Entrenamiento técnico corporal para danzas tradicionales: experiencias de formación en Cuba

La mayor aspiración de los especialistas ha sido la creación de una técnica del movimiento corporal propia para bailarines folclóricos y que se complemente con las clases para la interpretación de las danzas tradicionales, pues estas por sí mismas forman parte del entrenamiento técnico-corporal del profesional de esa vertiente del arte danzario.

Por Bárbara Balbuena Gutiérrez

La danza en Cuba ha alcanzado un importante desarrollo escénico que incluye la coexistencia de sus principales formas de expresiones actuales: las Danzas tradicionales, la Danza Contemporánea, el Ballet y aquellos espectáculos danzarios clasificados hoy como “fusión”, en sus más diversos estadios de las vertientes de este perfil artístico. Así mismo, ese progreso puede observarse tanto en el contexto profesional, como en el movimiento de artistas aficionados activado a lo largo de toda la isla.

Las razones que han permitido el alcance nacional e internacional de su interpretación escénica son varias, pero habría que partir en primera instancia de que la danza forma parte de la identidad cultural del cubano desde la aparición de sus primeros atisbos en el siglo XIX. Luego de 1959, ha constituido un factor primordial la política cultural trazada por el gobierno en aras del rescate, la protección y el desarrollo del patrimonio danzario de la nación.

Como parte de la revolución cultural a que estuvo implicado el país en la década del 60, fueron creadas las primeras instituciones artísticas profesionales en el campo danzario: Ballet Nacional de Cuba (1959), Conjunto Nacional de Danza Moderna (1959), Conjunto Folclórico de Oriente (1959?), Conjunto Folclórico Nacional (1962), Ballet de la Televisión Cubana (1963), y el Ballet de Camagüey (1967); todas ellas subvencionadas por el estado.

Durante este mismo proceso el Consejo Nacional de Cultura, fundado el 4 de enero del 1961, organizó una comisión de estudio que se encargó de idear el carácter sistémico de la enseñanza artística en Cuba, en este caso a partir de las raíces de nuestra tradición danzaria. Uno de sus valores más importantes ha sido la composición de su claustro, el cual fue integrado desde sus inicios por artistas en activo, bailarines, coreógrafos, profesores e historiadores procedentes de la vanguardia y con un reconocimiento profesional en el quehacer de las compañías danzarias profesionales del país. Este criterio se mantiene vigente, principalmente para el nivel medio y superior de todos los perfiles, en el cual se sustenta también la calidad de la enseñanza y el prestigio de las instituciones docentes.

La estructura del Subsistema Nacional de Enseñanza de la Danza en Cuba está concebida en tres niveles: elemental, medio profesional y el superior o universitario. Se partió desde el precepto de la correspondencia que debería existir entre los contenidos a impartir, en cada uno de los diferentes grados establecidos para el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje del arte danzario.

La Escuela Provincial de Ballet de La Habana, fue el primer centro de enseñanza fundado en 1961 y en mayo de 1962 se abrió la especialidad de Ballet en la Escuela Nacional de Arte. Este hecho responde a las sólidas raíces de este perfil de la danza en Cuba, que inició su adiestramiento desde el año 1931, con la primera escuela de ballet en la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana. Posteriormente, en 1950, se fundó la Academia de Ballet Alicia Alonso, con el fin de nutrir y fortificar con bailarines al Ballet Alicia Alonso, creado en 1948. Esta academia constituyó la piedra angular que facilitó en 1959, contar con bailarines profesionales para la creación del Ballet Nacional de Cuba y con profesores para las escuelas de arte.

Antes de 1959, en Cuba se conocía poco sobre la Danza moderna y en el caso de las danzas tradicionales o folclóricas, solo se enseñaban algunas de las de ascendencia hispánicas, impartidas por los profesores de educación física en las actividades escolares de las escuelas primarias. Las danzas de descendencia africanas estaban totalmente marginadas, aunque se mantenían conservadas y practicadas en los focos culturales de manera solapada. El primer paso para el desarrollo de estas vertientes danzarias fue la fundación de sus conjuntos profesionales representativos, hecho que propició la necesidad de formar bailarines para poder satisfacer la demanda de las compañías danzarias. Por esa razón, es que se sigan las bases para crear en 1965, la Escuela Nacional de Danza Moderna y Folclórica, que se dedicaría a la formación profesional de bailarines-profesores de estos perfiles danzarios.

