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Elena Yanes Enrique, una mujer dedicada al teatro

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Por Daniel Medina y Katiuska Betancourt

Elena Yanes Enrique es una mujer de teatro. Graduada de la Escuela Nacional de Arte ya llega a los 43 años de vida artística en los que se ha desdoblado en diferentes roles como actriz, profesora, directora artística y ha sido directora general del grupo Gestus, presidenta de la Filial de las Artes Escénicas de la UNEAC en Santiago de Cuba. En su haber ha recibido varios premios, reconocimientos, condecoraciones y distinciones.

¿Qué inspiró a una muchacha de Florida, Camagüey a definir su vida como actriz? y ¿Cómo llegó al teatro de Santiago de Cuba?
En la década de los años 70, mi amiga Cira Andrés (poetisa) y yo nos montamos en una guagua que pasó por las provincias recogiendo jóvenes para las captaciones de la Escuela Nacional de Arte. Mi inspiración viene desde antes, cuando veía a mis hermanos transformar una cuchara en un micrófono y hacer comedia los domingos para divertir a la familia reunida. Fuimos los primeros graduados de la ENA que vinimos a cumplir el servicio social para aquel entonces en el Conjunto Dramático de Oriente, era el mes de septiembre de 1977.

“La vida no es la que usted vivió, sino la que usted recuerda y como la recuerda”, ¿Qué ha significado en su vida El Cabildo Teatral Santiago?
Puedo decir que fue como un iceberg. Existe una porción visible, el consciente; y otra mucho mayor, el subconsciente, que es responsable de buena parte de los éxitos y fracasos que logremos en la vida. He sido responsable con mi subconsciente de quedarme en esa gran escuela que fue el Cabildo Teatral Santiago en toda la amplitud de la palabra. En él comenzaron mis primeras luces como profesional. Me enseñó a amar la vida teatral, amar cada personaje, admirar a compañeros cuando me hacen temblar el alma con sus interpretaciones o reír con sus grandes dones de la comedia o la farsa. Me enseñó, “me obligó” a respetar y amar esta ciudad con su historia, sus héroes y sus pasiones.
Aquí he pasado muchos momentos tristes como el vuelo de mamá, pero he pasado también los mejores momentos de mi vida, como el nacimiento de mis hijos y el nacimiento de cada personaje que han sido como partos o alumbramientos. Recuerdo siempre a muchos compañeros que fueron importantes en esta primera etapa en el teatro, como las tres R: Rogelio Meneses, Ramiro Herrero, Raúl Pomares. También están en mi memoria Joel James, Ana Guerrero, Fátima Patterson, Nancy Campos, Dagoberto Gainza, José Amides Dinza (que siempre supo tener la mano amiga de resolver cualquier problema en la escena) Carlos Padrón, Norah Hamze, Valerio Bringas, Mireya Chapman. En una segunda etapa, ya en el grupo Gestus a Marcial Lorenzo Escudero, Ramón Pardo, Daysi Martínez, Andrés Caldas, Jorge Socarrás, Ulises Rivas y el maestro Rodulfo Vaillant, y en esta casi “última etapa” a todos los jóvenes que están adornando la ciudad con su trabajo creador y me hacen cómplices de sus afanes.

¿En esa época como recuerdas la vida teatral en la ciudad?
Para mí era una ciudad mágica y muy teatral, la vida diaria me parecía escenas montadas, El teatro era la ciudad contando su historia. Las funciones eran a cualquier hora y en cualquier espacio, plazas, parques, calles, era nuestro regalo a los santiagueros de a pie. En esa época en el Cabildo Teatral Santiago se trabajaba sin descanso, también estaba la Teatrova, vivíamos en el teatro. Creo que son muchos años de querer esta ciudad. Quedarme aquí entre parques, monumentos, congas, morenos, amigos y grandes amores. Han pasado muchas cosas, muchas obras, muchos directores. Han volado las gaviotas y sonado los tambores.
Algo que me enorgullece es saber que el sueño de Raúl Pomares y Ramiro Herrero de tener una Academia de Artes Dramáticas se volvió realidad. Este también se volvió mi sueño y desde su apertura allí trabajo impartiendo la asignatura de voz y dicción, me baño con la frescura y sabiduría de los jóvenes de la región oriental y les agradezco infinitamente que una vez graduados (algunos) formen parte de nuestras agrupaciones teatrales.
El secreto de ser feliz no es hacer lo que te gusta, sino gustarte lo que haces y para mí es un placer compartir saberes en nuestra academia.

