Volver A La Historia: Teatro Escambray, ¡La Aventura Que No Termina!
Por Yamina Gibert
En la línea divisoria que marca las provincias Cienfuegos y Villa Clara se encuentra el hábitat del grupo Teatro Escambray, en plena sierra montañosa, en el centro del país. Fundado en 1968, en la comunidad La Macagua, Manicaragua, por el conocido actor Sergio Corrieri y la actriz y directora Gilda Hernández, que venían de la Compañía habanera Teatro Estudio y decidieron dar un giro de 180 grados a sus vidas personales, en un momento donde el teatro se abría a múltiples horizontes.
Camino a La Macagua era imposible olvidar la historia, esa historia impartida en clases –estudiada por numerosos críticos, especialistas, investigadores-, testigo de numerosos cambios o de etapas por la que transitaron numerosos artistas de diversos orígenes culturales y regiones del país.
Recordaba fotos del repertorio histórico puesto en tierra, sobre hierba mojada, loma, matorral, edificaciones teatrales de lujo, en Cuba o en el mundo…, una y otra vez, obras testigos y muestras indiscutibles del entorno cambiante que les dio la vida. Veías puestas escénicas nacidas de la relación exacta teatro-público, del dibujo de las transformaciones operadas a lo largo de los años en un grupo teatral y en su país. Grupo/país, de dos en dos, o mejor uno solo, en maridaje como tal vez debiera ser el mejor teatro según algunos especialistas.
Esas puestas que van de finales de los sesenta del siglo XX a la actualidad “contemporánea” siempre nos pusieron delante del paisaje fabuloso del Escambray, del contexto agrario, pecuario y religioso, del conflicto de la lucha contra bandidos, de conflictos existenciales, de migraciones, de las conocidas y populares Escuelas en el Campo, y de los jóvenes, siempre los jóvenes. También la trasformación del campesino en obrero, los difíciles momentos del período especial, todas las temáticas que guiaron a los teatristas fundadores y a sus continuadores. No puedo olvidar como se fundieron esos temas en el repertorio histórico de obras que disfruté, que compartí y que hoy recuerdo con nitidez absoluta, porque se convirtieron en clásicos imprescindibles.
La vitrina y El paraíso recobrado de Albio Paz, La emboscada y Los novios de Roberto Orihuela, Molinos de viento y La paloma negra de Rafael González, El ladrón de Salvador Lemis, Fábula de un país de cera de Joel Cano, Voz en Martí y Como caña al viento por Carlos Pérez Peña, Los equívocos morales de Reinaldo Montero, la versión de La vida en la Plaza Roosvelt de Dea Loher, a cargo del propio Pérez Peña. Todos son memorias que se activaron el pasado 6 de noviembre, cuando celebrábamos el aniversario 50 de la fundación.
Rafael González agradeció la presencia en La Macagua a ex-integrantes e invitados, informó jocosamente que en esos años fueron estrenadas 98 obras, se ofrecieron más de siete mil funciones, y se superó el millón de espectadores, ubicados -sobre todo- en la zona montañosa del Escambray.
El programa de celebración presentó Lágrimas de cocodrila, del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, a cargo de egresados de la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijoo, un montaje que había sido la tesis de graduación de los últimos pupilos.
El crítico Omar Valiño resaltó y saludó la trayectoria de la agrupación, seguidamente dio paso a la actriz brasileña Camila Scudeler que presentó y donó al GTE su tesis de Doctorado sobre este colectivo. La investigadora Carmen Sotolongo presentó el número 68 de la revista Umbral, en la que aparecen entrevistas a Sergio Corrieri, a otros artistas relacionados, y donde se halla una preciosa carta de la Doctora Graciella Pogollotti a los GTE; además, textos del teatrólogo Juan Carlos Arencibia, la escritora Iliana Pérez Raimundo y del propio Omar Valiño, entre otros, complementan la compilación en torno al tema Teatro Escambray y sus tránsitos y esencias.
Disímiles fueron los reconocimientos de la provincia, del municipio de Manicaragua y del Ministro de Cultura. Flora Lauten -premio nacional de teatro- al dirigirse a la prensa dijo sentirse feliz de estar nuevamente en el Escambray y recordar los años iniciales de la aventura. Carlos Pérez Peña, caminaba satisfecho por los senderos y solícito intercambiaba con quienes se acercaban a su paso. Carmen Fragoso, Carlos Treto, Gina Caro, Fernando Echavarría, Jorge Luis López, Daniel Mena, Roberto Orihuela, Cheíto, y Sergio Gonzáles, antiguos y jóvenes actores que allí se formaron, obreros y trabajadores del grupo que radican en la Habana, Matanzas, Santa Clara o Cienfuegos, tuvieron un encuentro muy emotivo, trascendente, según el decir de los convocados.
Todos, entre abrazos, recuerdos y la sorpresa del re-encuentro, volvieron a vivir sus andanzas por esas lomas haciendo teatro junto a Gilda y Corrieri. Allí debieron estar, muy cerca, observando ese presente y sus “no pocos desafíos de continuidad”, porque el GTE busca nuevos sentidos y quiere afianzar la posibilidad de nuevas épocas. Es este el “Escambray” que nos despide: un espacio de formación, de docencia, de Foro, de Investigación, de estancia permanente en frontera, siempre de paso.