Desde sus inicios, la orientación de la enseñanza de la danza en la academia, se encaminó a la capacitación de sus estudiantes en el aspecto interpretativo, docente y en la motivación hacia la labor de la creación coreográfica, con el objetivo de lograr una formación integral de un profesional del arte danzario que pasara a formar parte de la vanguardia artístico-pedagógica de la nación. Los planes y programas de estudios estuvieron diseñados para cumplir este propósito, por lo que fueron comunes para todas las especialidades de este arte la inclusión de asignaturas dirigidas hacia el entrenamiento técnico-corporal para la interpretación escénica: Ballet, Técnica de la danza moderna, Danzas folklóricas cubanas e internacionales, Percusión y Canto folclórico, Técnica de cargadas, Preparación física, Acrobacia, Composición coreográfica y Repertorio.

A pesar de que en sus inicios se contó con un reducido número de profesores, de poca experiencia docente y no suficientemente capacitados para esta titánica tarea, se logró alcanzar una importante interdisciplinariedad entre las especialidades danzarias que aún se mantienen en los planes de estudios vigentes. Desde la creación de la especialidad de Ballet como parte de la Escuela Nacional de Arte en 1962, se impartió el folclor como asignatura complementaria; los estudiantes de Danza Moderna se entrenaban también con el Ballet y Danza Folclórica; y los alumnos de Danzas folclóricas recibían como entrenamiento Técnica de la Danza Moderna y Ballet; por solo poner algunos ejemplos.

Como forma de acompañamiento musical en las clases de Técnica de entrenamiento en el Conjunto Nacional de Danza Moderna, se utilizaron orquestas instrumentales en vivo de las diferentes vertientes del folclor afrocubano, así como sus polirritmias y cantos ancestrales. Los profesores de la vanguardia artística incorporaron también movimientos corporales de las danzas tradicionales cubanas, fundamentalmente la ondulación del torso y la riqueza de la coordinación de las diferentes partes del cuerpo en constante juego del ritmo de la percusión.

Esta experimentación corporal en la búsqueda de dispositivos de carácter nacional, dio lugar a una técnica propia: la escuela cubana de danza moderna. La experiencia se aplicó en el sistema nacional de enseñanza de la danza, por lo que la escuela y su claustro jugaron un papel fundamental en el desarrollo y perfeccionamiento de los métodos de entrenamiento técnico corporal para bailarines de danza moderna y folclórica.

Por su parte, el Conjunto Folclórico Nacional de Cuba fue un punto de referencia recurrente para la proyección escénica de la danza tradicional cubana y también para los bailadores populares. Coexistió como un centro de investigación en potencia pues asentó su trabajo artístico en un encomiable trabajo de rescate y dignificación de la música y la danza popular tradicional cubana. Contó con un cuerpo de asesores formado por líderes de la comunidad de las diferentes religiones de ascendencia africana en el país, seleccionados por sus conocimientos en los cantos, toques y bailes folclóricos. Ellos fueron también percusionistas acompañantes de la compañía, informantes y demostradores en las clases de adestramiento danzario. Esta experiencia se utilizó para la creación de una escuela anexa al conjunto que garantizó en sus inicios la necesidad de jóvenes bailarines que integraban la agrupación.

Los bailarines del Conjunto se entrenaron, además de las clases de danzas tradicionales de las principales raíces del folclor cubano (hispánicas, africanas y francohaitianas), con ballet, técnica de danza moderna, coro folclórico, actuación, preparación física y acrobacia. Toda esta experiencia, además de la utilización de demostradores populares en las clases de danzas tradicionales, se trasladó al sistema de enseñanza de la Escuela Nacional de Danza moderna y folclórica. Algunos bailarines fundadores de esta importante agrupación, pasaron más tarde a formar parte del claustro de profesores de la academia.

En la constante búsqueda de nuevos derroteros para alcanzar una mejor calidad interpretativa de las danzas tradicionales, tanto el medio profesional como en el académico en Cuba, han existido entre los artistas y el claustro de este perfil de la danza un constante debate relacionado con las técnicas de entrenamiento corporal más adecuadas para la formación de un bailarín de danza tradicional.

