PATAKIN: UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA
Por Mercedes Borges Bartutis / Foto Buby
Debo confesar que no siempre tengo buena disposición para ir a ver un espectáculo folclórico. Sin embargo, recientemente llegué hasta la sala Tito Junco de La Habana, atraída por las buenas opiniones que ha generado Patakín, puesta en escena de la Compañía Folclórica Raíces Profunda, una de las agrupaciones mejor posicionadas en el panorama de su especialidad en estos momentos.
Como siempre, el público que va a ver espectáculos folclóricos, sobre todo de raíz afrocubana, es generalmente indisciplinado y con una falta de sensibilidad que deja mucho que desear, pero ese tema es un punto y aparte para otro comentario.
Lo interesante de estas funciones fue encontrar un espectáculo que, aunque lleva a escena los mismos orishas que generalmente se representan en las puestas folclóricas, la intensión era diferente. Diseños originales en las figuras coreográficas y una energía bien particular en la manera de interpretar el baile, caracterizan esta puesta de Raíces Profundas.
Sobresale el cuerpo de baile masculino que logra limpieza y fuerza en sus ejecuciones, apuntalando las apariciones de los solistas. Aunque disparejos en sus tamaños, los bailarines arrancan el aplauso del público en los cuadros de elegguá, changó, oggún, oshosi, entre otros.
Por su parte, las intérpretes femeninas, lamentablemente, no acompañan estas ejecuciones, mostrando un baile de menos fuerza, salvo algunas excepciones.
Patakín echa mano a los recursos más diversos, es así que en la escena aparecen niños y niñas con mucha destreza en sus ejecuciones, y bailarinas ya retiradas, que se suman a este ambicioso proyecto, en el que resalta un diseño de vestuario hermoso con fabulosa combinación y hechura.
Raíces Profunda apuesta fuertemente con su Patakí, la música en vivo le da un valor diferente a la puesta, pero todavía se necesita afinar las voces de sus coros, un problema que se ha puesto de moda en las compañías cubanas de folclore. Mérito aparte para la solista, que canta durante casi dos horas, recayendo sobre ella el mayor peso de las interpretaciones más difíciles.
Es Patakín una puesta hecha a fuerza de detalles y efectos en el virtuosismo, rompiendo con los diseños de movimientos tradicionales en el folclore afrocubano que se lleva a la escena. Es una interesante pretensión de Raíces Profunda que, con un poco más de cuidado, puede convertirse en el mejor espectáculo de folclore afrocubano presentado en la escena cubana en estos momentos.