La Señora De Los Cuentos
Por Alberto Curbelo
Aunque nacida en Sagua la Grande, Haydee Arteaga es más habanera que La Giraldilla. Artista de vocación, educadora ejemplar, esta cubana centenaria es una heroína cultural, no solo por haber vivido tantos años, sino porque han sido años en que principal objetivo fue y es educar a las nuevas generaciones a través de sus virtuosas cualidades de narradora oral.
Miguel Barnet
El 22 de mayo de 2020 quedó grabado con letras de oro en la oralidad escénica en Cuba. Este día de pandemia, se recordará porque nos dejó físicamente Haydee Arteaga Rojas, «La Señora de los Cuentos». Con 105 años se le consideraba la narradora oral activa más longeva del mundo.
Precursora de la narración oral escénica en Cuba e Iberoamérica, en fecha tan lejana como 1935, tras presenciar una reyerta de dos niñas negras en los carnavales habaneros, decidió darle una mirada alternativa a los infantes pobres de su barriada. Con las Charlas Culturales Infantiles ─nombre que dio a su primer proyecto comunitario, inaugurado en San Miguel no. 24, entre Espada y Aramburu, frente al Parque Tulipán─ nacería su escuela como narradora oral, uno de los más notables proyectos reivindicativos de la cuentería y tradiciones afrocubanas del período republicano.
Con sus Charlas… y el inestimable apoyo de las sociedades negras Unión Fraternal, Jóvenes del Vals, Los Yesistas y Club Campestre, entre otras asociaciones de la época, la también activista de la Juventud Comunista realizó disímiles actos patrióticos, bailables y otras actividades sociales para ofrecerle una mejor calidad de vida a los niños, acciones por la que sus vecinos, no pocas veces, la tildarían de loca.
En 1941 ─testimonia Haydee─ tuve la oportunidad, a través de la organización del partido[1], de brindar atención a los muchachos y muchachas del barrio Las Yaguas. Además, integré el panel del Fórum sobre Literatura y Programas Infantiles, donde se denunció lo perjudicial para la educación infantil de la lectura de las revistas de comics e historietas. Igualmente, en calidad de delegada a la Conferencia Nacional Femenina de Superación de la Mujer, presenté las ponencias: «Creación de creches y lugares de lactancia en fábricas, barrios y zonas campesinas» y «Los niños y la cultura», donde reflexionaba sobre estas problemáticas.[2]
Un año después traslada sus Charlas Culturales Infantiles a un hogar del barrio de San Leopoldo (Centro Habana), donde conocería a su futuro esposo Raúl Calderón Morales, primo de las dueñas de la casa. El matrimonio y nacimiento de su hija, jamás interrumpieron su escuela y las acciones comunitarias con la Hermandad de Madres «Marta Abreu», a la que se había afiliado por influjo de su amiga Esperanza Lizarra, madre de Asseneth Rodríguez, entonces una de las niñas integrantes de su grupo. Al contrario, se entregó con más entereza a su activismo cultural y político para que sus muchachos ─pobres y negros─ tuvieran un destino mejor. Empeños que compartía con el hijo del sastre que laboraba en el sótano de El Encanto: el joven Camilo Cienfuegos Gorriarán, con quien se reunía frecuentemente en la esquina de San Miguel y Galiano. Muchos años después, en 1959, cuando visitó la tienda, ya transformado en un legendario Comandante del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos le dijo a Xiomara:
Ahora sí puedes realmente realizar un trabajo con los niños. Prométeme que nunca vas a dejar esa labor. [3]
Jamás defraudó a su amigo. Tras el triunfo de la Revolución continuó trabajando en El Encanto bajo las órdenes de Fe del Valle, quien fatalmente perecería en el sabotaje a la tienda. Atentado del que Haydee milagrosamente salvó su vida al ser sustituida por otra compañera, a fin de que pudiera ir a comer a su casa, cercana a la instalación. «De repente ─reflexiona la Señora de los Cuentos─ me remonté a cuando muchos años atrás, de niña, me salvé en el descarrilamiento del tren; volvía una vez más a jugarle cabeza a la muerte.»[4]
Estos y otros azarosos sucesos en su vida, tejieron la leyenda de su inmortalidad. Haydee, «en quien Onelio Jorge Cardoso debió haberse inspirado para su cuento Francisca y la Muerte«, se encargó de hacer realidad esta conjetura de Lucía Sardiñas[5]; pero no por su longevidad ─innegable, además─ sino por el fomento de valores espirituales en sus espectáculos y talleres, en el que primaron sus conocimientos musicales (se graduó de Teoría y Solfeo en el Conservatorio de La Habana) y su talante de griot.
Consciente de que el folklore no debía «ser considerado como algo raro, extraño o como un elemento pintoresco, sino como algo muy serio que exige ser tomado en cuenta»,[6] Haydee se dio a la tarea de rescatar en sus espectáculos patakines, fábulas, creencias populares, tradiciones, personajes y bailes del folklore urbano y de la mitología campesina.
Es una adelantada de su tiempo ─consideró Mayra Navarro─, una iluminada visionaria del papel de la cultura en el desarrollo de la sensibilidad desde las primeras edades y en cualquier momento de la vida de los seres humanos. Cuando nadie hablaba en Cuba del trabajo comunitario, ya ella organizaba, sistematizaba y promovía grupos culturales en los barrios, apoyada por los sindicatos y como militante del Partido Socialista Popular.[7]
Tras la voladura de El Encanto, Haydee fue trasladada a La Época, tienda situada en la esquina de Neptuno y Galiano. En su nuevo centro laboral, el Sindicato del Comercio le solicitó que atendiera culturalmente a los hijos de los afiliados. Y una vez más, su personal manera de contar ─que al decir de Georgina Herrera la hizo dueña total del gesto y la palabra─ animó el hemiciclo laboral para los pequeños y sus padres. Tal fue el éxito de su trabajo, que la felicitó Lázaro Peña, Capitán de la Clase Obrera, quien además le propuso que extendiera su labor a los veinticinco sindicatos de la CTC, a nivel nacional.