Por un lado, se considera que el ballet no es el entrenamiento corporal más apropiado para este perfil, pues tiende a ocasionar rigidez en el torso y las piernas, contrarios a la necesidad del relajamiento, fluidez, soltura y ondulación del movimiento implícitas en las danzas tradicionales cubanas. Por otro, se razona que la técnica cubana de la Danza Moderna y contemporánea es suficiente para alcanzar las habilidades propias de esta especialidad, dadas en la flexibilidad, fuerza, resistencia, balón, coordinación y utilización espacial de los bailarines. La mayor aspiración de los especialistas ha sido la creación de una técnica del movimiento corporal propia para bailarines folclóricos y que se complemente con las clases para la interpretación de las danzas tradicionales, pues estas por si mismas forman parte del entrenamiento técnico-corporal del profesional de esa vertiente del arte danzario.

La profesora Teresa González Martínez (1936-2017), formada en la primera Escuela de Instructores de Arte del país y vinculada al Conjunto Folklórico Nacional desde su fundación, comenzó su labor docente en 1962, en la Escuela Nacional de Arte (ENA) impartiendo folklore en la especialidad de Ballet. Esta experiencia junto a la asesoría en el orden metodológico de profesionales de alto nivel, como Fernando Alonso, le serviría más tarde para desarrollar sus ideas sobre el entrenamiento corporal para la formación de bailarines de danzas tradicionales. Luego de la apertura, en 1965 de los perfiles de Danza moderna y folklórica, la maestra fungió como jefa de cátedra de Danza Folclórica y profesora principal de esta asignatura.

Teresa González Martínez utilizó a los demostradores como uno de los métodos fundamentales para la enseñanza del folklore. Ellos constituyeron un punto de referencia esencial para la imitación de las expresiones, gestos y movimientos, lo más cercano posible a como se producían en los focos folklóricos, pues se proponía como objetivo fundamental, el respeto en el nivel de la proyección escénica, a la autenticidad de los valores expresivos de la cultura tradicional danzaria.

En la continua búsqueda de métodos más eficientes para la formación de los estudiantes de danza, Teresa González crea un método de entrenamiento para la danza folclórica conocido actualmente como Técnica yoruba. La Maestra para su creación toma como referencia los ritmos y movimientos corporales básicos de las danzas de la Regla de Ocha o Santería (de origen yoruba); ejercicios de la técnica de la Danza moderna, basados principalmente en la tensión y relajación de las distintas partes del cuerpo; diferentes procedimientos para la improvisación y creación de la asignatura de Composición coreográfica; así como formas estructurales de las clases de Ballet y Danza moderna.

La Técnica de folclor, como se llamó desde sus inicios, está organizada en una estructura que combina: entrada a la clase, ejercidos de piso (acostados sentados o arrodillados), ejercicios de centro (parados en líneas y el centro del salón), ejercicios en las diagonales (utilizando el espacio total en todas direcciones) e improvisación (ya sea dirigida o libre, a partir de motivaciones relacionadas directamente con el tema de la danza folklórica). Tiene como objetivo fundamental lograr la soltura y la independencia corporal, la coordinación entre las diferentes partes del cuerpo, la creatividad, y el reconocer e interiorizar los diferentes ritmos de los tambores batá.

Luego de su perfeccionamiento e impartición como asignatura dentro del Plan de estudio de la Escuela Nacional de Danza Moderna y Folclórica, se extendió su aplicación al resto de las instituciones académicas de danza que se fueron creando con el tiempo a nivel nacional, en la Escuela Nacional de Instructores de Danza y entre los grupos de artistas aficionados. Esto fue posible por la preparación a que fueron sometidos los claustros a través de seminarios y cursos de superación impartidos por Teresa González y profesores que siguieron sus patrones de enseñanza.

La Profesora titular, Graciela Chao Carbonero, resalta la importancia de este método cuando apunta que:

“La creación de la técnica del folclore fue un   paso fundamental hacia la sistematización de la enseñanza del folclore de raíz africana, ya que constituye la base técnica que sustenta el aprendizaje de esta importantísima parte de nuestro folclore danzario” (Chao, 1998: 2).

Luego de quince años de trabajo ininterrumpido en la enseñanza de la danza folclórica, y como merecido reconocimiento a su trabajo artístico y pedagógico, Teresa González asumió la dirección del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba desde el año 1980 hasta su retiro en el 1999.

En el año 1999 y partiendo del programa de estudio realizado por su creadora para ser impartido en el nivel medio profesional, las maestras Borja Jiménez y Siria Agüero, como parte del proceso de perfeccionamiento a que están sometidos los planes de estudio en el Sistema Nacional de Enseñanza Artística, reelaboraron este documento y por consenso colectivo de la cátedra de folklore se le nombró a la asignatura Técnica de la Danza Folclórica Cubana, el cual se mantiene vigente.

