Solamente Solos Camagüey’2025: llamado oportuno

Por Noel Bonilla-Chongo
… la escena coreográfica contemporánea asiste a una gran paradoja: por una parte, se insiste en privilegiar lo espectacular del baile grupal y en otro orden, el solo en la danza se nos presenta como el sitio para la experimentación y la reconquista de una singularidad estetizante.
El solo, como pieza en sí, dentro de la polifonía discursiva en la danza escénica, representa en su todo funcional una estructura llena de riesgos, trances, rivalizaciones, dudas, preguntas y confesiones. En él convergen muchas veces, interpretación y coreografía, o sea, ambos roles suelen recaer en un mismo cuerpo creativo.
En nuestra mejor memoria gravitan esos solos que hemos disfrutado como espectadores directos y otros, muchos, que conocemos gracias a memorias y coreotecas salvadas tras el paso del tiempo. Pero, por lo general, en el rol creadora-intérprete (coreógrafa-bailarina, o coreógrafo-bailarín), se trata de una performance construida sobre el monólogo confesional (gestual, corporal) dejando claro un compromiso político, ideoestético, semiótico y cultural donde el cuerpo concretiza un determinado ideario. Espirales, saltos, caídas, giros concéntricos, poses provocativas y un ritual muy asociado a “lo íntimo” ponen al público frente a algo descarnado donde la impronta creativa juega transitar entre lo explícitamente dramático, la memoria o fe de vida y, en menor medida, algún asomo humorístico o abiertamente lúdrico.
En la escena cubana de la última década, el solo ha perdido aquella solvencia poética y eficacia escénica que tuviera años atrás. Y no solo como alternativa y posibilidad de circulación más expedita, ante contracciones presupuestales que limitaran los modos de girar in/off Cuba, sino, como estructura discursiva. Con el tiempo, regresa a nuestra memoria piezas como Isadora, donde la gran bailarina/intérprete Isabel Blanco perfilara las pautas coreográficas de Jesús López; el clásico Michelangelo, de Víctor Cuellar que el extraordinario Rubén Rodríguez inmortalizara en el registro fílmico del ICAIC; el célebre Solo, de Caridad Martínez para Rosario Suárez; el Noctario, conque Rosario Cárdenas concentrara en su corpus bailante su ser combinatorio; o los magistrales solos de Marianela Boán, los coreografiados por ella para ella misma, o aquellos de otros autores, como Blanche, que le dirigiera magistralmente Raúl Martín. Aquí, nombro solo algunas obras en solitario, pues sigo creyendo que la historia de la cultura coreográfica cubana sigue en deuda con tantos trabajos bien hechos en otros tiempos. Obvio, hay más obras, anteriores y posteriores a las nombradas; hay intérpretes que fraguaron su carrera en la danza como grandes bailarines de sus propios solos, es el caso de Esteban Aguiar o Yanosky Suárez, por ejemplo.
En próximos días, la escena recuperará uno de los eventos más importantes que, sobre la danza en solitario, hemos tenido en Cuba. Creado por el promotor Pablo Roca y como instancia patrocinada por la Asociación Hermanos Saiz, dentro del contexto de las Romerías de Mayo, en Holguín, el Concurso de Coreografía e Interpretación Solamente Solos, fue una cita que catapultó la obra naciente de bailarinas, bailarines, coreógrafas y coreógrafos de nuestro país y de otros lares que acá llegaban para mostrar y someter sus obras al concurso y criterios de jurados y expertos.
Quizás ya no sean los tiempos triunfales y de testimonios incuestionables de la disposición creativa de generaciones entonces muy jóvenes, quienes incluso, no contaban con la aprobación de sus directoras o directores de compañías y, entre sutil y escapada, se sumaban al Solamente Solos. Pero, recuperar el evento hoy (desde 2019 no se realiza), fuera de concurso, nos permitirá confraternizar con figuras singulares e imprescindibles de nuestra danza que han estado desde el inicio del Solamente Solos, como la maestra matancera Liliam Padrón, bailarina incansable, vigía permanente de nuestras mejores apuestas y riesgos; como José Antonio Chávez, nuestro Premio Nacional de Danza camagüeyano.
Es así que, con la guía del Consejo Provincial de las Artes Escénicas en Camagüey, la Cátedra Honorífica Danzar.Cu y el Observatorio Cubano de la Danza, ambas de la Universidad de las Artes; se invita a la vigésimo cuarta edición del Concurso de Coreografía e Interpretación Solamente Solos, a realizarse entre el 27 y el 30 de noviembre de 2025 en Camagüey.
En esta ocasión, y de manera excepcional, el Solamente Solos exhibirá una muestra representativa de solos que han merecido con anterioridad premios, reconocimientos o forman parte del repertorio activo de principales agrupaciones en Cuba y en otras partes del mundo.
Bajo el lema “Danza: memorias de ciudad”, se convoca a creadoras y creadores, a gestores culturales, fotógrafas y fotógrafos, investigadoras e investigadores, etc., que sitúan en la danza una zona de encuentro para pensar y tramar el bienestar entre las personas, entidades, proyectos socioculturales y nuestras ciudades patrimoniales cubanas; instancia salvífica de lo que puede generar la danza en favor de diálogos profundos entretejidos por los buenos afectos e historias ciudadanas personales y grupales que al unirnos, son muestras de identidades particulares y múltiples.
Solamente Solos Camagüey’25: el solo en danza como búsqueda de nuevas preguntas y, también, de nuevas y mejores respuestas a nuestras urgencias para construir, colectivamente, aquellos nuevos horizontes que la danza, el arte y la cultura procuran; también, como generación de proyectos intersectoriales de nuevos futuros, generadores de esperanzas y de nuevas y mejores realidades.
En la agenda del Solamente Solos’25 converge junto a la muestra artística en el Teatro La Avellaneda, la exposición fotográfica Danseur/Bailarín; el panel y fórum de debate “Danzar en tiempo presente”; así como una serie de clases magistrales de prácticas corporales e intervenciones artísticas urbanas y en comunidades del territorio.
Justo cuando celebramos los primeros sesenta y cinco años de la batalla por la modernidad en la danza cubana, y la huella legada del maestro Ramiro Guerra, sigue siendo faro oportuno, proponer diversas miradas para idear en tiempo presente, el hacer diverso de nuestra producción simbólica dancística insular, es compromiso con lo tanto conquistado en materia de danza en esta tierra nuestra. Legítima tradición danzaría que merece reconquistar, volver a vivir, aquello que posibilita la danza como instancia grata de desarrollo, en un Solamente Solos que desde Camagüey’2025, sea llamado oportuno.