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SUPERCASH, EL SÚPER HÉROE CUBANO

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Por Indira R. Ruiz

¿Quién no conoce a Rigoberto Ferrera? Su tiempo como presentador de Lucas fue sin dudas una plataforma de lanzamiento final de una popularidad ya firme, precedido por varias incursiones en programas humorísticos de la televisión –quizá el más grande aliado de la fama en estos tiempos-. Sin embargo, este actor de más de veinte años de trabajo dedicados de manera devota al humor, sigue estrenando obras, arrastrando masivamente a un público, que si en algunos casos no asiste de manera habitual al teatro sí lo hace siempre que haya “algo humorístico”. Y aunque pueda verse el trabajo de Ferrera desde la comodidad de la casa, gracias a las grabaciones de sus trabajos como comediante en vivo (stand-up comedy) que circulan en memorias flash, cada uno de sus espectáculos es un éxito seguro de público.

Septiembre fue el mes elegido para la presentación de su obra Supercash en la sala Raquel Revuelta del Circuito Teatral de Línea. Cada viernes, sábado y domingo del mes, cientos de espectadores se agolpan junto a la entrada. ¿La razón? Todos han visto a Rigoberto Ferrera, y todos quieren volverlo a ver.

Supercash tiene un poco de todo. Desde el teatro más convencional con su escenografía que representa el “cuartico” de un cubano cualquiera en Centro Habana, hasta gags, chistes y recursos del stand-up comedy puestos en función de la dramaturgia del espectáculo. La historia narrada es cíclica: el protagonista se despierta, y mientras se prepara para trabajar habla con el público de sus hobbies, de sus sueños de prosperidad y finalmente vuelve a dormirse un rato para luego irse al trabajo.

La obra cabalga peligrosamente entre la convención teatral y la comedia en vivo. Dentro de la convención se “justifican” a veces de manera forzada las acciones del personaje. Su actor es un showman, capaz de trasmitir con el cuerpo, jugar con su voz, cantar, bailar en escena. Sin embargo su trabajo se ve disminuido cuando se obliga a respetar una convención teatral que le ata, que le impone, por ejemplo, sacar una cuchara y un tenedor para batir el huevo inexistente de un desayuno también imaginario; o cuando “defeca” tras una cortina que apenas le cubre y echa mano del consabido periódico para higienizarse. Por otra parte, Supercash crece cuando Rigoberto Ferrera se “olvida” de la utilería. Basta su cuerpo para llevarnos a otros espacios, para interpretar los más disímiles personajes sin más aditamento que su propio trabajo actoral. Su personaje se siente ahogado cuando se envuelve en el monólogo puro, y se ve obligado a usar elementos escenográficos que restan soltura a la palabra y la voz –que es la herramienta que Ferrera mejor domina-. En cambio halla sus mejores momentos cuando hace al público cómplice de sus palabras. Por tanto, cuando el actor logra romper esa cuarta pared auto impuesta, una conexión genuina se logra con el público, es entonces que se siente verdaderamente que la obra “respira”, y Rigo –el personaje– es libre y el público prueba también de esa libertad de reír y conectar con el protagonista -¿alter ego de todos los cubanos?-.

El stand-up comedy, al ser traducido al español como “comedia en vivo”, deja atrás un matiz de importancia vital, el “en pie” o sea aquel tipo de comedia hecha por un actor sin más ayuda que su propio cuerpo y su voz. Proveniente de espacios de entretenimiento popular como el vodevil a finales del siglo XIX, los comediantes eran utilizados mayormente para mantener activa a la audiencia. Ya la época de Oro de la Radio les atrajo un mayor protagonismo como maestros de ceremonias o conductores de programas. Durante los años 50 y 60 en Estados Unidos la comedia en vivo se convirtió en un arma de crítica social de fortaleza inusitada, como demostró el caso del escritor y actor neoyorkino Lenny Bruce. Otros famosos comediantes en vivo son Jerry Seinfeld –conocido en Cuba tras la trasmisión de la serie que lleva su nombre-, el desaparecido Robin Williams, Eddie Murphy o Ellen DeGeneres, cuyas carreras comenzaron justamente haciendo monólogos cómicos en espacios alternativos.

Sin embargo en Cuba el stand-up comedy ha sido una forma teatral delegada a cabarets y otros espacios nocturnos, por lo general se le ve poco en los teatros. No se trata de un género menor dentro de la actuación, simplemente es un género diferente con características únicas, y potencialidades aún no explotadas suficientemente en nuestro panorama teatral. Se trata de un tipo de teatro ideal para la crítica sin ambages, el humor cáustico, directo que dialoga con la realidad inmediata y en este sentido tenemos aún en Cuba mucha tela por donde cortar.

Supercash recrea desde distintos ángulos una solapada crítica social, que toca temas como la infraestructura envejecida de la ciudad, la conocida inversión de la pirámide social, la precariedad de la vida cotidiana, la prostitución, la llegada solo a medias de las nuevas tecnologías, la “lucha” del buscavidas… Sin embargo, su propia naturaleza crítica le convierte en una obra polimorfa, con un conjunto de sketchs unidos a veces de manera caprichosa, donde se nota negativamente el trabajo dramatúrgico para “unir” los diferentes fragmentos.

A pesar de esto Rigoberto Ferrera nos entrega una noche espléndida. Una noche de humor y de teatro en su manera más amplia. De la que salimos, quizá más felices de lo que entramos, quizá más sonrientes, pero siempre mucho más conscientes del poder de cambio que tiene la risa. Supercash es el espacio para “olvidar recordando” y una vez más como cubanos “de pura cepa” que somos reírnos ante la desgracia, de ella, y por ella. Su valor es el de inyectar un poco de fuerza a golpe de endorfinas en la vida de los espectadores.

Espero ansiosamente una nueva presentación de Rigoberto. Como audiencia quisiera verle nuevamente enrolado en la comedia en vivo, comprometido con ella. Ferrera no debe olvidar aquellas áreas donde su talento no encuentra competencia, y centrarse en ellas, pues se trata de uno de nuestros mejores humoristas, y la comedia en vivo es a su vez un tipo de teatro aún por conquistar en Cuba.