El programa fue concebido desde entonces para las especialidades de Danza Moderna y Folklórica del tercer año de nivel elemental, con un total de 108 horas y 36 semanas lectivas por curso para tres frecuencias semanales; siempre como antecesora de la impartición del contenido de las danzas folklóricas de antecedente yoruba. También se incluyó una clase de Técnica de folklore, como parte de los ejercicios del transcurso del examen de Pase de nivel, a manera de una de las habilidades y objetivos a vencer del nivel elemental de danza.

Se argumentó por un largo período de tiempo, entre el claustro, que esta técnica era válida igualmente para la enseñanza del resto de las danzas tradicionales de ascendencia africana y que debería desarrollarse hasta convertirse en una valiosa técnica del movimiento corporal en función de la formación de la especialidad. Sin embargo, continuó hasta el presente siendo una asignatura complementaria de la disciplina Folklore cubano, para impartirla como previa preparación corporal en vías de recibir los contenidos correspondientes a las danzas de origen yoruba, una de las más complejas manifestaciones músico-danzarias cubanas dentro de los planes de estudio del sistema.

El hecho de que el Plan de estudio fuera diseñado para graduar principalmente a bailarines con habilidades y destrezas para desempeñarse en cualesquiera de los dos perfiles de la danza (Moderna y Folklórica), y la visión de que un profesional de amplio perfil se debe caracterizar por su destreza técnico-interpretativa, influyó en la determinación de los asesores y especialistas en implementar un sistema de entrenamiento corporal férreo, a partir de clases de Ballet, Técnica de la danza moderna y la Preparación física. Esta perspectiva se implementó igualmente para las dos especialidades, desde los exámenes de ingreso.

Aunque sin lugar a dudas, el examen de ingreso a las escuelas de danza del país ha partido siempre de la selección de talentos desde determinados parámetros establecidos en cada uno de los perfiles, las condiciones físicas (tamaño, peso, elasticidad, empeine, balón, etc.) se imponen como requisitos determinantes en la captación, con vistas a lograr la formación de un bailarín que sea capaz de desempeñarse en las dos especialidades. Este hecho ha provocado algunas problemáticas en aspirantes a danzas tradicionales, que, contando con una alta aptitud y competencia para el perfil, no puedan acceder a la carrera por poseer algunas limitaciones corporales de esa índole.

Esta problemática fue revertida cuando, en septiembre del 1991, se inauguró la especialidad de Danza Folklórica independiente de la Danza moderna, a partir del nivel medio profesional, aunque solo tuvo una duración de cuatro años. Posteriormente en 1992, se abre paralelamente este perfil en la Escuela Profesional de Arte de Villa Clara, el cual se caracterizó por la calidad de sus graduados, que proporcionó bailarines talentosos a las compañías de las provincias centrales del país y de occidente, así como a las aulas del Departamento de Danza Folklórica de la Facultad de Arte Danzario. Igualmente fue tronchada esta experiencia cerrando el curso en el año 2005.

La Escuela Nacional de Danza y su esquema institucional influyó para la conformación de la Carrera de Arte Danzario del Instituto Superior de Arte, pues sirvió de modelo para establecer los planes de estudios, los programas y los métodos para la enseñanza en todos los perfiles danzarios, así como la conformación de los claustros. La END fue considerada por un largo período de tiempo, como el centro de mayor nivel académico del país, por esa razón la enseñanza superior de este arte se vio obligada a proyectarse por encima de ese derrotero ya alcanzado, por lo que se vio obligado a definir un proyecto propio en correspondencia con las necesidades del encargo social del arte danzario contemporáneo.

Después de 25 años de experiencia en la enseñanza artística y contando con una amplia cantera de profesores, bailarines e investigadores de la danza en cada uno de sus perfiles que trabajaban en compañías danzarias profesionales, escuelas y otros centros dedicados a esta manifestación, se hace imprescindible la creación de la enseñanza superior para lograr un mayor desarrollo cualitativo en el ámbito artístico-pedagógico del arte danzario en Cuba. En 1987, se crea la Facultad de Arte Danzario del ISA y con ella la Carrera de Arte Danzario, hecho que respondió a una deuda académica del proyecto artístico-pedagógico de la danza en Cuba.

