Mario Aguirre, un premio, el humor y una nueva sonrisa
Por Norge Espinosa Mendoza
Acaba de concederse el Premio Nacional del Humor a Mario Aguirre, uno de los comediantes más reconocidos de Cuba, y en realidad puede pensarse que hace ya mucho lo merecía. Nominado junto a otras figuras de ese arte tan difícil (como el veterano Jorge Losada, de quien podría decirse lo mismo dada su larga trayectoria haciéndonos reír), Mario Aguirre es no solo el creador de Atanasio Pindueles, un personaje que lo ha acompañado por décadas, sino de otros muchos rostros que lo hacen reconocible desde hace décadas, como parte de esa manera en la que los cubanos nos reconocemos a través de la risa, aun en medio de las batallas y conflictos más arduos de la cotidianidad.
Aunque trabajó con numerosos directores (incluido Francisco Morín, a quien debe su nombre artístico), el discípulo de Elvira Cervera y Roberto Garriga está también enlazado particularmente a Teatro Estudio y el Teatro Musical de La Habana. En el grupo dirigido por Raquel Revuelta estuvo por muchos años, interpretando papeles de diversos tonos, hasta que a solicitud de la gran actriz Héctor Quintero estrena Algo muy serio, revista satírico-musical que hizo historia, en 1976. Lo que se esperaba fuera un espectáculo festivo para reabrir la sala de Calzada y A tras una reparación a fondo, devino un acontecimiento que permitió a varios de sus intérpretes exponer sus habilidades para el canto, la comedia y el entretenimiento cargado de matices inteligentes. Ahí apareció Atanasio, y con él la trayectoria de Mario Aguirre tuvo un punto de giro fundamental.
Tanto en el teatro, como en la televisión, el cabaret y otros medios, Mario Aguirre ha sido fiel a su compromiso con el humor, que se lo “robó”, a pesar de que él soñara con ser un actor de grandes y muy severos clásicos. La reciente retransmisión de El año que viene, telenovela creada por Héctor Quintero, volvió a recordarnos su vis cómica, su capacidad para desdoblarse, jugando con el transformismo en este caso, como un actor que viene de vuelta de muchas experiencias. Quintero, en particular, acudió a él en numerosas puestas en escena (Los cuentos del Decamerón, por ejemplo), y entre ambos se produjo un trabajo que, más allá de diferencias y cuestiones de carácter, resultó muy satisfactoria. Tras la muerte del autor de Contigo pan y cebolla, la sección de Crítica e Investigación Teatral de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC organizó una mesa de tributo a Héctor Quintero, en junio del 2011, en la cual, junto a Vivian Martínez Tabares, Roberto Gacio y Esther Suárez Durán, Mario Aguirre dio un sentido testimonio acerca de su trabajo con el mejor comediógrafo del teatro cubano reciente.
Con Mario Aguirre este reconocimiento se extiende también al teatro musical, esa expresión a veces tan preterida. Hay que recordarlo como el Lince de La verdadera historia de Pedro Navaja, dirigido por Jesús Gregorio, montaje que luego fue adaptado para la televisión. Como prueba de que su talento no solo convenció a Nelson Dorr, Quintero, vale mencionar que Roberto Blanco le confió uno de los papeles de El perro del hortelano, la célebre comedia de Lope de Vega, con el cual el director de Irrumpe dio fin a su trayectoria. Otra de sus cartas de presentación ha sido “Un brindis por el Zonzo”, el cuento de Onelio Jorge Cardoso, a través del cual demostró otras cuerdas de su rango interpretativo, que nos lleva a citar su trabajo además como declamador.
Entre sus apariciones más recientes están las de su paso por la telenovela Tan lejos, tan cerca; y su retorno al escenario en la comedia Toc toc, dirigida por Hugo Vargas. Actuando aún en su séptima década de vida, este es un premio que pudo haberse retrasado un tanto, pero los humoristas saben que nunca es tarde… si la dicha llega. Con la proclamación de este lauro, el jurado que integraron Arístides Hernández (Ares), Laidi Fernández de Juan, Carlos Fundora, Osvaldo Doimeadiós y Eider Luis Pérez, se ha hecho un acto de justicia. A Regla, esa anciana impredecible y medio sorda que Mario Aguirre interpreta con una chispa única, quiso Héctor Quintero en El año que viene que se la llevara un célebre ciclón. De entonces a acá el personaje ha regresado una y otra vez. Y eso da fe de la persistencia de Mario Aguirre con el humor, con sus personajes más queridos, y con el respeto hacia el público que ahora acaba sintetizándose en este premio que él, y sus seguidores, reciben con una nueva sonrisa.
Foto de Portada tomada de Internet
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