Freddy Ginebra celebra y Casa de Teatro llega a sus 50 años
Casa de Teatro cumple medio siglo de existencia y reafirma sus valores artísticos y de gestión en medio del corazón del movimiento teatral de América Latina
Por Carlos Rojas
Freddy Ginebra (1944; Santo Domingo) es un hombre al que podrías estar escuchando durante horas. No por lo que dice, sino porque tiene una personalidad totalmente fascinante. Ginebra a sus ochenta años, es cerebral, romántico, apasionado, sin embargo, siempre ha tenido los pies en la tierra; está curtido en mil batallas. Posee una autoridad natural, pero te hace sentir completamente a gusto como en casa. Y puedo entender por qué otros gestores culturales le piden a menudo que los asesore en sus proyectos, muchas veces con un excelente resultado.
Ginebra tal vez sea el escritor más «dominicano» de todos los que he conocido, en el sentido de que hace grandes artículos que celebran la vida, a menudo con una elevada sencillez y profundidad a la vez. Puede que sus escritos publicados por más de veinte años en diarios y periódicos locales más recientes.
Sin embargo, hay una constante que permanece en todos esos escritos: la calidad de la escritura. La gente que lee los artículos de Ginebra suelen quedar tan contentos con el resultado que se ofrecen para futuras conversaciones. Muchas personas que Freddy se encuentra en la calle desean ser entrevistadas entre los cuales estoy yo soy uno que no he tenido la oportunidad de hacerlo, esperamos a que nos llegue el turno y pronto.
Como es lógico, esperaba que gran parte de la conversación magistral que mantuve con Freddy se centrará en los 50 años de la Casa de Teatro, pero para mi satisfacción, Ginebra tenía muchas más cosas que decir sobre todos los demás aspectos de la creación de esta institución y de su vida.
La historia de Casa de Teatro contada por Freddy Ginebra
Fue en julio de 1974, fecha en que se abrió Casa de Teatro, mi compromiso con la vida y con mi país. Una necesidad de un grupo de amigos que por pensar diferente no podían hacer teatro. Me pidieron que les buscará un lugar y no lo pensé dos veces. En esa época pensar diferente se podía pagar con la vida. Felizmente me arriesgué y no me arrepiento. Creo que los 50 años dedicados a ella, se explican solos. Vivo un día a la vez y voy haciendo camino…Casa de Teatro se ha mantenido en pie, hoy por hoy, por el esfuerzo de mucha gente incondicional que cree en este proyecto de vida.
La Casa de Teatro es una familia, además, es cultura y es de todos. La Casa, ya lo dije, es una Casa siempre con las puertas abiertas que nunca las cierra… El público como el mundo, ha cambiado y las instituciones deben de adaptarse a los tiempos. En sus inicios, había ideales más claros y definidos, soñábamos con un hombre nuevo, con una sociedad más justa, todavía quedan algunos que sueñan con este ideal, pero cada vez somos menos. Sigo insistiendo en esa esperanza de justicia, de equidad, el día que se esfumen los sueños estaremos muertos. ¡Estoy feliz! Voy a hacer una fiesta en la que si pudiera invitaría al pueblo dominicano entero.
Celebrar la vida
Es una esperanza. Saber que moriré habiendo hecho todo lo posible por poner un granito de arena en este país que tanto amo. Una oportunidad para aquellos que no tienen dinero ni apellidos puedan confrontar su talento, un oasis en este desierto de la vida. Abriendo Casa de Teatro y dando todo tipo de facilidades. Cobrando el mínimo. Al principio nada. Todas, pero han valido la pena. Es la Casa de la Felicidad la que me mantiene joven.
Todavía me pregunto cada mañana quién soy. Diría que un joven en estos momentos está atrapado en el cuerpo de un anciano con deseos de celebrar constantemente la vida. Mi mamá es de origen corso, mis dos abuelos de esa parte, eran franceses, mi papá, dominicano, aunque el primer Ginebra vino de España, era catalán. Los mejores.
Fui un niño feliz ya que desde muy temprano supe lo que me costaría vivir y celebrar. Los golpes tempraneros te enseñan a valorar la vida, aunque aún no tengas conciencia de lo que se avecina. El día en que pierda al niño que habita en mí, habré perdido la alegría de vivir. Pienso que nací con esa inquietud en mi cuerpo. Desde niño supe que el teatro y el mundo del espectáculo eran mi escenario natural.
