KASSANDRA CON K
Por Frida Lobaina Pérez / Foto FPENDÁS
La mitología griega es una de las fuentes culturales más vastas y diversas que la humanidad, por suerte, aún conserva. De ella bebieron innumerables artistas a lo largo de la historia tanto en el cine, la música o en este caso el teatro. Desde la tragedia de Eurípides hasta el cubano Piñera y en los tiempos más modernos el uruguayo Sergio Blanco han vuelto su mirada hacia la Grecia madre. Es precisamente este último el autor de Kassandra, obra dirigida por Abel González Melo y estrenada en el año 2014, con el grupo Los impertinentes, que luego obtuvo el Premio Nacional de Actuación Adolfo Llauradó y la beca ‘’El reino de este mundo’’, de la Asociación Hermanos Saíz. La Sala Estudio del Teatro Raquel Revuelta acoge todos los viernes, sábados y domingos, a las 7:00 pm, hasta el próximo 29 de mayo, una nueva temporada de esta “epopeya desoladora y esperanzada”, como ha sido calificada en el programa de mano por el propio grupo teatral.
¿Quién es Kassandra?
Casandra fue la princesa de Troya y a causa de un pacto con Apolo, dios del Sol, le fue concedido el don de la profecía. Apolo se enamoró de Casandra pero al ser rechazado por esta convirtió el don en una maldición, haciendo que sus predicciones no fueran creíbles. Así se transforma Casandra en uno de los personajes más controversiales de la mitología griega: predice la destrucción de Troya, se convierte en amante de Agamenón, rey de Argos y enemigo del imperio troyano y termina siendo asesinada por Clitemnestra, reina de Argos.
Kassandra con K se nos presenta también como princesa de Troya y amante de Agamenón, amante de su hermano Héctor, amante del sexo, pero no como una mujer.- I am a boy-. Kassandra nació hombre pero vive como mujer, ama como mujer y la única esperanza de su vida es ser una mujer completamente. Kassandra es una princesa, una prostituta, una fanática de Bugs Bunny y de ABBA, una vidente, un hombre, una mujer. ¿You know what mean? Es complicado para ella contar su historia, es difícil,- very hard- pero nosotros somos sus amigos, nosotros y Bugs Bunny somos sus únicos amigos.
Sergio-Melo-Kassandra
Más allá de la puesta en escena, o en todo caso más acá, se encuentran el autor y el director. Escrita por el uruguayo de nacimiento y parisino de corazón Sergio Blanco, dirigida por el cubano Abel González Melo, concebida en Cuba e interpretada en inglés, Kassandra traspasa horizontes geográficos, lingüísticos y semánticos. Es la colisión entre su historia y las historias de quienes la crean. Melo y Blanco, dramaturgos de profesión juegan con su propia manera de interpretar no solo al personaje mítico, sino desde la cualidad de interrelación con su forma de vida y caminos de creación.
Un dramaturgo dirigiendo a otro, la idea podría sonar ególatra y llevarnos al cuestionamiento lógico del por qué. Chamacos, Talco, Nevada, Mecánica, son algunas de las obras conocidas del repertorio de González Melo que, como su propio nombre indica, no están referidas a la mitología griega, pero pertenecen a lo que podría denominarse la “mitología cubana”. Sus personajes, situaciones y contextos envuelven todo un aro de conflictos que son leyenda viva y cotidiana. Hay en la obra de Melo alegorías realistas, leyendas-realidad, millones de Kassandra. Ese es su punto de encuentro, el porqué de esta unión que a primera vista parece inconcebible, pero que aumenta la fuerza en la balanza de la creación.
¿Cómo nos cuenta la historia?
