Vida De Flora: Acción Escénica Como Acontecimiento Creativo-Dinámico
Por Roberto Pérez León
Hagamos un ejercicio de conectividad donde no cabe establecer jerarquías. Vamos a intentar cierta deconstrucción de un acontecimiento escénico que tuvo lugar en Pinar del Río por el 40 aniversario de la muerte de Virgilio Piñera.
El Consejo Provincial de las Artes Escénicas en esa provincia organizó una jornada de homenaje al más grande de nuestros dramaturgo y uno de los poetas más certeros de cuántos hemos tenido en la Isla; su poesía forma parte de manera vertebral en la cartografía de lo cubano más raigal.
Pero hay que decir que toda la obra de Piñera está recorrida por un espesor de signos que hace de su literatura un asunto escénico.
La Sala Virgilio Piñera sede del colectivo Teatro de la Utopía organizó la jornada conmemorativa que contó con la participación de Danza Espiral de Matanzas por ser esta agrupación la que más ha puesto en escena la obra de Virgilio.
Durante dos días sesionó un panel interdisciplinario que tuvo como tema central “De la literatura a la danza”, donde se analizó desde diferentes ángulos la presencia de la obra de Virgilio Piñera en la Danza Contemporánea.
El dramaturgo que nos puso en la modernidad literaria desde la creación teatral fue centro de consideración por parte de un panel de estudiosos, críticos y especialistas en danza contemporánea que realizaron un recorrido por los procesos creativos de la agrupación Danza Espiral, que desde el cosmos virgiliano ha hecho incursiones enriquecedoras para la danza contemporánea entre nosotros.
Según Reilando León, director de Teatro de la Utopía, el encuentro realizado los dos primeros días de noviembre, “patentizó no solo la presencia de Virgilio Piñera en el quehacer de los artistas cubanos sino que expuso la continuidad de una memoria en lo estético, sobre todo una ética del creador ante el sentimiento de Nación.”
Una mirada a la Danza de hoy a través de la Literatura, cómo asumir el riesgo de transferencia de códigos de un sistema estético a otro, cómo estar atento a que el proceso no se convierta en una mera ilustración gestual del texto escrito.
Este encuentro nos dio la posibilidad de pensar la danza desde la literatura y saber que, de un lado y de otro, el signo debe ser vigilado desde una voluntad estético-artística sin fronteras.
Pero lo mejor de la jornada fue el encuentro en vivo y en directo entre la Literatura y la Danza; Nelson Simón, escritor y Liliam Padrón, coreógrafa, pusieron en escena a Flora, la que tuvo vida en un poema que Lezama Lima consideró uno de los mejores de la poesía hecha en Cuba.
En la sesión teórica inaugural, Nelson Simón fue invitado a leer fragmento de La increíble historia de los increíbles pues de la Señora Flora, y en la noche Danza Espiral pondría Vida de Flora. Y esto sucedió sin previo acuerdo. Todo por azar, el complaciente, el lezamiano.
Nelson leyó, Lilita bailó; en el mismo espacio y en tiempos diferentes tuvimos dos perspectivas de Flora sin sucesión ni linealidad.
Hubo pluralidad y diversidad expresiva entre ambos creadores; se produjo una acción teatral por medio de la manifestación de un paisaje de imagen, cuerpo y voz para una estructura dramática de opulencia enunciativa; Nelson y Lilita saben que en escena todo figura y ninguno de los dos dejó de significar y producir sentido
No pretendo hacer un análisis del texto de Nelson, voy solo a detenerme en el acontecimiento que fue la lectura que él hizo de su Flora.
Pocos escritores pueden o tienen el don de montar sus textos en un accionar más allá de la enunciación verbal y hacer de la lectura un hecho escénico. Pues Nelson Simón lo logró leyéndonos su Flora.
La enunciación de Nelson sobrepasó lo verbal y tuvo una corporalidad coréutica, hubo danza porque el significante corporal en asociación con el texto lingüístico hizo una aleación performática, hubo contagio entre cuerpo y texto y por eso la lectura resultó peformativa y disfrutamos de una Flora a lo Nelson Simón.
Por otra parte, la Flora de Liliam Padrón coreográficamente tiene un funcionamiento modular sin embargo las escenas no se hacen independientes una de otras por lo que no podemos hablar de linealidad en el desarrollo dramatúrgico.
