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“20, LE VOY A MI GALLO PELÓN”

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Primeros apuntes para lectores ávidos sobre la Temporada de Otoño de Acosta Danza en La Habana.

Por Mercedes Borges Bartutis

Y sí, desde el principio aposté por Acosta Danza, porque sentía que era una formación que le hacía falta a la escena cubana. La presentación de la compañía en abril pasado trajo el sabor de los buenos regalos, con excelente empaque y un fabuloso contenido que se nutría de bailarines de procedencias diversas.

Dos programas sirvieron para mostrar todo lo que tenía guardado Carlos para el público cubano. Si en aquel momento las diferencias del elenco eran evidentes, hoy, con la Temporada de Otoño, Acosta Danza muestra una formación compacta, y lo demostró anoche, en la primera función que ofreciera en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

El programa, un poco extenso para toda una velada, trajo al escenario en su primera parte, los títulos Hokiri de Mackael Marso, coreógrafo francés afincado en Londres con gran demanda internacional como creador independiente; Derrumbe, pieza del cubano Miguel Altunaga,  colaborador cercano de Carlos Acosta; y el estreno mundial de Babbel 2.0, obra creada este año por la catalana María Rovira para la compañía.

Es difícil no comparar esta temporada con la de Abril, porque como público activo siempre quiero más. Aunque las tres obras, en general, son atractivas, correctas, con oficio; la propuesta queda por debajo de aquella temporada premier que tanto me sedujo. Sin embargo, ahora los bailarines en colectivo están en ese instante donde todo es posible. Punto y aparte para Marta Ortega y Mario Sergio Elías, dos bailarines que en este momento están desbordados. Su intervención en Derrumbe de Altunaga, eleva la obra a un punto que probablemente no alcance con otros nombres.

Babbel 2.0, trabajo de mesa.jpgPor su parte, Babbel 2.0 es una propuesta llena de imágenes hermosas, donde desde el mismo comienzo se presiente la mano de una creadora con experiencia. María Rovira ha sabido colocar y recolocar un cuerpo de baile repleto de primeras figuras. Babbel 2.0 para Acosta Danza puede ser un traje muy bien ajustado, si se reacomoda en un programa menos extenso.

En la segunda parte del programa reaparece Tocororo, fábula cubana. Este título se estrenó en 2003 y en esta ocasión aparece convertida en una suite, que favorece mucho la dramaturgia de la propuesta original.

Aunque se extraña la presencia de Carlos Acosta en el personaje de Tocororo, el desempeño de Luis Valle cubre con honor la ausencia y nos regala una interpretación fresca, desenfadada, con la misma seguridad en escena que acompaña a los consagrados. Junto a él, Verónica Corveas demuestra la riqueza de su trayectoria y todo lo que le aportó transitar de la mano de aquel Carlos Acosta que se fue abriendo camino a fuerza de talento y persistencia.

¿Y qué decir de Alexander Varona en su eterno personaje: El Moro? Bailarín polifacético, carismático, ha vuelto a Cuba con esa tremenda energía que siempre lo caracterizó, desde sus largos años como integrante de aquella DanzAbierta que fundara Marianela Boán. Alexander domina un amplio abanico de recursos expresivos, que le permiten pasearse por el escenario con dominio total. Sus intervenciones son clases magistrales en el escenario y a la vez se integra con armonía a todo el elenco.

Es justamente Tocororo Suite la gran demostración de cuánto ha logrado el equipo de trabajo de Acosta Danza; sus maestros y ensayadores lo han hecho impecable. Hoy, los bailarines de formación clásica que en abril pasado se les notaba el temor a lo nuevo desde lejos, son intérpretes a prueba de fuego. Tal vez unos más que otros, pero de manera general, todos han subido varios niveles en la escala del desafío a lo diferente en su profesión.

Respeto y aplausos para los músicos, que bajo la dirección de Hammadi Rencurrel Valdés, acompañaron de manera distinguida a los bailarines, en ese lindo viaje de saberse necesarios para el éxito.

Es por todo esto que apuesto nuevamente por Acosta Danza, por su energía y por la inteligencia de seguir dinamitando la escena cubana, en un camino difícil y muchas veces lleno de incomprensiones, pero donde encuentras una filigrana espectacular que tanto bien nos hace a los espectadores, para salir del teatro queriendo volver.

Fotos David Garten (Tomadas durante los ensayos. Facebook de Acosta Danza)