Los estudios superiores de danza han hecho énfasis en la labor investigativa que deben llevar a cabo los estudiantes y el claustro en general, dada la importancia de la investigación para consolidar tanto los procesos formativos de cada perfil, como para poder alcanzar el grado de madurez y calidad requerida en la creación artístico-escénica cubana profesional en todo el territorio nacional. Desde esa perspectiva, los egresados tienen como encargo social fundamental, el desarrollo de esta manifestación de la cultura en los planos teórico–investigativo, artístico y docente.

Durante los 33 años de quehacer investigativo en la Carrera de Arte Danzario, el claustro de profesores ha estado en un constante proceso de perfeccionamiento de los planes de estudio. Por este motivo, tanto los planes del proceso docente como los programas de las disciplinas y asignaturas, han sufrido diversas transformaciones en su estructura y contenido, como corresponde a una institución de nivel superior de la nación.

La carrera abre con el Plan de Estudio B en 1987, de la cual egresaron sus primeros graduados en el curso académico 1990-1991. Más tarde en el 1991, se aplica de forma experimental el “C”. Posteriormente, en el 1999, se introduce el “C Perfeccionado”, que culmina luego de varias modificaciones en el año 2003, con el Plan de Estudio “C Perfeccionado-modificado”. Este último fue aplicado únicamente al perfil de Danza Folklórica. Luego se accede al “D” en septiembre de 2011, contando con sus primeros graduados en el 2016. Como colofón, se defendió y aprobó ante el Ministerio de Educación Superior, en diciembre de 2019, el Plan de Estudio “E”. Siguiendo las bases de su diseño curricular, esta última versión se conformó en vías de lograr un desarrollo en el modelo de formación de perfil amplio, una mayor articulación del pregrado y el posgrado, y una efectiva flexibilidad curricular.

Desde su fundación, la carrera sólo contó con perfiles en los que predominaron las prácticas artísticas: Ballet (que dispuso con Danzas Históricas y Danzas de Carácter, como perfiles complementarios), Danza Contemporánea y Danza Folclórica. Con el Plan de Estudio “D” se produce la incorporación del perfil Danzología que fortaleció el cuerpo de doctrina de los estudios universitarios sobre Danza, en especial para las áreas de historia, teoría y crítica de la danza.

La estructura curricular de los dos últimos Planes de Estudio de la carrera (D y E) ha contado con tres apartados: Currículo Base, donde se incluyen disciplinas relacionadas con el acerbo artístico y cultural general para la formación integral de los estudiantes, además de las afines con las historia, teoría, análisis e investigación de la especialidad; Currículo Propio, que contiene disciplinas integradoras vinculadas a las técnicas de entrenamiento y las prácticas corporales, artísticas y escénicas de cada perfil; y Currículo Optativo-Electivo, donde los educandos tienen la posibilidad de decidir cómo completar su formación a partir de la selección libre de asignaturas de otros perfiles de la Carrera de Arte Danzario o de otras carreras de la Universidad de las Artes.

En el caso del plan “E” vigente, se sustentó la concepción de un tronco común para todos los perfiles de la carrera en el Currículo base, la investigación como estrategia curricular que atraviesa transversalmente el Plan de Estudio, Prácticas escénicas y repertorio y Estudios danzológicos como disciplinas principales integradoras, la adición de la Práctica Laboral en la disciplina principal integradora de cada perfil de la carrera, la correspondencia con los niveles de enseñanza precedente y las distinciones en la profundidad con que se abordan en el nivel superior los contenidos de estudio, así como la correspondencia directa de la concepción integral del plan de estudio con el mundo laboral.

El Departamento de Danza Folclórica de la Facultad de Arte Danzario celebró en septiembre de 2020, el 33 aniversario de su fundación. Este Departamento ya cuenta con 29 graduaciones, que incluye la primera del Curso Regular de Trabajadores en julio de 1991 y la inicial del Curso Regular Diurno en junio de 1999. En ambas modalidades de estudio se confeccionó un plan único. Sin embargo, en el Curso para Trabajadores, donde hoy existe la modalidad a base de tres encuentros concentrados en tres meses al año, no se imparten las asignaturas prácticas relacionadas con el entrenamiento corporal como el Ballet y Técnica de la danza moderna y contemporánea, pues se trata de bailarines en activo o profesores de las escuelas de danza.

