Por Ernesto Izquierdo Sánchez
Santiago de Cuba recibió el estreno de la obra Mujeres de Arena, puesta que recrea desde el teatro documental, el escenario de violencia que padecen mujeres y niñas en el contexto latinoamericano. El pasado sábado 2 de diciembre, Teatro El Muelle, dirigido por el teatrólogo Rey Alejandro Pascual García, puso a consideración del público esta puesta en escena que aborda la problemática de los feminicidos y la repercusión que ha tenido este fenómeno en la sociedad.
Sobre el proceso de montaje, Rey Alejandro, su creador y director, explicó en entrevista para Cubaescena:
La puesta Mujeres de Arena viene a partir de un texto de Humberto Robles, que trata de un ejercicio de denuncia sobre los incontables feminicidios en Ciudad Juárez, México. El texto se estructura a partir de poemas, reflexiones y testiminios de familiares de las víctimas; mujeres y niñas asesinadas y torturadas en el desierto. La obra intenta traer a la memoria sucesos de violencia, que no son exclusivos de México, sino comunes a toda nuestra región.
¿Cómo se desarrolla la dramaturgia de la obra?
Es una puesta que trabaja a partir de los testimonios puestos en la piel de cuatro actrices, con la intervención de un actor. Así se van a desarrollar las historias fundamentales sobre las que se desenlaza el texto.
La historia de Natalia cuenta cómo su madre la recuerda y aún sigue luchando por su hija desaparecida, secuestrada, y que encontraron luego de mucho tiempo junto a cadáveres con las ropas cambiadas, sin identificación. De igual modo, la historia de Micaela, narrada a partir de un juego escénico con la construcción de su prima, que es quien hace la denuncia y fue partícipe, hasta cierto sentido, del proceso policial; por lo que, su discurso también va dirigido a esos cuestionamientos de la policía cuando insinúa que la víctima fue responsable por vestir de forma “provocativa”. Asimismo, la historia de Lilia Alejandra surge a partir de una carta que escribe su hermana, la cual llama a reflexionar en torno a los momentos en los que se sucedía la violación, tortura y asesinato de la joven, que termina siendo enterrada en el desierto. Por último, Eréndira, cuenta su experiencia a partir de las notas encontradas en su diario los días previos a su secuestro y posterior muerte; que tiene un momento álgido con ese texto final, donde narra un presentimiento: iba a descubrir el “secreto más grande del mundo”.
¿Consideras esta puesta como un exponente del teatro documental?
La obra quiere evocar, en cierto sentido, aquella tradición del teatro documental que funda Humberto Robles en México, y que se convierte en uno de los principales exponentes de esta manera de hacer teatro desde de la creación con base en un objetivo sociopolítico de denuncia, que dice más allá de la ficción; haciendo que el espectador salga de la puesta. Ese es nuestra pretención con la obra, que el público salga, más que con el agradecimiento por el trabajo escénico, con la cruda y profunda reflexión sobre lo que ha visto en la obra.
¿En cuanto al trabajo escénico, cuáles fueron las pretenciones desplegadas?
En la obra se trabaja el minamalismo, a partir de un dispositivo del teatro arena, donde la escenografía va a ser el cuerpo de las actrices, y la arena es un elemento fundamental, para cubrir todos los aspectos de la puesta. De esta forma el público se ve enfrentado a ciertas claves que el espectáculole impone; donde lo importante es esa invitación a pensar qué hemos hecho cada uno por evitar la violencia que continúa hasta nuestros días.
¿Por qué es un teatro documental que versa sobre la realidad de México en particular y no de Cuba?
No hemos querido contextualizar en Cuba, porque preferimos que el espectador sea el que contextualice según sus propias experiencias vivenciales, en su barrio o con su propia familia, pues todos en algún momento hemos sido víctimas, partícipes o callado algún acto de violencia.
Hasta cierto punto es un texto bien duro por su contenido y por la implicación emotiva que exige poder entenderlo, coméntanos sobre este proceso en particular.
Es un texto muy directo, crudo, pero sin perder la poesía que se construye con poemas de Antonio Cerezo Contreras, luchador social que fue preso de consciencia en México, al que el gobierno tildó de traidor a la patria y al buen nombre de Juárez. Un país, en el que, por lo general, todas las estructuras que deberían combatir la violencia son cómplices, a veces por omisión, negligencia o de forma directa. Hay un fragmento de la obra que alude a esto de forma clara: “Ellos tienen cómplices en la policía, en el gobierno, en la mafia, allá en el paraíso como en el infierno; ellos tienen cómplices, pero nadie sabe quiénes son”.
