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VUELVE CHRISTIAN MEDINA CON SU REPERTORIO DE AUTOR

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El talentoso titiritero ofrecerá funciones en febrero en la sala teatral El Arca, mostrando el Hijo del viento, otro de sus textos que vuelve sobre amor filial.

Por Yudd Favier

El pasado año el director de teatro Retablos, de Cienfuegos, Christian Medina instaló su residencia en la capital y se trajo consigo a una parte del grupo. Él y sus jóvenes integrantes fueron acogidos por el colectivo teatral El Arca, que dirige Liliana Pérez-Recio y desde allí, este querido titiritero revitaliza el panorama habanero reponiendo su repertorio de autor. En el mes de Enero encantó con su obra unipersonal Pico Sucio basado en el cuento popular El Gallo de bodas y el próximo viernes 10 de Febrero nos vuelve a atraer con El hijo del viento, una historia que estrenara hace siete años y cuyo paso en la Sala A. Llauradó fue visto por muy pocos. Ahora vuelven a tener la oportunidad de disfrutar de esta historia de amor filial.  

Todavía hoy, el tema de la muerte en la escena cubana para niños representa cierto tabú, aunque se trate más. ¿Por qué hacer sufrir a un niño con recreaciones luctuosas? Aún se preguntan algunos, obviando un tema que es latente en la vida de cualquier familia y con certeza en la de un buen número de niños.  El hijo del viento lo aborda, pero lo hace desde una ambigüedad del discurso tal, que no da pie al melodrama lacrimoso y mientras propone una multiplicidad de interpretaciones, es también una historia legible, sintética y concreta.

Sebastián es un niño que pasa la mayor parte del tiempo solo, mientras espera a su madre piloto. Entre sus tesoros guarda un talismán que siempre sabrá sacar del apuro a Maya si lo requiriera. Completa la familia una tía, Márgara, que aunque se preocupa por él, no lo entiende y desde su incomprensión se contrapone a cada uno de los personajes de esta fábula.

El mayor contraste de los personajes no está tan solo en  que “el viento no sopla” para unos, mientras es benévolo para otros. Las antípodas están en las perspectivas que cada uno defiende: lo que para Sebastián es un talismán para la tía es un seboruco, lo que para el niño es su mejor amiga (la gallina Colocolo) para la tía es un suculento plato para cocinar, la propia madre que la hermana llama Josefina el hijo la reconoce por Maya. O sea que entre el niño y su tutora existe un crónico grado de incomunicación. Por eso es tan congruente que mientras la madre es llevada por el viento y sólo de ella queda su bufanda, el niño no la crea ni muerta ni desaparecida porque “el viento está enamorado de su madre”. La tía sin embargo convoca e impone una tristeza que el niño no puede sentir. Mientras uno representa los sueños y la poesía, el imaginario de un niño; el otro personaje es una metonimia de la rutina y lo pedestre, del realismo más atroz y cotidiano, aunque se humanice en aspectos como consultar  a un psicólogo para tratar a su sobrino.

Pico sucio (3)La emisión sonora también distingue estos planos idilio-realidad: la madre que nunca habla -¿estará sólo en la imaginación de Sebastián?- aparece  acompañada por una hermosa melodía, mientras Margara grita por el “endemoniado calor”. Asimismo, los diseños consolidan los signos del espectáculo: Maya-Josefina y Sebastián son dos pelirrojos estilizados y simpáticos mientras Margara se debate entre lo grotesco y lo sicodélico con su obesidad, un peinado cónico-galáctico y unos lentes obscuros que le dan un toque siniestro. Los símbolos son apoyaturas en los que recaen también los detalles de la puesta:  En el desayuno, junto a la jarra verde botella, amaneció una de metal, prieta y sin nombre, repleta sólo de café sin azúcar y la casa es un columpio ¿Qué hay más acorde para ser “impulsados” por el viento?

Christian Medina, ahora desde El Arca, estará todo el mes de febrero en la hermosa salita cita en Obrapía y Avenida del Puerto, todo el fin de semana, siempre a las tres de la tarde.