La fuente de ingreso para la licenciatura en Arte Danzario en el perfil de Danza Folklórica del Curso Regular Diurno, fue desde su fundación los egresados del nivel medio profesional de la END. Posteriormente y por diferentes motivos, fueron admitidos igualmente graduados de bachiller o preuniversitario con nivel elemental aprobado en cualquiera de las especialidades danzarias del Sistema Nacional de Enseñanza, así como la presentación de avales sobre la capacitación en talleres o cursos de la especialidad ofrecidos por diferentes instituciones artísticas del país, como es el caso de la escuela anexa al Conjunto Folclórico Nacional.

La diversidad de las fuentes de ingreso al perfil de Danza Folclórica ha provocado un desnivel técnico corporal en los grupos de estudiantes, que alcanza igualmente el previo dominio sobre las danzas tradicionales que se exigen para este nivel de enseñanza. El claustro se ha visto obligado a reajustar la organización del proceso docente y el plan de estudio, en función de alcanzar la calidad en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los educandos y una formación técnica corporal acorde a la interpretación escénica de las danzas tradicionales.

Se incluyó desde entonces y como parte de los contenidos de la asignatura Folclore danzario cubano la Técnica del folklore, durante los dos primeros meses (8 semanas) del tercer semestre correspondiente al segundo año de la carrera, para posteriormente continuar con la materia referida a las danzas de la Regla de Ocha o Santería con el resto del curso académico.

Como forma de contribuir a la preparación del claustro para la impartición de este conocimiento, el Departamento de Danza Folklórica organizó el curso de postgrado “Metodología para la enseñanza de la danza folclórica: la Técnica yoruba”, dictadas por la profesora Titular Teresa González Martínez y quien escribe estas memorias, del 4 de octubre al 22 de noviembre de 2010. El posgrado contó con 96 horas totales, 24 lectivas y 72 de trabajo independiente, a modo de clases prácticas, talleres y conferencias como forma de impartir la docencia. Fueron beneficiados con este programa profesores de danza de la Facultad de Arte Danzario, la Escuela Nacional de Danza, la Escuela Provincial de Danza Alejo Carpentier, la Escuela Nacional de Circo y la Escuela Nacional de Instructores de Arte.

 

En el Currículo propio del Plan “D”, el perfil de Danza Folclórica incluyó una disciplina principal integradora denominada Entrenamiento para la Danza Folclórica. Esta abarcó tres asignaturas relacionadas con la formación técnico e interpretativa de la especialidad: Técnica del entrenamiento para la danza folclórica, Folclore danzario cubano, Folklore internacional y Percusión y canto folclórico. Otras disciplinas que aparecen en esta parte de la estructura de la maya curricular y que son complementarias en la formación de un bailarín profesional son: Taller de Creación Danzaria, que integra a Composición coreográfica, Actuación, Dramaturgia y Diseño escénico; y Enseñanza de la Danza Folclórica, con Kinesiología y Metodología de la Enseñanza d la Danza Folclórica.

Como forma de apalear las dificultades dadas en el desbalance técnico corporal de algunos estudiantes que no procedían del nivel medio profesional del Sistema Nacional de Enseñanza Artística, se incluyó el Ballet como asignatura del Currículo Optativo-Electivo, determinado e indicado de forma individual por el Departamento de Danza Folclórica.

En el nuevo Plan del Proceso Docente correspondiente al “E” que se encuentra vigente, se visualiza un cambio en la organización y nomenclatura de las dos disciplinas integradoras de Currículo propio, así como la adición de otras asignaturas con el propósito de cumplimentar con el objeto de la profesión (la creación en el arte danzario) y los modos de actuación del futuro profesional, como es el caso de “La interpretación de piezas coreográficas, a partir de una adecuada presencia escénica, y un alto dominio teórico y técnico para la construcción de personajes y roles”(Plan de Estudio “E”, 2019: 7).

Por un lado, Prácticas corporales, donde se integran Folclore danzario cubano, Danzas folclóricas internacionales, Técnica de la danza moderna y contemporánea y Ballet. Por el otro, Práctica escénica y repertorio, en la que se incluyen Creación coreográfica y repertorio, Percusión y canto folclórico, Apreciación musical, Actuación, Dramaturgia, Diseño escénico y Danza y tecnología.

