Polonia, 1050 años…coreografiar la historia desde OtroLado
Como parte de la XII Jornada de la cultura polaca, se presentó en la sala Avellaneda del Teatro Nacional la compañía OtroLado, novel agrupación que busca acomodarse en el amplio espectro danzario cubano.
Por José Omar Arteaga Echevarría
Al tensar levemente los párpados cerrados, se vislumbran cuerpos: cuerpos que miran fijamente, agarran, corren con temor, se yerguen estoicos, se sientan avergonzados, caen desafiantes, gesticulan seductores.
Susan Leigh Foster [1]
Polonia, 1050 años…más es la propuesta de Norge Cedeño Raffo (líder y coreógrafo), quien esboza elementos aislados, fragmentos de historia. Un cuerpo exangüe, la escena de un crimen, la Segunda Guerra Mundial, Polonia, son puntos de partida para la coreografía de gran formato.
La obra resulta atractiva en cuanto a visualidad. El vestuario realista apunta a una época, a una cultura distante en tiempo y espacio. El diseño de luces refuerza, crea ambientes, delimita espacios, es un ente importante que tributa al carácter eminentemente sobrio de la puesta en escena.
Otra de las fuentes de inspiración es la banda sonora que recoge desde los melodiosos acordes de Chopin hasta la música electroacústica más contemporánea que reproduce los estruendos de las bombas, las sirenas que alertan la destrucción. Este fuerte contraste es interesante, la partitura musical es más que un apoyo, es parte esencial de la coreografía, reafirma los sucesos.
La presentación cuenta con bailarines experimentados, noveles egresados de la escuela de danza y otros, cuya formación empírica responde a la corriente urbana. Lograr desde esta estructura heterogénea la construcción de la partitura coreográfica, con la mezcla de códigos de varios estilos danzarios, constituye un aspecto que enriquece el lenguaje coreográfico, pero que por momentos puede convertirse en anacronismo cuando se hace abuso de la destreza, la acrobacia, y la fisicalidad de los bailes urbanos, alejándose en dirección opuesta a la historia que se cuenta.
Esta pieza pudiera inscribirse en los postulados estéticos de la danza-teatro atendiendo a los códigos escénicos y estructurales que exhibe. Transita de una circunstancia a otra, confluyen varias historias que conforman un entramado simultáneo como un puzle que se va conformando por pequeñas piezas.
Los elementos prospectivos y retrospectivos son recursos que apoyan esta dramaturgia donde el encadenamiento se da a través del personaje central, que está interrelacionado con los demás, llevando el hilo de la acción.
Ahora bien, cito a Eugenio Barba cuando afirma: “del equilibrio que se logre de las dos tramas en el tejido o texto (espectacular) depende la calidad dramatúrgica”.[2]
Esta cuestión es un punto débil en la obra, presenta fisuras que atentan contra la progresión de la acción afectando el equilibrio entre estos dos aspectos. La coreografía va de principio a fin, sin que se perciba una progresión dramática, aspecto fundamental en toda obra de arte.
La repetición como recurso expresivo en la composición puede reforzar o acentuar una idea determinada, pero “no debe ser muy insistente sino la danza se convierte en monótona” expone Doris Humphrey en su manual para coreógrafos.
Esto es una tendencia en esta pieza, la rehechura de frases y escenas hacen que se vuelva tediosa. Atender y velar por la forma y estructura coreográfica garantiza que el resultado no tenga contratiempos de esta índole, aunque en el arte las “leyes están para romperse”, es pertinente apoyarse en ellas, pues garantizan una correcta estructuración de la obra, luego de aprehenderlas, es posible burlarlas.
Acercarse a un fenómeno tantas veces frecuentado desde los distintos lenguajes del arte acarrea la responsabilidad de rebuscar puntos inexplorados. En caso de ser intencional la obviedad, debe estar sujeta a códigos sígnicos que, al menos, la hagan interesante o conlleven a algún tipo de cuestionamiento o reflexión. De no ser así, el resultado artístico puede convertirse en un fruto insípido.
Norge sale victorioso en este sentido, la obra posee valores que la hacen efectiva. En sentido general fue una proposición congruente que se acerca a una etapa oscura de la historia de la humanidad.
Toda historia de vida de una persona, grupo o nación es interesante, pues permite un acercamiento vivencial, una sensibilización hacia la humanidad en una época donde las máquinas y el desarrollo tecnológico amenazan cada vez más al individuo, alejándolo de su condición natural.
En esta propuesta de la compañía OtroLado, se puede percibir esta intención, donde las vivencias de un país que fue lacerado por la guerra son expuestas desde “(…) cuerpos que puedan plasmar, mostrar, exagerar, fracturar o aludir al mundo, cuerpos que puedan a la vez ironizar y metaforizar su existencia (…)”.[3]
[1] Tomado de Coreografiando la Historia, Susan Leigh Foster (1995). En Lecturas sobre danza y coreografía. Artea Editorial. Madrid, 2013.
[2] El arte secreto del actor. Diccionario de Antropología Teatral, Eugenio Barba, Nicola Savarese (1990) Ed. Tablas Alarcos. La Habana.2007
[3] Ideas sobre el gesto y la acción teatral, Johann Jacob Engel. Tomado del artículo Coreografiando la Historia, Susan Leigh Foster (1995).