El Teatro Icarón: Nueva Estrella En El Cielo Escénico De La Isla
Por Esther Suárez Durán
La apertura de una nueva sala teatral es siempre motivo de júbilo y celebración, más aún en los tiempos que corren en nuestra tierra, donde el Goliat torpe y vano del Norte persiste en la misión imposible de rendir al valiente y perseverante David.
Desde la noche del 29 de enero el catálogo de instalaciones escénicas en Cuba cuenta con un nuevo espacio en la Isla para las presentaciones de espectáculos artísticos y la extensión de la cultura por todo el territorio: el colectivo Teatro Icarón ha inaugurado su sala en los predios donde antes se alzó el cine Moderno, en la calle Río, entre Dos de Mayo y Manzaneda, en la hermosa ciudad de Matanzas. En lo alto de la pared exterior de su entrada refulge el hermoso imagotipo diseñado por Rolando Estévez con una versión que muestra a Ícaro con alas de nube.
Dieciocho años han estado en este espacio la actriz y directora Miriam Muñoz (Mirita) y sus actores “sin abandonar la posición”, como se diría en términos militares, desde el momento en que les fuera asignado el lugar como sede para el grupo. Así, durante las diversas etapas que duró la intervención constructiva en este espacio con vistas a su remodelación como sala de teatro, Mirita y sus compañeros de suerte hicieron en él ensayos, estrenos y representaciones. Usando los cimientos desnudos como zona donde se colocaba al público se estrenó y representó allí Manteca, de Alberto Pedro Torriente, apenas iluminada por dos reflectores. Entre el cemento y la arena, el trasiego de albañiles, electricistas, carpinteros el grupo se mantuvo trabajando en su sitio, incluso durante las etapas en que la obra avanzaba, pues el proceso tuvo no pocas y extensas pausas.
Cuando en 2019 se presentó Las penas que no me mataron, con autoría, dirección y actuación de la propia Mirita ̶ un discurso hermoso que, pasados los años, responde al texto primigenio que Albio Paz escribiera para la actriz en los albores de los noventa ̶ , ya estaba fundido el piso definitivo y levantado en su armazón de madera el excelente escenario, envidiable por las adecuadas dimensiones que exhibe; listo el lobby, los baños, los camerinos, la oficina, acabado de colocar el techo, aunque faltaba tirar mucha, mucha agua para combatir las nubes de polvo negadas a deshacerse, tenaz remembranza de la mezcla de elementos constructivos entre los cuales había transcurrido el trabajo artístico por inacabables meses, para acometer luego el revestimiento interno, extender la alfombra, traer y colocar las butacas, terminar la electricidad, colocar la tecnología, los telares del escenario, pintar todo, finiquitar los detalles de la fachada; no obstante, en esta tarde de domingo que refiero, con algunas luces en lo alto de unos andamios situados en el medio de la sala que ya permitía entrever su futura imagen y unos técnicos milagreros, todos fuimos más que felices con las funciones de la nueva puesta. Nuestros colegas habían resistido sabiamente y ya se prefiguraba el instante divino en que Teatro Icarón luciera su sede.
Sucedió en el cumpleaños setenta y tres de Mirita, con la complicidad de todos, para que la alegría y la emoción se multiplicaran. La actriz, que siempre nos maravilla por su verdad, su naturalidad profesional y su entrega absoluta nos regaló una nueva función de Las penas que a mí me matan, el extenso monólogo en que el autor y director de Teatro, Albio Paz, resumiera y reelaborara su vida, la de la actriz, como ofrenda y resarcimiento a los artistas afectados por concepciones y decisiones erradas en una etapa de nuestra historia y que fuera estrenado en 1991, mereciendo el Premio de Texto y el Premio de Actuación Femenina en la edición correspondiente del Festival del Monólogo, que por ese entonces se celebraba en el Café Teatro del Centro Cultural Bertolt Brecht, en La Habana.
Sorprende y admira esta nueva interpretación a casi treinta años de aquella primera vez. Se trata, ahora, también, de un homenaje agradecido a su autor y director. Poco antes del final ya se produce la apoteosis, el público no puede contener por más tiempo los aplausos con los que quiere expresar su admiración, gratitud y cariño a esta mujer de aparente breve estatura que tanto en la vida como en la escena alcanza una dimensión colosal.
A continuación se presenta el audiovisual realizado por TV Yumurí sobre el grupo Icarón que contiene entrevistas con los miembros de la entidad, buena parte jóvenes talentos. Para culminar, entonamos en un coro gigante la tradicional canción de cumpleaños. Icarón entrega unos preciosos diplomas de reconocimiento a quienes les acompañaron para hacer realidad este sueño –el primero, el Consejo Provincial de las Artes Escénicas con su Presidente, Pedro Rodríguez–, la Dirección Provincial de Cultura, la Brigada de Constructores Triple C, el Teatro Sauto, el Teatro Papalote y, de vuelta, llueven los obsequios sobre el escenario, provenientes de las instituciones culturales de la provincia y, también, de colegas de Pinar del Río (Teatro de la Utopía y Editorial Cauce) y de Santa Clara (el Centro Cultural El Mejunje) que no han querido perderse esta fiesta.
Para el fin de semana que sigue Teatro Icarón presentará en su reluciente sala la obra Promesa, del dramaturgo y director Gilberto Subiaurt. Todo febrero y marzo cuenta ya con su programación, que no solo incluye obras teatrales, mientras un público expectante pasa o llama por teléfono para averiguar cómo se pueden obtener las entradas.
Matanzas y la Isla toda está de fiesta. En medio de todas las batallas que libra el país por la prosperidad y el desarrollo un nuevo teatro abre sus puertas; será, como cualquier teatro que se respete, la casa de todos, el lugar donde crecer, tejer sueños, disipar penas, probar fuerzas, hallar caminos y caminantes. Un nuevo escenario se ofrece, desde Matanzas, a los colegas de todas las geografías. Es el espacio del encuentro, del abrazo, de la marcha unida.
Fotos de Sergio Jesús Martínez