Thais Suárez & Norge Cedeño: cuerpo juego infinito de su ser en presencia
Por Noel Bonilla-Chongo
“El artista escénico pone el cuerpo donde encuentra fisuras…”
María Sánchez Portillo y Alberto Lomnitz
Ella y él, así de equivalentes, como para situarlos cual juego infinito de su ser cuerpo en presencia. Presencia de ese OtroLado que los junta íntima y creativamente en la compañía que fundara el bailarín y coreógrafo Norge Cedeño junto a su compañera de fórmula, la excepcional bailarina Thais Suárez. Hace solo unos días celebrábamos el peso del paso de estos primeros cinco años que distan de la creación de OtroLado. Colectivo devenido núcleo de creación comprometido con la experiencia de tomar riesgos y afrontar la producción artística más allá de toda receta y estilos; viajar hacia “el lenguaje híbrido que trasciende estructuras formales a favor del encuentro de todas las manifestaciones que buscan redescubrirse en aquello entendido por Arte”. Integrada por artistas de probada cualidad técnica e interpretativa, fundamentalmente provenientes de experiencias anteriores en la compañía Danza Contemporánea de Cuba (DCC) y en otras agrupaciones, durante el tiempo transcurrido, han sabido dejar su huella en apuesta de seguros cuerpos.
Cuando se dice “cuerpo” pensamos en la parte física de un ser, también en su apariencia, en su salud o en su quebranto. De manera rápida y elemental, referimos que se compone de cabeza, tronco y extremidades. También pensamos en otros cuerpos posibles (y hasta imposibles), incluso, más allá de las funciones, mecanismos y morfologías del primero. De esas nociones se derivan cercanías y distancias en la gran cartografía corpórea de tantas concepciones diseminadas en OtroLado. Allí donde ser cuerpo es ser un todo activo que nos permite ubicarles al “otro lado” de la danza ¿Qué entender por “otro lado” en un contexto, como el nuestro, tan semejante? ¿Dónde empieza y termina la danza en OtroLado? Acaso, el objeto coreográfico de su escritura espectacular, permite nombrar esos modos bailantes que, sin distancias aparentes, los alejan de socorridas estrategias narrativas, ¿será o no? Acaso, ¿en la corporeidad global y las singulares de la compañía, en las grafías de sus piezas, absorbidas y examinadas, alabadas y comprendidas como pensum (un peso) objetivo, el cuerpo/los cuerpos se tornan objeto/sujeto de pensamiento?
Parecería que para Norge Cedeño, líder de la compañía, sus tránsitos en DCC y la propia actividad creativa que en este tiempo ha desarrollado de manera paralela al trabajo de OtroLado, le van posibilitados encauzar su “deseo de conquistar imposibles” desde la autosuperación y estudios constantes. Graduado de la Escuela Nacional de Arte como bailarín profesor, comenzó su vida profesional en el Ballet del Teatro Lírico de su natal Holguín, compartió formación en la compañía Codanza con la maestra Maricel Godoy antes de desembarcar en La Habana. Su gran escuela fue DCC donde participó en importantes procesos de creación y obras fundamentales del repertorio de la compañía. Todo lo bailó en su tiempo en DCC.
Ese background artístico ensanchó sus ansias formativas. Se gradúa con excelencia en la Facultad Arte Danzario de la Universidad de las Artes y cursó la maestría en Estudios Teóricos de la Danza. Experiencias sucesivas que, de algún modo, cargan su presente en la danza cubana de este minuto como creador franco de su generación. Estar aquí y desde su aquí y su ahora cubanos abrirse al mundo y a la investigación permanente en torno a la creatividad, sus franjas discursivas y a la escena como convergencia de muchos saberes.
Mientras que Thais Suárez, como pudiera haber dicho Isadora Duncan: “el más libre de los cuerpos”, sitio donde la bailarina entalla su danzar persistente. Allí donde su cuerpo y su danza en condensado escénico y paradoja de la representación, aseguran (al decir de Corinne Enaudeau) que representar es sustituir a un ausente, darle presencia y confirmar la ausencia. Así, la corporalidad danzante de Thais sabe cómo volverse presencia siempre. En su afán poético dentro de OtroLado, avisto el borde cómplice que reanima los posibles porqués de las relaciones que suscita la danza desde el poder expresivo y movilizador de un cuerpo en resistencia. Cuerpo firme para sobrevivir al otro lado del cuerpo mismo, al otro lado de la danza y la representación; sí, en ella y fuera de sus bordes. De un lado, deslumbramiento de lo representado: ella se borra ante lo que muestra. Gusto de su eficacia: como si “la cosa” cuerpo y la cuestión técnica estuvieran allí y solo en el poder imaginante de la imagen múltiple e inclasificable que ellos proyectan. Pero, por otra parte, descorrimiento del velo, de la opacidad y sus sombras: la representación sólo se presenta a sí misma, se exterioriza encarnando al cuerpo y su imagen la eclipsa y la suplanta, duplica su ausencia en presencia (viva, radical, contundente). Ilusión de abandonar la presa por la prisa que la sombra pudiera aquietar o expandir; deleite por haber ganado con el cambio: la artificación del baile que supera a la naturaleza misma del cuerpo danzante, pero que, al tiempo, la completa y la realiza, la explaya y contrae, la ensancha y agrupa para volverla certera, precisa, sin melindres. Qué son las danzas de Thais hoy en OtroLado como lo fueran en su madre cuna Danza Contemporánea de Cuba; qué es sino esta pieza (cualquiera) donde su cuerpo/imagen/sombra/luz/pátina, sitúan en el poder visual de lo “no veíble” la presencia leíble del hecho, de la metáfora, de la imagen representada.
