Un teatro sanador

Observamos a la Cuba de más de un siglo atrás, pero también a la presente en conflictos renovados. Y hoy agudizados en medio de un feroz enfrentamiento de ideas entre lo propio y lo foráneo

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Oficio de Isla, el espectáculo fundacional de lo que luego sería Nave Oficio de Isla. Comunidad Creativa, estuvo de temporada para celebrar el primer lustro de su estreno, años que han posicionado a este proyecto como un sitio insoslayable de nuestra geografía escénica.

La puesta en escena, de Osvaldo Doimeadiós, líder de Nave, discurre entre varios segmentos con el centro en la pieza Tengo una hija en Harvard, del conocido cineasta Arturo Sotto, formado en primer lugar en el teatro. En la obra explora, desde la ficción, un pasaje poco recordado, la presencia en Estados Unidos de más de 1 200 maestros cubanos, por convocatoria de la Universidad de Harvard.

Transcurría el año 1900 y Cuba era un hervidero bajo la ocupación norteamericana, la frustración de la independencia después de derrotar al imperio español y la expectativa por declarar la república, que demoraría hasta 1902. A nivel gnoseológico, Oficio… explica mejor que muchos documentos el significado del 20 de mayo en aquel contexto, a pesar de sus reales limitaciones históricas: la conquista de símbolos propios después de una ardua batalla cultural.

Texto y puesta transparentan ese escenario a partir de una familia atravesada por esos dilemas. Estos eclosionan con la invitación al mencionado viaje de la hija maestra. El autor sabe de la fuerza, en cualquier dramaturgia, de la cubana en particular, del núcleo familiar como célula de lo nacional.

Observamos a la Cuba de más de un siglo atrás, pero también a la presente en conflictos renovados. Y hoy agudizados en medio de un feroz enfrentamiento de ideas entre lo propio y lo foráneo, entre permanencia y emigración, entre atraso y modernidad… La realidad y el tiempo modifican percepciones o las hacen más pertinentes. Aunque vi alguna de las primeras funciones en su debut, Oficio de Isla dice más ahora que entonces.

Esa «elocuencia» no sería suficiente sin la teatralidad lograda por el considerable equipo reunido y guiado por Doimeadiós. Levantar todo eco político desde lo cotidiano con el perfecto dominio del tono por parte de actrices y actores, construir un espacio flexible, atractivo y dúctil, de hermoso diseño escenográfico y de vestuario, abrir la escena a un concierto de artes en el cual confluyen danza, música y performance, habitar la partitura general con fluidez y solvencia, hondura y muy fino humor, nos conduce a la anagnórisis que nos cura en medio de esta Cuba desafiante.

El teatro es sanador. Tiene ese poder de la emoción. Los griegos lo supieron y nosotros con ellos, pero no hay como sentirlo una vez y otra vez. Tiene que ocurrir en vivo, en presente, como repetía Abelardo Estorino. Yo lo viví ante Oficio de Isla. Para los días tan difíciles que corren: un teatro sanador.

Fotos Xavier Vila. Tomado del periódico Granma.