 

Es significativo hacer alusión a la importancia de la disciplina Folclore Danzario Cubano como eje fundamental técnico y estilístico en la formación del profesional, no solo en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las danzas y bailes contenidos en el programa (que incluye los pasos y variantes de cada uno de los géneros músico–danzarios del patrimonio danzario tradicional cubano), sino también, para el entrenamiento corporal de bailarín folclórico, en la medida que detona las potencialidades del trabajo corporal específicamente del ritmo, la coordinación, la captación, la imitación, la gestualización, la resistencia y en general del dominio del movimiento y las  habilidades artístico-creativas de un intérprete.

Como consecuencia del constante trabajo metodológico del claustro de profesores, tanto del la END como del Departamento de Danza Folclórica de la Facultad de Arte Danzario, el subsistema cuenta con una sólida metodología para la enseñanza de la danza folklórica, heredada de personalidades de la danza que fueron los fundadores del Movimiento de Artistas Aficionados y las Escuelas de danza del país, tal es el caso de Teresa González Martínez y Graciela Chao Carbonero. Esta última ha sido hasta la fecha, la que mayores aportaciones ha brindado en la bibliografía especializada de Danza Folklórica.

La estructura básica de la clase de danza folclórica cubana está ajustada a lograr un orgánico proceso de enseñanza y aprendizaje de las danzas tradicionales, a la misma vez que sirve de entrenamiento técnico corporal para su interpretación. Este modelo incluye:

  1. Motivación: Referencias histórico-contextuales. Clasificación danzaria atendiendo a su antecedente étnico, su motivación, su forma, ubicación geográfica y tipología. Referencias sobre la música o los conjuntos instrumentales acompañantes.
  2. Ejercicios de preparación o calentamiento: Incluye los “ejercicios rítmicos o musicales” (Audición de la música, determinación de los tiempos fuertes y débiles, reconocimientos de frases, compases, toques específicos, y el aprendizaje de los cantos, en caso que lo requiera); y los “ejercicios técnicos, de coordinación y sensoriales”(Calentamiento general del cuerpo y calentamiento específico según la danza o el baile a impartir).
  3. Enseñanza de pasos, figuras y coreografías tradicionales: Aquí se siguen métodos como la demostración de la danza o baile a enseñar (por el profesor o el demostrador); el desglose de movimientos, paso básico y variantes; la enseñanza del paso o la variante en el lugar y con desplazamiento (individualmente); la enseñanza de los movimientos de las diferentes partes del cuerpo que intervienen en el paso o variante; la combinación de todos los movimientos y la ejecución del paso o variante completo. Posteriormente la realización de frases o secuencias donde se combinen y ejerciten el paso y las variantes en correspondencia con los cantos, toques o ritmos en general (coordinación-captación). Por último, la ejecución del paso y las variantes aprendidas de parejas (en el caso de que la danza o el baile lo requiera); la enseñanza y aprendizaje de las figuras según la forma de la danza o el baile estudiado, así como sus  coreografías tradicionales.
  4. Improvisación: Puede ser libre o dirigida por el profesor, dadas en improvización de contenido, formal o total. (Balbuena, Chao, 2010: 44-47)

Contamos con la experiencia de observar desbalance en los planes de estudio en cuanto a las horas dedicadas a las técnicas corporales (Ballet, Danza moderna o contemporánea y Preparación física) en relación con el entrenamiento propio de danza folklórica. En la formación de un bailarín de danzas tradicionales debe primar el dominio en la ejecución de esta expresión danzaria. Las técnicas corporales son un medio para alcanzar determinadas habilidades y capacidades necesarias para el acondicionamiento del cuerpo y su presencia escénica, no constituyen un fin en sí mismas.

En la actualidad, continúa siendo recurrente el diálogo entre los especialistas de danzas tradicionales, sobre la necesidad de encontrar un adiestramiento técnico-estilístico más apropiado para este perfil danzario, tanto en las compañías profesionales como en las instituciones docentes. Este es un tema abordado historicamente en los claustros de profesores del perfil de las escuelas del subsistema de enseñanza artística, y en las tesis de licenciatura de varias generaciones de graduados del Departamento de Danza Folklórica de la Facultad de Arte Danzario, como las investigaciones Programa y estructura de clases técnicas para bailarinens folklóricos, del hoy Máster Alfredo O´Farrill Pacheco (1991); y Técnica de entrenamiento para bailarines de folklore, de  la Lic. Madelayne Pérez Parra (2009).

