“Hierro” Candente, En Nueva Temporada
Continúa en Cartelera la obra Hierro de Argos Teatro en su sede de Ayestarán hasta el mes de marzo
Por Frank Padrón / Fotos Sonia Almaguer
Un eterno reto para cualquier artista significa acercarse a la figura ejemplar, legendaria y única del Apóstol porque él, como se sabe, no es solo un mártir, una esencial figura histórica sino una personalidad (intelectual, política…) que los cubanos llevamos en vena, como parte de nuestra propia sangre.
No podemos quejarnos de su presencia en la plástica, la literatura y el cine, pero generalmente desde la aureola del Héroe Nacional, por tanto era ya hora de miradas más focalizadas a lo personal, lo íntimo, lo familiar, algo que intentó con aplaudible tino el cineasta Fernando Pérez en José Martí, el ojo del canario, y ahora lo hace el dramaturgo y teatrista Carlos Celdrán a través de la pieza, también por él escrita, Hierro con su grupo Argos Teatro. La puesta, que ha iniciado una segunda temporada, redobla su éxito tras haber obtenido Premio Villanueva 2019, y varias nominaciones para los premios Caricato de la Uneac.
En un lapso que abarca los años 1885 a 1982, en un Norte desde entonces revuelto y brutal (Nueva York, Tampa) con la visita y regreso a Cuba de su esposa Carmen Sayas Bazán y el hijo de ambos, la estancia en casa de anfitriones que lo acogieron como mucho más que un huésped: otra Carmen, Mantilla y su esposo e hijos (en especial a una referida aquí pero importante María Mantilla que le arrancó algunas de sus más delicadas páginas líricas en forma epistolar), y pasajes que incluyen una agresión casi mortal, enfermedades graves, trabajos arduos como periodista aun convaleciente para sobrevivir. En esta obra, Celdrán imagina y fabula sí, pero basado en el estudio y la investigación rigurosos, algo que trasunta Hierro desde sus minutos iniciales.
Desacralización y ontología son dos herramientas que guiaron la escritura, para acercarnos ante todo, al ser humano frágil de salud pero férreo de convicciones, no siempre el esposo y padre que hasta él mismo quiso ser, pero a los que causas mayores robaban tiempo y energía; y esta riqueza de matices caracteriza el resto de los personajes, incluyendo el agresor a quien perdona en uno de los diálogos más intensos y ricos de la pieza, estructurada mediante analepsis y saltos temporales que detentan sin embargo coherencia y continuidad apreciables: A propósito, esa morfología tiene así mismo un fuerte ingrediente conceptual, porque en más de un momento la imprescindible revisión histórica (aunque en segundo plano) nos está hablando del aquí y ahora en ítems tan significativos como el exilio o las relaciones con el vecino del frente.
La puesta, apoyada en mínimos elementos (esceno)gráficos que conforman ambientes siempre domésticos, a cargo de Jesús Darío Acosta, Rafael Pire y su diseñador Omar Batista; la música de Denis Peralta sobre la base de breves acordes de no pocas intensidad y fuerza; las luces concebidas por Manolo Garriga en el hallazgo de claroscuros que subrayan estados anímicos, se corona con unas actuaciones magistrales de todo el equipo, con sobresalientes ante todo, para el protagónico de Caleb Casas, actor estudioso y cada vez más sabio escénicamente; la habitual convicción y energía de José Luis Hidalgo, la sutileza caracterológica de Maridelmis Marín y la ductilidad de Rachel Pastor.
Un Martí contemporáneo, doblemente cercano, entrañablemente humano este que nos entregan Celdrán y Argos Teatro, en facetas imprescindibles también para un perfil más amplio de la nacionalidad y un proyecto cada vez más rico e inclusivo de nación.