Viaje a las esencias de la danza con Eric Rivera
Por Alexis Peña Hernández
Para el maestro puertorriqueño Eric Rivera recordar los días en la escena es volver a un pasado repleto de añoranzas, de sentimientos. La danza ha sido su motor impulsor y lo ha llevado durante 20 años hacia varios escenarios prestigiosos alrededor del mundo.
En su cuerpo, las huellas de cada experiencia vivida marcan instantes de emoción personal y a once años de iniciar su carrera como coreógrafo, Eric Rivera siente la necesidad de ver materializada en sus alumnos la satisfacción de cada pieza concluida que, sobre las tablas, lo libera y hace inmensamente feliz.
En el 2019 vine a Cuba para trabajar con el Ballet Contemporáneo de Camagüey. En aquel momento el director artístico, Pedro Ruiz, me invitó para que construyera una obra.
La compañía estaba en proceso de restructuración de su elenco, y creí apropiado centrarme en el solo femenino Por el tiempo. Esa vivencia marcó mi trayectoria, por eso al cabo de cuatro años decidí lanzarme a una nueva aventura creativa en esta agrupación.
Los recuerdos de su presencia en la tierra agramontina le posibilitan regresar siempre con la sed de coreografiar para un elenco juvenil mucho más sólido.
Me siento feliz de trabajar con estos bailarines ansiosos de aprender y de vivir a flor de piel la adrenalina de cada puesta en escena. Pienso que para ser artista no solo vale el talento, sino la cualidad y la calidad, y de eso hay mucho en el Contemporáneo de Camagüey.
Como coreógrafo me gusta escuchar y ser escuchado, y dejar que fluya la química, porque en la danza todos somos creadores.
La danza está vinculada a cada una de las anécdotas que guarda en su memoria, por lo que inspirarse nunca ha sido una barrera.
Para la confección de una de mis piezas encontré la motivación en las migraciones de las aves; me agrada apreciar cómo hacen de su vuelo figuras en el aire, de manera natural, y eso fue lo que quise reflejar, pero de una forma abstracta.
Como coreógrafo pienso que siempre hay que tener una idea, una imagen. No obstante, la danza es muy abierta a la interpretación y quizás la audiencia no lo perciba de la misma manera que yo, pero lo importante para mí es que sientan un significado en su interior.
Mientras habla de la obra, observa el jugueteo de varias aves que revolotean cerca del techo de la sede de la compañía, y seguidamente expresa: “Eso quise para mi pieza, esa inocencia y algarabía”.
Considero que la vida es solo un ciclo que nunca sabemos cuándo cerrará, por tanto, un nuevo día representa la oportunidad de alcanzar algo que nos hayamos propuesto. Para ello viajamos a diferentes estados emocionales, experimentamos nuevas sensaciones, conocemos otros caminos, abrimos y cerramos puertas. Realmente somos una especie en viaje, y eso es lo que quiero para esta composición.
Cada escenario pisado se transforma en una historia que actualmente utiliza como recurso en su labor pedagógica de profesor de danza, asociado a la Virginia Commonwealth University.
Me enfoco no solo enseñar la técnica, también muestro cómo es la vida profesional en la danza, y eso solamente se vive cuando uno está en una compañía.
Disfruto darle ese empuje a mis estudiantes para que cumplan sus sueños, suelo dejar que tomen las riendas y amen su carrera, al igual que yo durante todos estos años.
Entonces, a pocas horas de regresar a Estados Unidos, sus ojos solo reflejan la nostalgia y el orgullo que van entrelazados en su nueva obra Especie en viaje y, su sonrisa con sabor a Caribe, deja claro el apego a cada miembro del elenco.
Estoy encantado con esta compañía y con cada miembro de su equipo, son todos excelentes trabajadores. Me llevo gratos recuerdos, nuevas amistades y el placer de conocer una rica cultura caribeña; esas pequeñas cosas hacen que goce de mi labor. Espero que esta no sea mi última vez en el Ballet Contemporáneo de Camagüey, porque estar aquí me ha hecho viajar hacia las esencias de la danza.
Fotos Argel Ernesto González Álvarez