En el Brecht: la vida del teatro

El Brecht, como le llamamos popularmente al Centro Cultural Bertolt Brecht, y la Llauradó son hoy los caballos de batalla del deprimido circuito teatral habanero

Por Omar Valiño

El Brecht, como le llamamos popularmente al Centro Cultural Bertolt Brecht, y la sala Llauradó son hoy los caballos de batalla del deprimido circuito teatral habanero.

Allí, en el Brecht, confluyeron estos últimos fines de semana los espectáculos Shakes, de la capitalina Compañía del Cuartel (con final de temporada desde mañana), y Este tren se llama Deseo, de Teatro Rumbo, de Pinar del Río. Bastaba subir desde el Café a la Sala Tito Junco para ver ambos en una misma ocasión.

Shakes, con dirección de Sahily Moreda, es parte de una tetralogía isabelina de Reinaldo Montero. Su obsesión por aquella época es tal que el autor resulta un alter ego de Shakespeare en su afán por discutir las tensiones del teatro en cualquier periodo. Qué escribir para complacer a «todos» y a sí mismo. Cómo eludir, desde las ficciones, la censura, la represión propia o las moralinas. Cuánto aceptar de las propuestas de sus colaboradores para que la efectividad de la escena resplandezca.

La puesta activa disímiles mecanismos, con el centro en la entrega actoral, para trasladar la elaborada densidad de un texto de infinitas referencias, no siempre comprensibles de una primera ojeada. Acentuar la condición real del juego escénico puede redundar en la eficacia general del acto.

En tanto, el joven Irán Capote experimenta con Un tranvía llamado Deseo, el clásico de Tennessee Williams, llevado al cine por Elia Kazan. Más que reescritura, es conversión atravesada por la cruda realidad: barrio, pobreza, marginalidad, violencia, malas palabras y gestualidad acompañante.

Esta Blanche ha sido defenestrada por corrupta. Se refugia donde su hermana Estela y su marido Marlon (el eco directo del gran Brando), y de Eunice, una vecina de la pareja. Hay un gran gestus en la confrontación voraz de los estratos, buenos momentos en la protesta que estalla con fuerza incontrolable, pero dosificar y dibujar con más precisión la evolución de los personajes y las actuaciones contribuiría al impacto que ambiciona la puesta.

Dos agrupaciones, esencialmente jóvenes en su conformación actual, revisan tradiciones, propias y universales, en espacios del Brecht para continuar el diálogo con un público al que le importa la vida del teatro.

En portada: Este tren se llama Deseo, de Teatro Rumb. Foto © Pepe Riverón