En la puesta de Danza Espiral, el poema no se ha desfigurado porque no se establecen estructuras azarosas ni automáticas ni demostrativas, existe una indagación en el código literario y sus causalidades para que suceda la transposición al código dancístico.
Se trata de una transmutación semiótica entre dos sistemas de signos diferentes. No hablemos de una adaptación ni de una versión. Veo la puesta de Vida de Flora de Danza Espiral como una reimaginación. No hay representación sino un acontecer vertiginoso entra la imagen y la acción dancística.
Flora la de los pies enormes fue interpretada por Christhoper Andy Boulet, un joven bailarín que sin traspiés supo dar lo único que tiene quien está en un escenario: el cuerpo como materia prima para la danza.
El joven bailarín fue objeto y sujeto, fue causa y efecto porque el creador escénico crea sobre él mismo y a la vez sigue siendo él mismo.
Christhoper Andy Boulet en su gravitación danzaría nos conmueve de manera divertida y serena. Su expresión corporal alcanza mostrar una interioridad en cada uno de sus movimientos dentro del espacio escénico que por momentos es colmado por todos los integrantes de la compañía, y Christhoper con radiante potencia no deja de ser Flora.
Vida de Flora es la visibilización de una poética específica en la interconexión entre danza y literatura mediante una estrategia compositiva de relaciones escénicas que van de lo sensorial a lo conceptual, siempre desde los cuerpos que se mueven sobre una ecléctica y oportuna banda sonora.
Vida de Flora tiene 20 años en el repertorio de Danza Espiral, así es que se confirma una vez más que 20 años no es nada. Flora luce radiante en su esplendida juventud.
Lilita y Nelson no versionan el texto original, tampoco los ha inspirado temáticamente, no lo refabulan ni reficcionalizan, no hacen una relectura. Nelson y Lillita han transpensado la poemización de la vida que Virgilio dio a Flora.
La lectura de Nelson y la puesta de Lilita nos aseguraron una percepción wagneriana del poema como totalidad; las correspondencias entre la lectura Nelson y la puesta de Lilita nos permitió despertar realidades poéticas sinestésica: el cuerpo de Nelson leyendo y luego los cuerpos de los bailarines haciendo, se convirtieron en performances afines.
El texto de Virgilio es irracional e irrisorio por lo estrambótico y disparatado, no por ello es absurdo, sí existencial. Pero en ninguno de los dos discursos existe la caricatura porque tanto en Nelson como en Lilita, en primer plano siempre está la imagen que se sabe imagen, la imagen como la única de las historias posibles.
Sabemos que la contaminación es un proceder del arte y la literatura, ya no hay homogeneidad en las manifestaciones estético-artísticas; cada vez más el arte es un constructo eminentemente sociopolítico; la otredad de Flora; Flora nos ve y se establece un diálogo diverso y heterogéneo, descentralizado y nos situamos en nuevos espacios de significación.
La hibridez y la hibridación hacen que las fronteras sean más permeables y se articulen por medio del intercambio o cruce de operaciones escénicas fluidas con la lógica de multidimensionalidad, y una dinámica que hace posible varios niveles de percepción, que se fracture la homogeneización y sobresalga la coexistencia sígnica.
La lectura que hizo Nelson de su texto literario y la puesta en escena de Lilita coinciden en la transtextualidad en sus muchas operaciones: “para”, “inter”, “meta”, “archi” textualidad.
La lectura de Nelson se salió de los cauces verbales y contamos con su cuerpo entero–como el son guilleniano.
No sería descabellado que un día Danza Espiral y Nelson Simón compartan un espacio escénico global y entre enunciaciones con efectos análogos tengamos los avatares de los grandes pies de Flora en el escenario.
Liliam y Nelson hicieron una construcción escénica horizontal, sin subordinaciones ni jerarquía entre los elementos constitutivos del performance de que fuimos testigos en la pinareña sala Virgilio Piñera.
No hay mímesis en el personaje de Flora, existe una expansión de la interioridad del personaje. La lucidez desatinada del poema está alrededor de los enormes pies de Flora que son los que promueven las acciones escénicas tanto de Liliam como de Nelson.
El escritor y la coreógrafa concibieron una Flora conocedora de que “no existe nada verdaderamente doloroso o absolutamente placentero”, como afirma Virgilio en el programa de mano del estreno de Electra Garrigó, en 1948.