Siguiendo este mismo hilo sobre la Academia de Artes Dramáticas y tu vínculo como profesora, ¿háblanos como ha sido este proceso de formación y qué debe distinguir a un actor?
Estoy vinculada a la Academia desde su fundación, he tenido la dicha de impartir clases a muchos alumnos que hoy son grandes actores, directores y compañeros nuestros. Están en la capital o por el mundo demostrando su talento y eso es un orgullo para mí. Otros ya no están. El proceso docente no es fácil. He encontrado una manera de entrenar la voz a través de la musicalidad, el movimiento, la manera de caminar, de gesticular, de amar, de pregonar que tiene el santiaguero, hablamos cantando ¡qué orgullo!
¿Qué debe distinguir a un actor? La imaginación, la creatividad, el respeto al trabajo y la ética. El actor debe saber que para lograr todo lo que se quiere hay que hacer todo lo que se necesita y deslizarse por las ramas porque en las ramas encontramos sus frutos.

Además de actriz has incursionado en otras facetas del arte, coméntanos tus experiencias, logros y reconocimientos
He incursionado poco en el cine y en la televisión. He llevado la dirección general del Grupo teatral Gestus, además la presidencia de la Filial de las Artes Escénicas de la UNEAC, cosa esta que permitió estrechar los vínculos entre la danza, el teatro y otras manifestaciones como la Narración Oral.
He recibido varios premios, reconocimientos, distinciones, condecoraciones. Primer premio de actuación femenina en el Festival Máscara de Caoba, con el personaje la mujer frustrada en la obra Asamblea de las mujeres, con dirección de Ramiro Herrero; Primer premio de actuación femenina en el Festival Máscara de Caoba, con el personaje Mamacita, en la obra Andoba o ¿Y llegarán los camiones?, con dirección de Jorge Socarrás Linares. Distinción Raúl Gómez García, Placa José María Heredia que otorga la UNEAC, premio Nicolás Guillén que otorga la UNEAC. Reconocimientos como mejor profesora de la especialidad de teatro, reconocimiento como fundadora y profesora de voz y dicción en la Escuela de Instructores de Arte Pepito Tey.

Otro reconocimiento importante fue como profesora fundadora de la Academia de Teatro de Santiago de Cuba. He participado y he sido reconocida como profesora y actriz en jornadas y eventos nacionales e internacionales en La Habana, Camagüey, Santiago de Cuba, República Dominicana, Panamá, Nicaragua, Venezuela, Alemania y España.

Elena, ha sido todo un privilegio recibir la llave de una ciudad que te acogió como hija, y te ha visto crecer como creadora. ¿Qué ha significado esto para ti?
Nunca lo pensé, he trabajado mucho, amado, disfrutado, respetando, aprendiendo y equivocándome en lo que hago, admirando a mis paradigmas y a muchos jóvenes que aman lo que hacen y que son ejemplos a seguir. La vida cambia cuando nosotros cambiamos. Necesitamos metas, no tanto, por los resultados finales, sino porque al perseguirlas, nos transformamos. La llave es un honor y a la vez un compromiso con la ciudad. Cuando posees una llave, tienes algo tuyo, algo propio. Yo soy de esta villa hospitalaria y rebelde porque alguien abrió con “su llave” la puerta una mañana para que yo entrara en ella, en mi ciudad y la amara para siempre. Gracias.

Foto de Portada cortesía de la entrevistada.