dentro de Teatro Pálpito por lo que de un grupo numeroso de 25 actores, se reduce a pocos integrantes. Algunos entraron al ISA y ya no tenían todo el tiempo para trabajar en Pálpito, como es el caso de la propia Yanisbel Martínez, quien estudió en ese instituto la especialidad de Dirección, y Tamara Venereo que comenzó a estudiar en Actuación.
Espectáculos como El pez enamorado, de Frank Daniel Suazo, Sácame del apuro e Historia de una muñeca abandonada de Norge Espinosa, Con ropa de domingo, Puerto de coral, Pesadilla campesina, Un mar para Tatillo, y el más reciente, Vida y Milagro de Federico Maldemar, han marcado pautas significativas para la evolución de una poética.
Por otro lado, el doble diálogo con un público infantil y adulto es una de las características que distinguen al grupo; la convergencia de generaciones entre sus actores, los cuales se convierten en protagonistas de todo montaje. El texto dramático es el punto de partida, basados en el concepto minimalista del arte e interconectando historias con la vida de los creadores comprometidos en cada proceso. El teatro es concebido como artesanía en su construcción y como un puente de solidaridad entre los habitantes de este mundo.
Éste es el inicio de un grupo de crónicas especialmente diseñadas para Cubaescena, con motivo de los festejos por el aniversario 26 de Teatro Pálpito. Relataré al estilo de la agrupación, anécdotas, procesos creativos, interioridades, informaciones…, todo aquello que pueda ser de agrado para los seguidores de un grupo que aún sigue vivo y palpitando desde la escena, sobre todo, porque siempre está Pensando en ti, amigo que ahora lee.
(Continuará… se abre el telón… comienza la fiesta.)