No tenía más alternativa, desde mi primera experiencia en primaria supe que se convertiría en mi pasión. Desde que vi mi primera obra decidí intentarlo. Era una manera de vivir varias vidas y una oportunidad de arriesgarse cada vez que puedo. Fue una velada en el instituto escuela. Luego, en Bellas Artes se hacía mucho teatro y, yo no me perdía una. Teatro español y después teatro arena. Me inicié en las azoteas haciendo con Ángel Haché obras que escribíamos juntos.
Más que curioso, intenso. Supe que era pasajero en tránsito y entonces quise aprovechar el tiempo a su máxima capacidad. Más que curiosidad deseos de celebrar la vida a cada instante. Desde muy temprano entendí lo frágil y lo finito de esta vida…Tenemos tan poco tiempo y perdemos la vida en nimiedades, intentó en todo lo que hago aportar algo de luz y alegría. Cuando logró dibujar una sonrisa en el rostro del otro, pienso que he logrado mi propósito. Con demasiada intensidad. Me divierto. No tengo. Tengo un montón de sueños, no caben en estas declaraciones. Soy un hombre joven, apenas tengo 80 años.
El actor más viejo del cine dominicano: ¿es posible eso?
Es lo que más me gusta en este momento, ser actor de cine. Me aprendo los diálogos, que es muy sencillo para mí en estos momentos, en los que no puedo meterles grandes cosas a mis 80 años, disfruto los rodajes… Lo que lamento es que no haya tantos papeles de anciano. Mi vida en el cine empezó a los 72. Ahora estoy muy emocionado con la película que se ha hecho con un guion de mi monólogo A veces grito, que escribí hace 60 años. La dirigió César Rodríguez, un dominicano que vive en Estados Unidos. Me pidió el guion, lo transformó, lo colocó en la época de Trujillo. ¡Estoy emocionadísimo! Se estrena este año.
Y vienen dos más, una mejicana de vampiros, en la que tengo un nieto vampiro. Es de miedo y disfruté muchísimo. ¡Ah! y en otra película que se llama Mon amour, por fin se realizó el sueño que todo hombre tiene a esta edad, tener una mujer enamorada de 30 años. Ella es una francesita y yo soy Mon amour.
Es la película número quince. Se titula La novia del Atlántico y la dirige Celinés Toribio, su primera película como directora, junto con Vicente Peñarroya. Actúan Iván
Sánchez, que hizo de Miguel Bosé en la serie, Cheddy García, Frank Perozo. Es una película en la que el 90 % de la empleomanía son mujeres y trata de la tragedia de los feminicidios. Se estrena el año que viene.
¿Crees en Dios…y en la eternidad…?
Pregúntale a Él. No porque lloro. La espero con alegría. Mira, tengo dos hermanos que se me fueron ya, mis padres a los que amaba, amigos entrañables… ¿Cómo le voy a tener miedo a la muerte si se han ido personas que he querido tanto? La gente tiene miedo a dejar a quien se queda. Lo que temo es morir de una manera trágica o muy dolorosa. Esta noche me acuesto pensando que pudiera amanecer muerto y.…amén. Creo en la eternidad, ¡si no mis amores se quedarían por la mitad! Mi papá, mi mamá, mis amigos…mis abuelos.
Eso lo sabrás cuando no esté. Por el momento sueño con llegar a celebrar sus 50 años y, a partir de allí, espero que quienes me sucedan, mantengan mi misma filosofía de puertas abiertas y oportunidades para los que más lo necesitan.
- Carlos Rojas. Crítico e investigador teatral venezolano radicado en Santo Domingo (RD) / CR (@miPuntoCritico)
- Agradecimientos a Freddy Ginebra, Casa de Teatro y Carlos Gil Zamora, Director de la revista y periódico digital de las Artes Escénicas Visuales ARTEZBLAI.
En portada: Freddy Ginebra, gestor cultural, dramaturgo y actor. Foto cortesía de Matías Boncosky © 2024.
Tomado de la revista ARTEBLAI