Uno de los aspectos fundamentales para poder mantener en las compañías profesionales de danza folklórica el nivel técnico artístico y la calidad requerida en las interpretaciones de sus repertorios, es el flujo constante y renovador de bailarines profesionales que debe existir en la composición de sus cuerpos de baile y las principales figuras. Actualmente se constata una disociación en el sistema de ubicación, selección y formación de bailarines folklóricos. Las causas son disímiles: algunas agrupaciones folklóricas a nivel nacional plantean inconformidad con la calidad y cantidad de formación de estudiantes de este perfil; desarticulación del gremio profesional con las escuelas, con el sentido de hacer un seguimiento al desarrollo alcanzado por los futuros graduados para su posterior establecimiento en los conjuntos; aunque la mayoría de los graduados del subsistema obtienen el título de profesores-bailarines en el doble perfil (Danza moderna y Folklórica), prefieren trabajar en compañías de Danza contemporánea o de Espectáculos musicales, ya sean por las mejores condiciones laborales en las sedes, por tener una mayor posibilidad de acceder a giras internacionales, ventajas en la obtención de salarios, entre otras nociones.

Como consecuencia de la insuficiencia en la cantidad de graduados del perfil folklórico con relación a las necesidades de las compañías de esta especialidad a nivel nacional, sobre todo de hombres, se ha producido la inclusión de personal de otras fuentes que no proceden del subsistema de enseñanza artística, siempre con carácter excepcional y con la visión de encontrar talentos en esta vertiente. Por esa razón, los consejos asesores han tenido que buscar soluciones para elevar el nivel de calidad técnico interpretativa requeridos para las instituciones danzarias, de ahí que existe una tendencia generalizada, fundamentalmente en las compañías folklóricas profesionales de La Habana, el incorporar el Ballet, además de la Técnica de la danza moderna y contemporánea y la Preparación física, como parte del entrenamiento corporal de los bailarines folklóricos.

Otro tema que está íntimamente relacionado a la interrogante de ¿cómo formar técnicamente para la interpretación escénica de las danzas tradicionales?, es el relativo al nivel o tipo de proyección folklórica, estética, artística o escénica donde ese futuro profesional va a desempeñarse como bailarín o intérprete. En la medida que aumenta el grado de estilización de las danzas tradicionales desde las poéticas creativas de los directores y coreógrafos de las compañías profesionales, así será el nivel de preparación técnico-estilística que debe poseer ese artista.

Hoy es visible la tendencia que existe en los repertorios de las agrupaciones de este perfil, a los usos de la fusión de las danzas tradicionales con movimientos, cargadas o gestos de la Danza moderna, contemporánea, el ballet y los espectáculos musicales, frecuentemente alejados cada vez más de la esencia tradicional de esta expresión patrimonial.

Por estas y otras razones, la respuesta a la interrogante que encabeza este ensayo puede enfocarse también desde los principales problemas profesionales que existen hoy en el campo de las danzas tradicionales: la necesidad de preservar el patrimonio danzario de la nación ante los riesgos de la globalización y penetración seudocultural; el desarrollar la cultura danzaria a partir de la jerarquización de la producción artística y su conocimiento creciente; la versatilidad que demanda la escena nacional e internacional ante los diversos estilos y vocabularios dancísticos de hoy; y la circulación y promoción de la producción danzaria (Plan de Estudio “E”, 2019: 7).

 

Fuentes bibliográficas:

Balbuena, Bárbara y Graciela Chao (2010). Apuntes para la enseñanza de las danzas cubanas. Historia y metodología. La Habana: Ediciones Cúpulas y Ed. Adagio.

Balbuena, Bárbara (2017). “Una mirada desde el siglo XXI a la proyección escénica de la danza popular tradicional cubana”.  La Jiribilla. Revista de la cultura cubana. Boletín de 2017. Año XVI, La Habana, Cuba.

Chao Carbonero, Graciela (1988). “Metodología de danzas folklóricas”. Ponencia Inédita. La Habana: ISA.

Colectivo de Autores (1986). La enseñanza Artística en Cuba. La Habana: Dirección de Enseñanza Artística y Editorial de Letras Cubanas.

Documentos:

  • Plan de Estudio “B”. Carrera de Arte Danzario. Facultad de Artes Escénicas. Instituto Superior de Arte de Cuba. 1987.
  • Plan de Estudio “C”. Carrera de Arte Danzario. Facultad de Artes Escénicas. Instituto Superior de Arte de Cuba. 1991.
  • Plan de Estudio “D”. Carrera de Arte Danzario. Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes de Cuba. 2011.
  • Plan de Estudio “E”. Carrera de Arte Danzario. Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes de Cuba. 2019.