Por Roberto Pérez León
Un texto a propósito de los curiosos vínculos del dramaturgo cubano, Virgilio Piñera, con el mes de agosto
Cada agosto el teatro cubano puede estar de fiesta: en este mes Virgilio Piñera cumple años y es sobrado motivo de celebración. No sé si en otros ámbitos de nuestra lengua la gente de teatro recuerda la fecha, pero para nosotros es de mucha satisfacción perpetuar al escritor.
Desde 1937 empieza su ejecutoria teatral y hasta hoy está entre los mejores dramaturgos que hemos tenido. Piñera es un escritor que entre todos los nuestros sobresale por su certera invención literaria.
En 1937 empezó el teatro piñeriano cuando en la revista Baraguá aparece publicado el primer cuadro de Clamor en el penal y entonces la nota de presentación, sin firma pero que José Antonio Portuondo reconoció de su autoría, constituye el primer elogio a Piñera como dramaturgo:
Fiel a su propósito de revelar valores nuevos, presenta ahora Baraguá una vigorosa promesa de dramaturgo: Virgilio Piñera Llera, un joven estudiante camagüeyano perteneciente a esa rica porción del estudiantado, ignorada de la mayor parte, en que se gesta una nueva promoción de real valor intelectual, más allá del común denominador despreocupado o filomático que suele padecer la Universidad. Lo atrevido del asunto -ya explotado en la novela por Carlos Montenegro y mucho más-, el hábil manejo del diálogo y el afortunado y dramático planteamiento de la tesis de la obra en este cuadro primero, revelan en Piñera una indiscutible capacidad de dramaturgo. Este fragmento suyo nos parece uno de los más fuertes y logrados de nuestra escasa producción dramática contemporánea.
Entonces, con 25 años desde Camagüey empieza el dramaturgo Piñera, nacido el mediodía de un 4 de agosto en Cárdenas.
Juzgo ocioso declarar el año de mi nacimiento. Se cita el año de llegada al mundo cuando se pertenece a un país donde, en el momento en que se nace, algo ocurre -ya sea en el campo de lo militar, de lo económico, de lo cultural… En tal caso la fecha tendría un sentido. Verbigracia: «Cuando nací mi patria invadía al Estado tal o era invadida por el Estado más cual; cuando vine al mundo las teorías económicas de mi compatriota X daban la pauta a muchas otras naciones; cuando vine al mundo nuestra literatura dejaba sentir su influencia». Pero no, ¡qué curioso!, cuando en 1912 (ya ven, pongo la fecha para que no queden con la curiosidad) yo vine al mundo nada de esto ocurría en Cuba. Acabábamos, como quien dice, de salir del estado de colonia e iniciábamos ese triste recorrido del país condenado a ser el enanito irrisorio en el valle de los gigantes… Nosotros nada teníamos que ver con las cien tremendas realidades del momento.
Había terminado el Bachillerato cuando escribe Clamor en el penal, la que es su primera obra de teatro. En aquel bachillerato camagüeyano ya estaba definido el joven Virgilio.
Un agosto pero de 1934 al terminar el Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey, en su expediente, el profesor de Instrucción Militar, asignatura obligatoria durante el «machadato», primer teniente de caballería Ricardo Zayas Bazán, anota: «Muy poco cuidadoso de su uniforme y apariencia personal. Poco respetuoso y nada puntual».
Sus intereses culturales hacen que 1936 se una al grupo de jóvenes que lucha por la creación de La Hermandad de Jóvenes Cubanos, organización que ya existía en otras provincias y que tenía como objetivo un proyecto cultural a través de recitales de poesía, funciones de teatro, conferencias, etc. El 20 de agosto quedó aprobado el reglamento de la Hermandad en la cual llega a ser Director de Cultura.
Ya en La Habana empieza a formar parte del movimiento poético que capitaneaba Lezama Lima y en el número de agosto de 1941 de la revista Espuela de Plata aparece “Dos poetas, dos poemas, dos modos de poesía”, sobre “Muerte de Narciso” de José Lezama Lima y de Emilio Ballagas, “Elegía sin nombre”.
Nada distraía su dignidad, su ética literaria. Resulta curioso que justamente el día de su cumpleaños, en 1943, dirige una polémica carta a Gastón Baquero por haber aceptado ser columnista fijo del diario Información pues en su criterio el trabajo periodístico asalariado esterilizaba la creación.
Ya en los sesenta su teatro era plenamente reconocido y se estrena El filántropo, en 1960, el 20 de agosto, en el Teatro Nacional dirigida por Humberto Arenal.
En el extraviado agosto de 1961 fue detenido por sus preferencias sexuales:
No bien tuve la edad exigida para que el pensamiento se traduzca en algo más que soltar la baba y agitar los bracitos, me enteré de tres cosas lo bastante sucias como para no poderme lavar jamás de ellas. Aprendí que era pobre, que era homosexual y que me gustaba el Arte. Lo primero, porque un buen día nos dijeron que no «se había podido conseguir nada para el almuerzo». Lo segundo, porque también un buen día sentí que una oleada de rubor me cruzaba el rostro al descubrir palpitante bajo el pantalón el abultado sexo de uno de mis numerosos tíos. Lo tercero, porque igualmente un buen día escuché a una prima mía muy gorda que apretando convulsivamente una copa en su mano cantaba el brindis de Traviata.
En 1968 ediciones Unión recopila poemas publicados en su juventud y aparece La vida entera. Este libro es un testimonio de vida deslumbrante en él se despliega una inusual sensibilidad poética entre nosotros y sobre todo para las generaciones nuevas pues el “poeta ocasional” que se consideraba muestra su bagaje creador. Está en La vida entera, “Vida de Flora”, un poema que Lezama Lima selecciona entre los mejores de nuestra poesía.
Pero antes, en el suplemento de la Gaceta de Cuba correspondiente a julio-agosto de 1968 sale “Vida de Flora” y desde entonces para las nuevas generaciones Flora, la de los grandes pies, se ha convertido en una incesante genitora de imágenes.
Debe haber muchos agostos desconocidos para nosotros en la vida de Virgilio. Pero a propósito de su cumpleaños este 2020 destaco los que conozco desde su nacimiento hasta la nueva puesta en marcha de Flora después de haber echado a andar en Las Furias, un cuaderno de poesía de 1941, donde supimos de esa gran luz que le brotaba de los pies.
Tomado de CMBF Digital