Al entrar a la sala se ofrece una bebida que alerta y condiciona al espectador para lo que se aproxima. La Sala Estudio del Raquel Revuelta está convertida en un bar, luces bajas y una proyección de un animado de Bugs Bunny, junto a la bebida, son las primeras impresiones del espectáculo. Mesas, banquetas, cojines y un largo banco son el escenario donde el público es invitado a sentarse y compartir junto a Kassandra esta historia, su historia. Así está construido el diseño escénico a manos de Lisnay Hernández, cediendo a las necesidades de un bar que puede ser el de cualquier ciudad.
Esta obra rompe la barrera de un escenario tradicional, todo es escenario y escena. Kassandra está en un bar, nosotros estamos en el mismo bar y ella siente la necesidad de brindar un cigarro y confesar la historia de su vida. Sin embargo Kassandra no habla español, aclara desde el primer momento que solo sabe unas cuantas palabras en nuestro idioma (dinero, sexo y alguna más). La historia de su vida es contada en un inglés al que podría denominársele como básico o simple, un inglés entendible para todos los espectadores, incluso los que solo saben del inglés que es el idioma de los yanquis. Apoyada por una gestualidad exagerada y caracterizadora, donde casi todas las palabras son referidas con gestos, la actriz Giselle Sobrino interpreta a esta Kassandra que incluso hablando un idioma diferente, se hace tan cercana, quizás también por el vestuario, maquillaje e incluso la fisonomía de la propia actriz, al ser una trigueña corpulenta y agraciada como las hay en demasía dentro de nuestra isla. Además, la contextualización se da de una manera mucho más evidente con los objetos que se utilizan en la obra, por ejemplo unas fotos en blanco y negro distintivas de cualquier familia cubana en el siglo pasado. La manera de jugar con el acento, el rostro, el cuerpo y especialmente las manos hacen que el idioma sea menos un impedimento y más un punto de soporte para el espectáculo. Sin llegar al teatro de mimo o incluso a algo que podría ser peor, la sobreactuación, Sobrino nos muestra una Kassandra sensual y seductora, una prostituta que antes fue princesa, esclava, asesinada y que ahora vive la vida que el dinero le puede comprar.
¿Por qué nos cuenta la historia?
Kassandra siente la necesidad de contarse entera, de confesarse y hasta tal vez de redimirse. Necesita ser ella la que cuente su historia y no Eurípides, Homero, Virgilio. Solo Kassandra sabe que no está loca, que ni la caída de su imperio, la muerte de sus dos amores o incluso la muerte de ella misma pudieron volverla loca. Ella tiene esperanza y de esto trata su historia, pero cuál es la verdadera historia.
¿Casandra con C? ¿Kassandra con K?
No hay una única historia como no hay una única Kassandra. La obra de Sergio Blanco presenta a un personaje que deviene de un mito griego y que por lo tanto está cargado de disímiles matices. Esos matices son los que construyen a la Kassandra presentada por Los Impertinentes, una mujer con un pasado mítico y un presente auténtico, una mujer manipulada y manipuladora de las circunstancias que le ha tocado vivir. Kassandra y Casandra son la misma mujer arrastrada por cientos de historias que contar, de pérdidas, de frustraciones, de anhelos, de desconciertos.
Kassandra cuenta la misma leyenda que se sabe desde tiempos remotos y en algunos casos hace cuestionarse al espectador cuál es el sentido de todo eso. Ninguno de los espectadores conoció a Kassandra, nadie es amigo de esa mujer, no obstante todos permanecemos escuchando porque en alguno de esos vestigios, de esa gran epopeya que es la vida de Kassandra se encuentra, se vislumbra, se reconoce la señora mayor que pensaba imposible la idea de beber dentro del teatro o el extranjero que no para de reír en toda la función. Kassandra se impone como una gran mujer, the strong woman, pero está hecha de pedacitos de historias, de personas, de mitos, de pasado y presente condicionante, como cualquier persona real. Sergio Blanco des-mitifica la leyenda, reconstruye el mito, reinventa un personaje y le pone palabras propias en la boca. Kassandra predice un nuevo futuro. ¿Le escucharemos esta vez?