L’ tam qui pasé, epistemes caribeños a la escena
Por José Omar Arteaga Echevarría
Ury Rodríguez Urgelles es un juglar de estos tiempos. Con una vasta experiencia como actor, narrador oral, titiritero, dramaturgo, diseñador y profesor, ha integrado los colectivos del Teatro Guiñol de Guantánamo, el Cabildo Teatral de su provincia, la Compañía del Teatro Dramático Campanario y actualmente dirige Teatro La Barca. Además, es miembro permanente de la Cruzada Teatral Guantánamo Baracoa.
L’ tam qui pasé, que llega a las tablas del Guiñol de Camagüey como parte de la Jornada Ciudad Teatral, hurga en los saberes heredados de las migraciones que entraron a Cuba desde Haití principalmente y otros puntos de la geografía caribeña, asentados en la zona oriental. La oleada migratoria propició la incorporación de estas culturas, que ya venían contaminadas por la mano colonizadora de Francia, España e Inglaterra, al acervo amplio de expresiones musicales, danzarias, culinarias, rituales, de la sociedad criolla.
Viyuyi y Urgellé son los personajes que hilan este espectáculo transdisciplinario que tiene a la oralidad como cualidad ponderante. Se cuenta sobre el diablo, sus hijas diablitas, demonios que conviven en la tierra, que atormentan a mujeres y hombres. El tono desenfadado y de comicidad conecta con el espectador, lo envuelve en el juego del contar, imbrica a miembros del auditorio en un despliegue de saberes donde Viyuyi hace gala de sus poderes de adivinación para aconsejar con remedios que ayuden a la buena ventura.
Desde el propio título en creole se advierte lo folclórico, lo autóctono del Caribe. también en el vestuario, los cantos, las maneras danzadas y la gestualidad de ambos (actor y títere) en consecuencia con la dramaturgia fundada en el toma y daca de las historias fabuladas a partir de las relaciones entre humanos y/o seres fantásticos. Hay en L’ tam qui pasé un cuidado de los postulados escénicos que magnifica la obra, no solo por el texto, sino por la pulcritud del trabajo del titiritero con el pelele de mesa.
Cuba es el “ajiaco” al que se refirió Fernando Ortiz cuando dictó la conferencia Factores humanos de la cubanidad en 1939, y el “territorio de espiritualidad donde la cultura es ancla de la nación” al decir de la Dra. Graziella Pogolotti. En esta isla plural convergen los epistemes construidos desde el propio proceso de transculturación y que han llegado a este siglo mayoritariamente por tradición oral, de ahí la vital importancia de la preservación del conocimiento propio de una región, de un país. Viyuyi esa mujer caribeña heredera de saberes, y Urgellé comerciante de bebidas y comidas autóctonas, se inspiran en personas que pudieron existir en la vida cotidiana, o que existen, esa gente que mantienen viva las tradiciones y resguardan estas epistemologías del Caribe que escapan al saber occidental.
Fotos: Pepe Fornet