La noche: donde Ludi Teatro llega al Saramago teatral

Por Roberto Pérez León
En 1998 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura a José Saramago por “su capacidad para volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenida por la imaginación, la compasión y la ironía”, así calificó la Academia Sueca la obra del escritor portugués de quien Ludi Teatro ha estrenado La noche.
Dentro de la producción literaria de José Saramago el teatro no es numeroso. Sin embargo, el escritor ha dicho que “la memoria es el dramaturgo que todos tenemos dentro. La distancia entre lo que fue una persona y lo que se recuerda de ella es literatura”. José Saramago se llamaba a sí mismo “el dramaturgo involuntario”. Siempre sintió que su contribución al género teatral venía marcada por circunstancias azarosas. No obstante, escribió teatro. No fueron más de cinco sus obras, entre ellas considero que la que más sobresale es La noche estrenada en 1979 y merecedora ese año del Premio de la Asociación de Críticos Portugueses.
En La noche tenemos un sólido entrelazamiento de posiciones políticas y sociales que desde múltiples perspectivas calibran la situación dramática que se desarrolla en la redacción de un periódico la noche del 24 al 25 de abril de 1974. Redactores, editores, el director del diario, todos entran en conflictos al declarar sus posiciones ético-profesionales ante los primeros episodios de la llamada “Revolución de los Claveles” que desataría súbitamente el desarrollo de una nueva condición política en Portugal.
El montaje que concibe Miguel Abreu tiene un empleo emblemático del espacio escénico más allá del espacio físico. Está en el escenario parte del público. La puesta vibra en performatividad e interacción efectiva a través de un diálogo físico entre la obra y el público.
También, como el mismo Saramago, Ludi Teatro concibe La noche en tiempo real lo que hace que el desarrollo de la trama cree tensiones definitivas en la aprehensión por parte del espectador. La espectatorialidad se fortaleza con la activa interacción sensorial que generan las actuaciones. El público provocado por el “extrañamiento” actoral cuestiona y reflexiona los personajes, la agudeza y profundidad de sus disyuntivas aquella noche de 1974.
En el orden actoral los personajes y los actores mudan en plena escena lo que energiza la interpretación, la mimesis, la presentación. Mudas moderadas, sutiles pero que con imaginación y creatividad se convierten en recursos que matizan las actuaciones. Sucede en ocasiones que los actores deshabitan la escena sin abandonarla, se apartan mientras la representación sigue. Desde esa afuera/dentro ven los personajes, a sí mismos y también a los demás actores.
Y es que la puesta en escena que nos propone Miguel Abreu está esmeradamente signada, estructuralmente, por oposiciones de diálogos, silencios, choques gestuales entre los personajes y los actores: la Sra. Valadares, redactora jefa es Arianna Delgado; Manuel Torres, redactor de provincias es Luis Ángeles León; Máximo Redondo, director es Evelio Ferrer; Josefina, redactora internacional es Raiza D´Beche; Jerónimo, jefe de talleres es Carlos Padrón; Claudia, becaria es Sindy Rosario; Figueredo Jr. Administrador y heredero del periódico es Tomas Agüero.
En La noche todo ese batallón de actores es una tropa abrillantada por la jugosa excelencia de la junta entre la experiencia profesional individual y la genitora dirección de actores de Abreu que hace evidente, también en este montaje, que dentro de su poética prima la búsqueda de significados sin límites formales en cuanto a significantes teatrales. Con ceremoniosa veracidad y juguetona ironía las sagaces actuaciones articulan Historia y ficción. La Historia interaccionando con la ficción en complicidad. La ficción inspirada por la Historia que se inscribe en el teatro que crea personajes como figuras históricas.
No encontramos en la puesta personajes difusos ni caricaturescos. Las actuaciones, con prudencia crítica en el orden de la enunciación corporal y verbal, tienen el entrañado de la poderosa fijeza social de la obra. Y tiene además el montaje la deslumbrante visitación de la música original de Llilena Barrientos que incluye dos canciones que interpretan los actores y que dan al espectáculo una precisa legitimación teatral.
En La noche de Ludi Teatro no hay experimentos ardorosos ni travesuras ideo-estéticas. El sentido está orgánicamente determinado desde las entrañas de un texto sin intervenciones deslegitimadoras.
Fotos: Enrique Kike (tomadas del perfil de Facebook de Ludi Teatro)