“No tengo miedo a equivocarme o a hacer el ridículo”
Entrevista con la destacada dramaturga y actriz matancera María Laura Germán.
Por Giselle Bello / Fotos Sergio Martínez
Un sendero muy personal llevó a María Laura Germán (Matanzas, 1989) al universo escénico. La joven que comenzó de adolescente en programas televisivos, estudió la carrera de dramaturgia, dio el salto a las tablas con Teatro de Las Estaciones y llegó al mundo del teatro para adultos con El Portazo, ha estrenado recientemente su primera obra como directora.
No recuerdo exactamente cuándo comenzó mi vocación, pero fue de niña. Estudié piano, estuve en danza, en pintura, en talleres literarios, iba mucho a salas teatrales. Definirme por el teatro está relacionado con eso, porque es la manifestación que puede abarcar todas las demás dentro de sí.
Sus primeras experiencias las tuvo en el telecentro matancero con en el noticiero infantil Notitín y en un programa de promoción de la lectura, pero el salto definitivo lo representó su entrada al Barquito de Papel, junto al guionista Jesús del Castillo y la actriz Farah Madrigal.
El primer hito que debo que marcar en mi carrera es el tiempo que trabajé junto a Farita, haberla tenido como primera maestra. Ella me dio el consejo de estudiar algo teórico porque me decía que si yo iba a actuar me formaría sobre las tablas, que primero fortaleciera mi parte intelectual.
Confiesa que en los inicios pensó estudiar filología, pero cuando descubrió qué era la dramaturgia, ya nada pudo apártala de esa carrera.
Al entrar la Universidad de las Artes conocí a Yerandy Basart, que era actor de Teatro de Las Estaciones. Con él me acerqué al grupo para ver cómo funcionaba por dentro, quería meterme en los ensayos para crecer como dramaturga.
Rubén Darío Salazar vio que yo iba una y otra vez, que cada vez que abría una puerta, me colaba, y en 2008 me invitó a participar en un taller de preparación para Una niña con alas y luego a formar parte del espectáculo.
Estrené en la sede de Ediciones Vigía, ni siquiera en sala, pero me sentía en Hollywood porque era como salir a la luz de pronto. Me desempeñaba en lo profesional, aunque aún no estaba “evaluada”, y ya formaba parte de una familia de teatro.
Su primer protagónico, Alicia en busca del conejo blanco, en 2013, representó otro punto de giro en su desarrollo para aprender y crecer en lo profesional y lo humano.
Ese mismo año comenzó a simultanear el trabajo en estaciones con El Portazo, agrupación de teatro para adultos dirigida por Pedro Franco.
Al principio me sentía insegura porque era un género completamente diferente y toda mi formación es empírica, sobre el escenario. Busqué el consejo de Rubén y me dijo: ‘claro que sí, todo lo que puedas hacer, hazlo porque va a ser una escuela para ti’ y no se equivocó.
Integrarme a El Portazo no fue complicado más allá de, por supuesto, entender la estética. Llegué como invitada y me quedé siendo plantilla por diez años. Todos los que pasamos por ahí tenemos un plus, somos otro tipo de actores después.
Una década más tarde decidió plantearse un nuevo reto. Sabía que dirigir era algo que haría en algún momento de su carrera, le tomó tiempo sentirse totalmente preparada, asumió el montaje de I want, obra escrita por ella misma, microteatro que ahonda en las ausencias, miedos y traumas de la infancia.
Ha sido un viaje completamente diferente en el que he descubierto a otra María Laura que, de pronto, no quiere actuar. Resulta maravilloso porque eso me asustaba, pensar que el día en que dirigiera iba a querer pararme en escena y hacerlo yo.
Fue complejo, por eso me apoyé mucho en las actrices Arlettis González Cazorla y Sonia María Cobos ellas. Cuando empezamos tenía claras algunas, otras no. Tuvimos que ir construyendo el montaje con ejercicios, estudios, canciones, atmósferas.
Estoy satisfecha de tenerlas defendiéndose como dos leonas, con ese diseño que creamos entre las tres, y con el concepto de teatro independiente, que viene de mí y es algo a lo que se suman. Verlas me da ganas de seguir.