Ahora que otro proyecto de Teatro de Las Estaciones (Al menos el período de filmación, ahora viene el proceso de edición y pos producción) concluyó, me vuelvo a ver en la proa de la nave nacida en 1994, y de la que solo quedan en la tripulación actual tres fundadores.
Dirigir un grupo de teatro es parecido a liderar un país, con todas las preocupaciones, necesidades, tormentos, sueños y alegrías de las personas que nos acompañan y aún de las que nos rodean, y van yendo y viniendo, mirándonos desde la orilla, como a los barcos en el puerto que están a punto de zarpar hacia el mar abierto.
Adivina Adivinador, una propuesta de Teatro de Las Estaciones para aprender jugando, nació de la necesidad de seguir adelante con toda mi tropa, en medio de una pandemia que no acaba. Imaginarlo, escribirlo, actuarlo y dirigirlo no se hace solo, sino con un equipo óptimo como el que por suerte tengo. Mientras filmabamos también creaba, pues cambié cosas sobre la marcha, deseché otras e inventé algunas más con la complicidad de los actores y actrices, asistentes, productores, diseñador, talleristas y realizadores audiovisuales.
Dirigir es como tener 1000 y una habitación en la cabeza, todas llenas de gente que espera por la decisión de uno, y en ese maremagnun todo es difícil y a la vez fácil si los marineros se enlistan en nuestro barco sabiendo que el mar es un valle líquido repleto de sorpresas. Siendo así, y habiendo tenido tanto a mi favor con mis valientes e inquietos marineros teatrales, solo me queda decirles que soy un capitán imperfecto, apasionado, pero sobre todo agradecido.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS, y estén listos que pronto la brújula anunciará nueva ruta.
Tomado del Perfil de Facebook de Rubén Darío Salazar, director de Teatro las Estaciones.