El Pintor De Los Actores
Por Frank Padrón
El rostro y la escena (Editorial Oriente, 2013) es un libro sobre ese arte imprescindible en el mundo del teatro y las artes representadas: el maquillaje. Su autor, el santiaguero Vladimir Martínez Savón, es Licenciado en Educación especializado en Artes Plásticas y profesor de Maquillaje en la Escuela Vocacional de Arte de Santiago de Cuba, y en la sede del Isa de la hospitalaria ciudad oriental. Diseñador escénico y de vestuario, ya el experto había volcado experiencias y estudios en un anterior volumen Rostros en la escena: Máscaras útiles y bellas (Ediciones Santiago, 2007).
En este libro, que Ed. Oriente ha tenido a bien re-lanzar por su notable acogida a nivel nacional , el autor se dirige no solo a estudiantes y estudiosos, profesionales y personal del medio sino a cualquier lector interesado en el apasionante mundo del maquillaje.
¿Qué encontramos a lo largo de sus 124 páginas? La prologuista, Carmen Corella, lo sintetiza en las páginas introductorias:
«Propone, en síntesis enriquecedora, una travesía ficcional que incluye en su itinerario desde la necesaria definición conceptual, la ubicación precisa del maquillaje dentro de las Artes escénicas y el Diseño teatral, su tipología, vínculos con la luz y el color, hasta la peluquería como complemento. Pero va mucho más allá de este valor informativo, al ofrecer además, modelos de actuación, maneras de asumir el proceso con excelencia, siempre a partir de un estudio minucioso del rostro, la piel, la variedad cosmética, sus reglas básicas y los imprescindibles vínculos del maquillaje con los restantes sistemas de signos que conforman, en su interacción dialéctica, la efectividad de la puesta en escena como un todo armónico, complejo por su polisemia.”
Así, en el capítulo introductorio, “Maquillaje y diversidad cultural. Una mirada reflexiva desde la contemporaneidad”, Martínez Savón ubica ese arte dentro del arte en general, lo valora integrado al diseño teatral y lo analiza desde varios puntos de vista (informativo, decorativo, técnico-funcional y dramático), lo cual da paso a un no por sucinto menos documentado bosquejo histórico, que recorre la Historia y las regiones (desde la Antigüedad clásica hasta la actualidad, pasando por los grandes períodos artísticos).
A esto le sigue un estudio pormenorizado y enjundioso acerca de la piel, esa gran depositaria del peculiar diseño que se estudia, y sus características, incluyendo el cutis —principal segmento del cuerpo que lo recibe— para explayarse en un buceo profundo por la cosmetología y sus elementos básicos, funciones, máscaras faciales y técnicas específicas de aplicación.
Tras estos imprescindibles elementos, se pasa al maquillaje en sí y sus diversos tipos (natural, correctivo, de fantasía, de caracterización) lo cual se une a un estudio del rostro en su variada tipología, así como de esos factores tan esenciales de la escena: el color y la luz, sin olvidar esa aliada, esa “hermana mayor” del maquillaje: la peluquería, también despiezada en sus secciones, terminología e historia.
Vladimir se expresa con sencillez pero a la vez con amplio conocimiento de causa; las especificidades en el metalenguaje y la complejidad tanto teórica como práctica del tema no implican aridez en el tono ni dificultades en la comprensión; en efecto, aunque pudiera considerarse todo un autorizado libro de texto para quienes cursen la especialidad de maquillaje, cualquier lector puede no solo informarse sino deleitarse con una prosa asequible y clara, algo en lo cual la edición de Zaylen Clavería ha tenido no poco que ver.
Un diseño de la talentosa Marta Mosquera, tanto interior—con oportunos gráficos que ilustran las explicaciones— como exterior —revelador e ilustrativo del contenido es esa cubierta que trabajó sobre el hermoso rostro de Rosa Fornés, partiendo de una foto que José A. Jimenez hizo a la vedette y aportara ella misma al libro— complementa los méritos de este volumen que significa un verdadero curso intensivo para todos los interesados , a la vez que hace justicia a ese artista pocas veces reconocido pero imprescindible en el mundo de la escena: el maquillista.