Thais, quizás una bailarina del futuro como aquellas que profetizaba Isadora, continuamente pionera de una nueva danza que está aún por venir. Sello incuestionable de la escena danzaria cubana de este minuto, quien en discreción absoluta es develación no develada de sus metodologías creativas para sustentar la práctica artística como investigación creadora de su propia materia gestual, corporal, presencial, visual y hasta etcétera. Justo donde la obra produce en su cuerpo-soporte expresivo y fuera de sus márgenes la visión artística de todo lo posible. Como Norge, ha sido Premio Ramiro Guerra de la Asociación Hermanos Saiz, diploma de oro al graduarse en el perfil Danza Contemporánea de la licenciatura en Arte Danzario de la Universidad de las Artes, ISA, donde cursara la maestría en Estudios Teóricos de la Danza y la motivara investigar desde el enfoque de género en la danza.
En OtroLado, como proyecto de creación de pequeño formato en el panorama actual de la danza contemporánea cubana, Thais ha apostado por habitar un espacio abierto a la creación y a la formación artística, al intercambio, experiencias y las buenas prácticas. Estos primeros cinco años que en estos días celebramos, son muestra de su hacer colaborativo con otras agrupaciones cubanas e internacionales. Desde un lenguaje sustentado en la mezcla disciplinar, multiplican cualidades y esfuerzos para mantener una presencia escénica elevadamente física, transgresora y clara de los alcances del tecnicismo corporal, cercana a la emocionalidad más humana (nos dijera Norge, su director); una danza lente de aumento de los tiempos actuales, capaz de redimensionar a través de una versatilidad hibridada toda la herencia o memoria cultural insular, caribeña, latinoamericana.
Me gustaría celebrar junto a Norge, Thais y OtroLado, ese poder conviccional de reunirse alrededor de la danza como tabla salvadora del día a día, del poder generativo que su praxis produce en quienes a ella se aferran como acto transformador de lo cotidiano. Hay en OtroLado una especie de manifiesto espectacular donde parecería que nada es impuesto ni ajeno. Cuerpo, movimiento, presencia, luz, oscuridad, color, sonidos, silencios, se traman desde la acción operante de los dispositivos puestos en juego, dejando que todo concurra y ocurra. Incluso, más allá de las supuestas miradas a la danza cuando ella carga con el peso de otros signos artísticos, intento explicarme porqué en OtroLado, lo danzado (en pulcritud, certeza, flujo y quiebre de las líneas), denota, sin pretender a priori, desterrar el lenguaje de la técnica danzaria hacia cierta manifestación positiva de ausencia de especificidad de lo técnico y apolíneo del cuerpo de sus danzantes.
En el panorama de la danza contemporánea cubana donde OtroLado se ubicaría, presumo alguna deriva oportuna, pues siendo ellas y ellos registro de la alineación “vertical” de influjos e inspiraciones que ha configurado de forma más o menos acertada en dicho panorama, Norge y sus danzantes apuestan en ser fieles a su camino entre el cuerpo “real” y la corporalidad “ideal” al presentarse ante el lector-espectador. Allí donde la representación coreográfica juega en las zonas fronterizas entre lo supuestamente espontáneo y lo ensayado, entre lo directo y lo diferido, entre lo analógico y lo digital, entre lo lúdico y lo irónico, entre representación y presentación. A menudo, en las piezas de Norge con OtroLado, al querer adentrarme en la descripción del qué acontece y en la clasificación de su entramado poético, me resulta no perentorio el camino; sabe el coreógrafo y sus danzantes conducir nuestra mirada e interpretación por la desestructuración y la disociación del cuerpo como un posible origen del significado o, por lo contrario, en la primacía del lenguaje y su arbitrariedad como recurso discursivo. Estar ante Thais Suárez, Martha Ortega, Nio González o Norge Cedeño, es apreciar cuánto demanda situarse al “otro lado” de la danza, sí, allí donde los estados del cuerpo: el cuerpo inmediato, el cuerpo como lo sentimos, como lo tratamos, como lo imaginamos, como lo deseamos, como lo observamos, como lo evaluamos y más, nos resume esos grandes trazos que la historia universal de la danza resguardan en su memoria.
Thais Suárez y Norge Cedeño, constituyen ella y él la plataforma fundante de OtroLado, son convicción, razón para ese juego infinito de su ser presencia que les permite poner el cuerpo donde encuentran fisuras.
OtroLado Dance Company / Fotos Frank D. Domínguez