Videodanza y cuerpo tecnológico. Cuba y el desarrollo de este arte

Por José Omar Arteaga Echevarría

Registro documental, coreo-cinema y videodanza. Apuntes históricos

Pienso en los ojos. Muchas piezas móviles. Pienso en ver. Es más complicado de lo que parece. Pienso en la visión y el movimiento. Lo uno da lugar a lo otro.

Lisa Nelson (2001)

Una de las preocupaciones de la danza como arte que subsiste en un corto lapso de tiempo es el rompimiento de este carácter efímero. Las litografías, pinturas, retratos y luego la fotografía fueron maneras de registrar instantes, residuos de una obra coreográfica, ademanes de un estilo o época artística. La irrupción del cine en el siglo XX dio al traste con la captura de las imágenes en movimiento y la danza, que comparte esta característica de la kinesis, fue sobre estos otros lenguajes y códigos estéticos.

Loïe Fuller, escandalosa figura que despunta desde finales del siglo anterior es una de las punteras en estos vínculos danza-cine. El lente de George Méliès filmó en más de una ocasión a la bailarina en sus espectáculos con telas y luminarias. Lo que comenzó siendo un registro visual, fue adquiriendo otros valores estéticos al agregar efectos y otras técnicas de tratamiento de la imagen en la edición.

Loïe Fuller en la danza Serpentina fotografiada por Isaiah West Taber, 1897. Foto tomada de Internet

A mediados del siglo XX irrumpe en el ámbito artístico norteamericano un término que atrapó la atención de no pocos intelectuales y artistas. John Martin, crítico de danza del New York Times acuñó el vocablo choreocinema (coreo-cinema) a propósito del filme de Maya Deren y Talley Beatty A study in choreography for camera, generando una fuerte polémica entre entendidos en el arte danzario y cinematográfico.

Años más tarde respecto a esta obra la propia autora- intérprete se refirió a la intrínseca relación entre la performance y la edición cinematográfica como un todo que no puede ser separado ni presentado de otra manera. Tras un camino recorrido y varias obras que continuaron esta línea, describe su trabajo como film- dance o screendance, término que evoluciona a con la llegada del videoarte, y por consiguiente la videodanza.

A partir de los 60- 70 y el fin del arte, las maneras irrisorias de abordar la sociedad desde los presupuestos artísticos y el videoarte como subgénero en la emergencia de una época, vienen a formar parte de una posmodernidad en ciernes que se forjaba como conciencia estética. Los movimientos sociales pro derechos sexuales, raciales, los hippies, la globalización, el VIH, las subculturas, el pop y el Minestream; todo un contexto convulso de la segunda mitad del siglo XX. La videodanza va a ser una alternativa estrechamente relacionada al performance a partir de experimentaciones cuerpo- video.

Merce Cunninghamy su compañía fotografiado Jack Mitchell en 1972. Tomado del periódico digital La Nación.

Merce Cunningham junto a John Cage llevaron la danza hacia los terrenos cinematográficos a partir de sus concepciones del movimiento cotidiano, la calma y la sobreexcitación corporal, el azar como principio en la coreografía y otros elementos que tradujo desde el lente. A Cunningham le suceden nombres como Alwin Nikolais, Meredith Monk, Yvonne Rainer, Angelin Preljocaj, Pina Bausch, William Forsythe, quienes recurrieron al audiovisual no solo como registro documental. El desarrollo de la digitalización, el avance en materia de técnicas de animación, fotografía y edición posibilitaron ampliar el marco expresivo de la videodanza y llevarla a límites insospechados.

Las películas de danza y posteriormente las videodanzas son parte de las investigaciones emprendidas por los artistas desde el nacimiento del cine a través del modernismo y hasta la era postmoderna (…). [la danza para la cámara] es un género que vive más a menudo al margen de la historia danza, del cine o del vídeo (…). Si nos convertimos en convencionales, el trabajo de aquellos que ampliaron las fronteras de la danza y el cine será simplemente un débil eco en la historia del género. La danza para la cámara crea una línea muy delgada entre extender las metáforas del arte de la danza en una nueva forma híbrida y bailar fetichizando los cuerpos que se encuadran en ojo de la cámara.[1]

Cuba, la danza y la cámara. Incursión en la videodanza

El video en cuanto “objeto” es una cuestión de maquinismo/ humanismo…

José Luis Brea (2002)

Las intenciones de documentar la danza cubana desde el audiovisual vienen desde los inicios del ballet Alicia Alonso, luego Ballet Nacional de Cuba, así como el surgimiento del Departamento de Danza Moderna con Ramiro Guerra al frente. José Massip, Melchor Casals y Héctor Veitía recogieron la memoria coreográfica de ambas compañías. Los grandes roles de la Alonso: Giselle, Odette-Odile, Carmen, han quedado registrados para la posteridad. También las primogénitas obras de la danza moderna cubana que se mantienen en el archivo audiovisual del Instituto Cubano de Radio y Televisión.

Uno de estos trabajos, que por su estética experimental se acerca a la video danza es el documental Diana, realizado por el entonces joven estudiante de la Escuela Internacional de Cine y Televisión Juan Carlos Cremata en 1988. Esta pieza recoge testimonios sobre el choque que constituyó para los bailarines de la compañía (amigos) la partida física de la joven a causa del cáncer. Además de las entrevistas con fragmentos de clases, música, sonidos electroacústicos y ruido ambiente, introduce flashazos de coreografías, movimientos corporales, imágenes editadas, distorsionadas, escenas que evocan la angustia y la penosa enfermedad. Estas propuestas experimentales dieron curso a nuevos realizadores, bailarines y creadores para transitar por estas sendas de la danza y la filmografía.

