Espiral baila danzas helénicas

Por Josmar Echevarria
Liliam Padrón y la tropa matancera de Danza Espiral, han ofrecido este 15 de julio una función en el Teatro Sauto, recientemente abierto al público tras un cierre por reparación hace algunos meses. En esta ocasión el programa lo conformaron las reposiciones de: Los amantes, A las en punto y Un hombre así; además del estreno absoluto de Olimpo, creación coreográfica del bailarín Daniel Alejandro Román Barrios, quien forma parte de la joven cantera que integra la compañía.
La situación de una ciudad con más de 12 horas sin electricidad no detuvo el proceso, Lilita es una mujer eléctrica, y así se mueve por toda Matanzas para lograr lo inasible. El salón de los espejos del Sauto, la luz natural y una bocina, fueron los recursos que hicieron de la puesta un reencuentro nostálgico con aquel salón donde comenzó la Padrón de niña a dar sus primeros pasos en la danza, y donde años después fundaría el colectivo que se renueva con bailarines recién graduados y de prácticas preprofesionales.
Las tres piezas en reposición, pertenecientes al repertorio activo de la compañía responden a las fabulaciones estéticas de la coreógrafa que, en su amplio bagaje cultural, resalta un gusto especial por la pintura, la literatura y la música, por los que sus coreografías se distinguen por ser una urdimbre sígnica donde constantemente vemos asociaciones o referencialidades intertextuales.
Los amantes evoca un surrealismo tropical a partir de un recorrido por la obra pictórica de René Magritte como pretexto para discursar en torno a relaciones humanas modernas, la incomunicación en tiempos de hipercomunicación digital y otros tópicos que van surgiendo en una partitura movimental que no abandona el sentido surrealista del referente pictórico. Los elementos escénicos: frutas, vestuario, sombrilla, se integran a la producción de sentido de una pieza que termina directamente reproduciendo la imagen del cuadro que lleva el mismo nombre que la pieza, evocación al ejercicio reflexivo en torno a las dinámicas sociales de nuestro tiempo.
A las en punto vuelve al banco, a la espera/ desespera virgiliana, a nuestra hondura cubana. Sobre la recitación del poema se mueven 4 bailarines que apelan a la angustia, la ansiedad y el nerviosismo en complejos cruzamientos de cargadas, cambios de peso, saltos, caídas… Padrón tiene más de una obra donde se inspira en el universo de Virgilio Piñera, y en una buena parte de su creación se incluye el texto hablado, cantado, enunciado desde la voz y desde el cuerpo. Un hombre es así hace un ajuste de cuentas a la masculinidad prototípica, muestra las dinámicas de un hombre que en soledad se permite soltar, en amplio sentido de la palabra, y se ven ademanes, luchas internas, miedos…en la fisicalidad cuidada de Enrique Leyva Brines, se devela ese mundo introspectivo que coquetea con cierta fragilidad más allá de las máscaras hegemónicas de lo que es “ser hombre”.
En calidad de estreno absoluto llega Olimpo, una pieza del joven Daniel Alejandro Román Barrios, quien, con apenas 20 años se lanza a su primer trabajo de gran formato. El joven, ya había propuesto sus creaciones en la pasada edición del Concurso de Coreografía e Interpretación DanzanDos, celebrado el pasado año, alzándose con algunos lauros en el certamen.
Olimpo establece un paralelismo panteísta que evoca tanto a los grecolatinos como a las deidades de nuestros folclores afrocubanos, en una suerte de parábola, se entrecruzan las danzas helénicas con las danzas yorubas, congas, arará y Abakuá.
Ocurre en Olimpo la conjugación de lo apolíneo y dionisíaco, nociones que plantearía Nietzsche en «El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de la música» para referirse a una dualidad caos/ orden percibida en los rituales que dieron origen a las artes. Más allá de la inspiración clara del joven creador y que el convite danzado está regido por una marcada fisicalidad tecnificada, ocurre un apropiamiento del lenguaje orgiástico, desbordamiento y alteración; a su vez se establece un orden y jerarquía, que impulsa el personaje interpretado por la propia Liliam Padrón, diosa matriarca que guía al caos y al orden como pares problematizantes.
La pieza puede ser sujeta a múltiples lecturas, amén del guion establecido, sin embargo, conecta con una tendencia que se repite en la escena (unas veces más felices que otras) donde se entremezclan los ritmos folclóricos con técnicas contemporáneas, piruetas y otros aditamentos virtuosos en los que puede llegar a diluirse la esencia danzaria, entonces en el amasijo de pasos apurados no se sabe qué tenemos delante. Sale airoso el joven creador, quien no peca ni por exceso ni por defecto. Logra componer la escena en justa medida aludiendo a la aristotélica estructura. En un todo orgánico vestuario, música original compuesta para la pieza y demás elementos planteados, hacen de Olimpo una pieza correcta en su estructura formal. Se decanta la partitura movimental por el uso de elementos técnicos puros, también válidos, aunque convendría traspasar, contaminar, subvertir…
Resulta valioso que los jóvenes se involucren activamente en la creación en danza, dar el paso es importante, la constancia y la búsqueda del conocimiento son fundamentales para el desarrollo de discursos artísticos que se atrevan a conmover los preceptos estéticos heredados desde una mirada atenta y consiente. La danza inevitablemente surge desde diversas inquietudes sociales, políticas y existenciales; en este joven creador existen todas esas inquietudes.
En este sentido, la creación coreográfica se erige no solo como un ejercicio estético, sino como una declaración ética y política, un acto de resistencia frente a narrativas hegemónicas, y es precisamente esa rebeldía, a veces incómoda, la que garantiza la vitalidad de la danza como arte en permanente evolución.
Sigue Danza Espiral el impulso prístino del movimiento, en el amplio sentido de la palabra. La compañía no cesa de trabajar, Liliam Padrón continúa bailando, gestando, dándole a Matanzas su savia. Las nuevas generaciones que entran a Danza Espiral asumen el reto del repertorio a su vez que los nuevos montajes, aprehenden, y en la vorágine surgen voces inquietas que encuentran espacio para la creación, como ha sido premisa de la líder y su colectivo con más de tres décadas de vida.
Fotos tomadas de la página oficial de Danza Espiral