Es una obra que cuesta hacer, porque el propio texto es difícil de leer, porque llama a pensar seriamente sobre lo que estamos haciendo, los pasos que damos y las maneras en las que podemos enfrentar situaciones como éstas; más aún, cuando en la actualidad hay un alza en los actos de violencia física, verbal, emotiva, que sufren las mujeres por el pensamiento machista que todavía prima en nuestras sociedades.
¿Qué nos puedes contar sobre el elenco artístico? Sabemos que no solo es un estreno, sino también un ejercicio de culminación de estudios.
El estreno de la obra será también el ejecicio de graduación de Yamilé Curiaux, actriz del grupo Macubá y estudiante del último año de la filial del ISA en Santiago de Cuba. Al inicio pensamos la puesta para un unipersonal, pero en el camino demostró la necesidad de incorporar a las otras actrices para darle voz a cada uno de los personajes. Es así como se compone el elenco por Mairelis Flores, Fátima Sánchez, Dayana Dominico y el actor Aléxis Martí.
La entrada de las actices es importante en el espectáculo porque todo el tiempo se trabaja con un sentido de la contensión, de la compenetración y donde ellas se mantienen en escena de conjunto con el actor. Es un espectáculo que no trabaja con luces teatrales, sino con un dispositivo escenográfico creado con dos proyectores, los cuales están proyectando al mismo tiempo sobre las actrices y sobre el fondo del espacio. Todo se produce a la vista del espectador, reto aún mayor pues conlleva a las actrices a estar activas en escena. Esto posibilitará una óptica diferente cada vez que se vea la puesta.
¿Cómo está concebido el recorrido de la obra?
Primero en el Cabildo Teatral santiaguero y una función especial en la cancha de la residencia estudiantil de la sede universitaria Antonio Maceo, en la Universidad de Oriente, con motivo de la Jornada de lucha contra la no violencia de las mujeres y las niñas, y a petición del grupo de Servicio Integrado de Bienestar y Desarrollo Humano (SIBDH) perteneciente al Departamentode Extensión Universitaria. Este es un espacio que me encantaría poder explotar con la puesta, pues es un público joven, que por la lejanía de la Universidad no puede muchas veces acceder a los eventos teatrales de Santiago de Cuba; y que esta vez van a tener la posibilidad de recibir en un espacio totalmente abierto, para nada tradicional, donde los retos son aún mayores, pues acompañan a la puesta los ruidos comunes y habituales de un espacio de vida universitario, aportando una nueva mirada al trabajo de la puesta, desde otra experiencia de vida.
¿Algún homenaje en particular con Mujeres de Arena…?
Es una obra que está dedicada al trabajo escénico de la mujer en Santiago de Cuba y en el mundo y a esa patria de tres sílabas: México, como la llamé un día; a la memoria de esas mujeres que fueron asesinadas y violentadas; a todo el que hace algo para denunciar todos estos hechos de violencia.
Desde hoy, la Ciudad de Juárez se convirtió en esa porción de patria en todos los rincones de la tierra donde existe la violencia. En cada una de esas historias, están representadas las heridas de tantas mujeres y niñas que, a lo largo de siglos, han sido víctimas de abusos y maltratos. Una vez vista la obra, seguirá resonando en el espectador aquella interpeladora pregunta: “¿Hay un Dios cerca de Juárez?”, no solo por lo emotiva de la misma sino por la veracidad de sus datos. Asimismo, Teatro El Muelle, como proyecto artístico cultural y pedagógico, se transforma en un exponente del teatro documental que busca trascender el escenario y ser un espacio de creación de consciencias.
El proyecto nació en la Universidad de las Artes, en 2014, y ahora continúa su trabajo como parte de la filial del ISA en Santiago de Cuba, vinculado con todas las instituciones de las artes escénicas en la ciudad, especialmente con el Cabildo Teatral Santiaguero. El Muelle quiere ser, más que nada, un lugar de paso y oportunidad para todos los artistas y aficionados del mundo teatral, que luego continúen su camino de realización profesional en otros grupos.
Fotos: Archivo Teatro El Muelle