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Ludi Teatro en un acercamiento al «Diario de Ana Frank»

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Por Roberto Pérez León

En la calle I entre 9 y 11 en El Vedado está Ludi Teatro, colectivo que dirige Miguel Abreu y que esta vez presenta El diario de Ana Frank. Apnea del Tiempo, se trata de una puesta en escena que parte de un texto concebido por Agniezca Hernández Díaz, quien se inspiró en la primera adaptación teatral que hicieran en 1955 Frances Goodrich y Albert Hackett del Diario de la niña judía donde nos narra los años que pasó escondida de los nazis en Ámsterdam.

La adaptación al teatro del matrimonio Hackett mereció el Premio Pulitzer de Teatro y el premio del círculo de críticos dramáticos de Nueva York.

Aunque los autores no pudieron consultar los textos originales del Diario fue tal el éxito alcanzado por la obra que en 1957 la 20th Century Fox logró que el padre de Ana, el único sobreviviente, firmara un contrato de aprobación para el rodaje de la película, pese a que el Diario se mantenía incompleto, pues Otto Frank había suprimido algunos pasajes al publicarse por primera vez en 1950.

Entre 1942 y 1944, Ana Frank escribió su diario en “las habitaciones de atrás”, en Ámsterdam, donde la familia encontró refugio hasta que fue delatada en 1944 y llevada a campos de concentración. Ana murió un año después en Bergen Belsen.

En el Diario tenemos el estruendoso paso de la niñez a la adolescencia de Ana durante los dos años de encierro junto a sus padres y hermana, además de otras cuatro personas. Ana critica a su madre y a la vez declara su amor por Peter, el hijo de otro matrimonio judío que estuvo escondido también en la buhardilla de unos almacenes en Ámsterdam durante la ocupación nazi.

No es hasta 2014 que el texto íntegro del Diario llega al teatro. La pareja de escritores holandeses Jessica Durlacher y Leon de Winter tuvieron la aprobación del Fondo Ana Frank en Basiela, propietario de los derechos del libro, para que hiciera una pieza teatral que fue estrenada en Ámsterdam.

Ana en el teatro no ha cesado de reaparecer. La puesta en escena de Ludi Teatro posee  una particular artisticidad, en tanto denota un hacer del hecho teatral que ostenta la teatralidad esencial en la organización de los distintos materiales escénicos.

Considero que Miguel Abreu, el director de Ludi Teatro, está entre los directores que tienen la certeza que una obra existe en la escena; además, como dramaturgista organiza un accionar de ritualidad que tiene raíces en el juego que hace de que la performatividad actoral se nutra de un poderoso giro corporal.

Miguel Abreu no se estanca en los recodos de la teatralidad. La teatralidad como producción de formas teatrales; lo propio del teatro; la conexión de los distintos significados de los sistemas significantes de la escritura escénica, la cual no cuenta con un establecimiento para esas conexiones, sino que se van dando en la medida que se concibe la puesta en escena.

La teatralidad es la forma formada. En El diario de Ana Frank. Apnea del Tiempo tiene una dinámica interactiva entre los componentes de la escritura escénica donde la música vehicula el flujo de la intensidad expresiva.

En la teatralidad caben infinidad de criterios y definiciones que abarcan hasta la adjetivación de un evento escénico prodúzcase donde se produzca: en la guagua, en una cola, en la playa, en la Scala de Milano o en el sótano que tiene como sede el colectivo Ludi Teatro.

Según Barthes la teatralidad existe como un espesor de signos y sensaciones que precisan de una “percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos distancias, sustancias, luces, que sumerge el texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior”.

La exterioridad que permite y sustancia la escena como base convivial y viviente arrastra al texto literario, lo devora y lo transustancia en una polifonía de acciones que pueden crear una particular expectación y transformar nuestra percepción.

La música en El diario de Ana Frank. Apnea del Tiempo no es un sistema significante más dentro del poderío de las actuaciones, el diseño de luces, de vestuario, de escenografía.  Componer música con propósitos escénicos requiere de un modo específico de creación en tanto la escena demanda lo espectacular y lo dramático.

El corpus sonoro de una puesta en escena es una forma más que se integra a la escritura dramática e interviene en la expresión estética del espectáculo.  La música en la puesta en escena que les comento emerge imprescindible, forma parte insoslayable de la organización dramatúrgica.

Los efectivos criterios sobre la teatralidad de Miguel Abreu posicionan la música como sustancia definitoria en la textura de la puesta más allá de las estructuras diégeticas o extradiegéticas.

En El diario de Ana Frank. Apnea del Tiempo la música está concebida dentro del relato y complementa la trama con una presencia explícita y necesaria del desarrollo dramático.

La concepción de lo teatral en este montaje centra las demandas del texto lingüístico y su diégesis en el universo sonoro de una banda de música que define gran parte del espacio físico de la puesta y define al sonido escénico como significante vertebral de la escritura escénica al pautarla en todo momento desde el inicio hasta el final.

Lilena Barrientos ha hecho la música y canciones originales, y Nabil Severo tuvo a su cargo la música incidental. Los conceptos sonoros y las referencias musicales propician la avanzada dramática. No se descuida la expresión musical como parte de la gramática del desarrollo dramatúrgico marcado sonoramente en vivo y sin ilustraciones.

En El diario de Ana Frank. Apnea del Tiempo, la música al ser un componente distintivo de la dramaturgia, contribuye a la metaforización y resulta un ingenioso recurso que complementa al texto lingüístico propuesto por Agnieska Hernández.

La música en esta puesta no atavía el texto, no es música para crear un ambiente sonoro. Richard Wagner aseguraba que allí donde las otras artes dicen: esto significa, la música dice: esto es.

La música acciona en el escenario, transfiere al suceder escénico, procedimientos performativos y de esta forma se teatraliza ella misma al espacializar el texto y las actuaciones.

El subtítulo de la pieza es “Agnea del Tiempo”, se emplea el término médico que tiene que ver con la interrupción momentánea de la respiración. Pero en este caso al referirse al tiempo figura la detención momentánea del suceder, la pausa para la reflexión dada en la alternancia de la música y la enunciación actoral.

En cuanto a las actuaciones predomina lo presentacional, la artificialidad debida, exagerada, pero sin caer en la caricatura. Magistral ejemplo son los ires y venires de Claudia Alonso en su rol de El carnicero de Praga; cada una de sus apariciones-desapariciones produce un centelleo en la erótica del significante y el significado decididamente espléndido.

El diseño de vestuario de Celia Ledón carga con la atroz referencia del traje de los recluidos en los campos de concentración, la suave textura de la tela y la esmerada confección imprimen una leal y dolorosa belleza que evoca al Holocausto desde una sencillez estética admirable.

El diario de Ana Frank. Apnea del Tiempo es una producción escénica concisa, pero con mucho seso.

Foto de portada: Yasser Exposito