Referirse a videodanza en el panorama artístico cubano apunta a Adolfo Izquierdo. Integrante de Así Somos, proyecto de la norteamericana Lorna Burdsall, una de las principales influencias de la danza moderna y contemporánea en la isla. Este espacio permitió a Izquierdo acercarse a diversas expresiones artísticas, inclinándose por la hibridación de los códigos cinematográficos con los lenguajes kinéticos, dramáticos, sonoros y visuales.

Su primer trabajo cercano a la videodanza fue Sola, mediometraje de 50 minutos basado en el diario de su maestra Lorna Burdsall. Pensamientos nocturnos, Bicicleta, Virus gris y Ayer son algunos de los títulos que Adolfo Izquierdo tiene en su haber.

Adolfo Izquierdo, artista visual que ha ido por los caminos de la videodanza. Foto Achivo Cubaescena

Entre las obras que Adolfo Izquierdo ha establecido un puente de creación entre Gabriela y Lorna, produciendo testimonios visuales de excelente factura.  Fotógrafo, artista plástico y realizador de audiovisuales hermosos, Adolfo Izquierdo posee el trabajo más destacado en materia de video-danza hoy en Cuba.[2]

A partir de aquí ha desplegado una fructífera labor creativa junto a Gabriela Burdsall, nieta de la destacada bailarina norteamericana. El binomio de creadores ha continuado por los predios de la videodanza. Entre sus producciones están Café Stress, Burdsall- Izquierdo continuo Espacio- Tiempo y otras que han sido premiadas en certámenes nacionales e internacionales.

Otros jóvenes cubanos se han aventurado a la creación danzo-cinematográfica, entre ellos Eugenio Ruiz, Raúl Reinoso y recientemente el egresado de la Universidad de las Artes Julio César Rodríguez Azahares, estos últimos bailarines devenidos coreógrafos emergentes y realizadores de audiovisuales.

En el país concurren los espacios favorables para el desarrollo de este arte medial que cada edición va sumando adeptos. DVDanza Habana: Movimiento y Ciudad es un concurso que se realiza en el marco del Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja ciudad en movimiento, paralelo a esto, surge TECNOLOGÍASQUEDANZAN, proyecto que continúa fomentando el trabajo por y para la videodanza dentro y fuera del territorio nacional.

Entonces se asevera que hay un movimiento en torno a la producción de estos materiales artísticos, los espacios están creados para recibir las propuestas, ya sean de noveles creadores o bajo factura de cineastas estudiados en la materia.

Las nociones tradicionales de la danza como arte escénico implican la existencia de un cuerpo en movimiento y de un espectador que desde algún punto en el espacio recepcione la información y codifique los signos como un todo. La video danza trae como propuesta interesante la re-presentación del cuerpo a través de otro dispositivo, un cuerpo no presencial pero presente. En el hecho escénico el público receptor tiene licencia para codificar e interpretar la obra de disímiles maneras a partir de su subjetividad, en la videodanza el creador conduce esta mirada, pondera un elemento sobre otro, refuerza los discursos coreo-kinéticos mediante alteraciones de la fotografía, el sonido y otros elementos expresivos que configuran una “danza de las imágenes”[3].

Gabriela Carballo en Menorragia, reciente producción salida de la Facultad de los Medios Audiovisuales de la Universidasd de las Artes (ISA)

La pantalla como espacio coreográfico es un lugar de exploración de la danza como sujeto, objeto y metáfora. Un lugar de encuentro para ideas de tiempo, espacio y movimiento. Ni la danza ni los medios para manifestar (la coreografía) están al servicio uno de otro, sino que son compañeros o colaboradores en la creación de una forma híbrida.[4]

La videodanza captura los cuerpos en movimiento y propone una atemporalidad subjetiva. Sigue siendo este el eje del registro, ya sea cercenado, negado u ocultado, el cuerpo es un organismo que pierde su condición humana para transformarse en ciborg, en producto mediático paradógicamente dependiente del espacio-tiempo de proyección y consumo.

El cuerpo ha abandonado su forma anatómica, presencial. Ha sido transformado, corrompido digitalmente, sustituido, ha ocurrido su elipsis, sin embargo; sigue siendo el eje transversal de la videodanza. Disímiles técnicas y maneras de concebir el hecho danzario para la cámara han sido probadas y se siguen ampliando estas exploraciones. La irrupción de las tecnologías en la danza trajo consigo la tecnologización del cuerpo.

[1] Rosemberg, Douglas. Essay on Screen Dance. Dirigido por Dance For the Camera Symposium, Wisconsin, Estados Unidos. (2000)

[2] Bartutis, Mercedes Borges. DANZA CUBANA, OTRAS EXPRESIONES DE UN MOVIMIENTO, conferencia. I Encuentro Iberoamericano de Danza. (2016)

[3] Término usado por Isabelle Ginot, crítica de danza francesa para describir la videodanza.

[4] Rosenberg, Douglas: http://www.videodanza.com/

 

En Portada: Gabriela Burdsall en S-tress. Foto Erik Coll

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