Sus dotes como narradora escénica y su personal interés por el teatro y la literatura, la llevaron a matricular en el mítico Seminario de Dramaturgia del Teatro Nacional de Cuba y en un Curso de Asesores Literarios del Consejo Nacional de Cultura. Tras graduarse, atendió talleres literarios en la Dirección Provincial de Cultura de La Habana, junto a su condiscípulo ─y hoy eminente ensayista─ Tomás Fernández Robaina, con quien sostuvo una estrecha amistad a lo largo de toda su vida.
En 1964 estudió técnica de narración oral con Eliseo Diego y María del Carmen Garcini en la Biblioteca Nacional José Martí. En esta institución, junto a María Teresa Freyre de Andrade y el doctor Salvador Bueno, promovió la lectura, lo que también realizó en sus espacios radiales Mi amigo el libro y La hora del Cuento.
Para fomentar la educación artística en las escuelas primarias formó parte del fructífero Plan Cultura-MINED, colaborando estrechamente con el dramaturgo y director artístico Bebo Ruiz, quien atendía teatro. Sus esfuerzos para que la narración oral fuera reconocida como especialidad en el conjunto de disciplinas artísticas, hicieron posible que ocupara la dirección de la primera Escuela de Narración Oral en Cuba, primada también en el Caribe y América Latina.
En 1980, a petición del Historiador de La Habana Dr. Eusebio Leal, creó el Grupo Artístico Cultural Infantil Haydée y los Niños, que propició no sólo la formación de nuevos cuentacuentos; sino de actores y representantes de la cultura. «Uno de las alegrías de mi vida ─confesó a la periodista Rosa Elena Encinas─ es cuando algunos jóvenes se me acercan y me agradecen porque, cuando niños, fui su profesora de narración».[8]
Haydee es autora de varios libros de cuentos, editados en Cuba y en el extranjero, y de obras teatrales representadas por varios colectivos escénicos. Su libro de relatos para niños, Namach, fue publicado en República Dominicana y la Secretaría de Estado de Educación y Cultura decidió incluirlo en el Plan de Estudios de las escuelas primarias de ese país. Ediciones Boloña, de la Oficina del Historiador, publicó en 2018 el testimonio Haydee Arteaga: raíz siempre viva. Biografía de una mujer centenaria, de Xiomara Calderón Arteaga y Alejandro Fernández Calderón, que cuenta con prólogos de Fernando Rodríguez Sosa y Miguel Barnet.
Múltiples son los reconocimientos que recibió esta Mariana de nuestros días. Entre otros: la Distinción por la Cultura Nacional (1991), Distinción Ana Betancourt (1997), Premio Nacional de Cultura Comunitaria (2000), Medalla Alejo Carpentier (2001), Miembro Emérito de la UNEAC (2009) y la Orden Lázaro Peña de Segundo Grado (2016).
En el 2008, la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CINOE), que dirige Francisco Garzón Céspedes, por vez primera decidió otorgar la Medalla al Mérito en la Oralidad. Al analizar las relevantes candidaturas, el jurado fue unánime al reconocer a la cubana Haydee Arteaga Rojas, considerando que es «la mujer que mejor representa la cumbre de la oralidad artística en nuestro planeta, una que contando durante bastante más de medio siglo, desde antes del triunfo de la revolución cubana y en un camino de permanente lealtad a sus ideas hasta hoy, ha recorrido las tres etapas posibles de la narración oral artística: siendo, primero, cuentera comunitaria, después contadora de cuentos de la corriente escandinava con niños, y en la actualidad narradora oral escénica, escritora y promotora cultural».[9]
En ocasión de recibir la Distinción Calibán 2015, que otorgan la compañía Teatro Cimarrón y el Centro de Teatro de La Habana, en la entrevista que le realizara La Jiribilla, Haydee expuso su último anhelo:
«Cuando yo no esté seguiré siendo «La Señora de los Cuentos», y me gustaría que hubiera un lugar que se llamara «Rincón de los cuentos», donde los niños puedan intercambiar para que sean fuertes, para que sepan respetar, para creer, para luchar por nuestra Patria, en definitiva, por Cuba.»[10]
Ojalá, algún día, podamos ver la escultura de esta heroína cultural enclavada en La Habana Vieja. Y se cree, en alguna plazoleta o patio de un palacio, un «rinconcito» donde los narradores cubanos y de todas partes del mundo compartan sus cuentos y rindan homenaje a la narradora paradigmática de la oralidad escénica en Iberoamérica.
[1] Partido Socialista Popular.
[2] Xiomara Calderón Arteaga y Alejandro Fernández Calderón: Haydee Arteaga: raíz siempre viva. Biografía de una mujer centenaria. Ediciones Boloña, 2018, p. 84.
[3] Ibídem, p. 89
[4] Ibídem, p. 87.
[5] Ibídem, p. 176.
[6] Antonio Gramsci: Observaciones sobre el folklore, cit. por Roberto Díaz Castillo en Cultura Popular y lucha de clases, Cuadernos Casa, 1987, p. 85.
[7] Mayra Navarro: Haydee Arteaga: raíz siempre viva…. Ob. cit. p. 177.
[8] Rosa Elena Encinas Hurtado: Señora de los cuentos y de la vida. La Calle del Medio, octubre del 2015, p. 13.
[9] Ecured.
[10] Rosa Elena Encinas Hurtado: Señora de los cuentos y de la vida. La Calle del Medio, octubre del 2015, p. 13.