Un cabaret en sedición

Paradoja mediante, el espectáculo habla de la Isla, de nosotros. Su material es nacional
Por Omar Valiño
Al terminar agosto, vi en Santa Clara La salvación. Un cabaret de posguerra, espectáculo con texto y dirección de José Brito Cordero, quien ha liderado allí, por más de una década, el grupo Teatro Adentro.
Entre noches lluviosas, se hicieron sitio en El Mejunje, de Ramón Silverio, puesto que no conciben la obra para un teatro al uso, sino para un espacio en el cual se puedan desplegar con naturalidad las características de un cabaret, tanto en la escena como en el auditorio. Logran así, además, una explícita cercanía con los espectadores, búsqueda que todavía puede resultar más productiva y riesgosa para ambas partes.
El espectáculo es incisivo. El tal cabaret de la ficción deviene cárcel donde el trío de actrices protagonistas está condenado a repetir los sufrimientos de la guerra. Pero he aquí el hallazgo: no refieren tanto el ruido de ametralladoras o explosiones, aunque está presente y hasta lleva el nombre quemante de Gaza, como al bombardeo seudocultural de música sin valor, sea de un género u otro; a la saturación comercial de la vida y a la representación continua de las personas para las redes.
La flecha de La salvación… apunta contra la enajenación. Esa conviviente que ya casi nadie mienta por su categoría. En ese sentido, es una puesta rara entre nosotros. Inmersos en el «factor Cuba», no suelen verse los procesos sociales y políticos más allá «de la maldita circunstancia del agua por todas partes».
Paradoja mediante, el espectáculo habla de la Isla, de nosotros. Su material es nacional. O es el resultado de la interacción entre el estado del mundo y su impacto aquí a nivel ideológico.
La elaboración teatral refuerza esas ideas sin intentar un sermón pedagógico. Se baila, se canta, se bebe, se proclama, se escucha música… a un ritmo vertiginoso. Lugar venido a menos, la visualidad huye de lo bonito, es agreste, hostil en ocasiones. Como espejo que deforma la imagen para vernos mejor. Las actrices Elieter Navarro, Wendy Oliva y Verónica Medina, indiscutibles constructoras de la acción, destacan en su ejecución, pero, sobre todo, en la conciencia de su condición entre la realidad y el artificio, junto a Andrés Castellanos y Dorian Díaz de Villegas.
Al estilo de la pauta brechtiana, La salvación. Un cabaret de posguerra conjuga diversión e ideas, subraya gestos y vínculos, fustiga comportamientos anquilosados, en particular la cosificación de la mujer, invita a ampliar la mirada y a ver interrelaciones más allá del ombligo. En su título define esta época que vivimos, pero le responde con un cabaret en sedición.
Tomado del periódico Granma
En portada: La salvación. Un cabaret de posguerra conjuga diversión e ideas. Foto: Laura Eternod.