El teatro en Pablo Neruda

Por Roberto Pérez León

«El teatro es poesía que sale del libro para hacerse humana»

Federico García Lorca

 

El 27 de marzo es el Día Mundial del Teatro. La primera vez que se celebró, en 1962, Jean Cocteau dio un discurso de salutación que se convirtió en tradición y desde entonces el Instituto Internacional del Teatro de la Unesco designa una personalidad que pronuncie el mensaje a la comunidad internacional para destacar la comunión que propicia el teatro entre los pueblos.

Pablo Neruda tuvo con el teatro una relación intermitente pero proporcionada y en concordancia con el tamaño de su poesía. En 1971 fue elegido para pronunciar el discurso por la jornada planetaria de homenaje al teatro. En febrero de ese año, desde Isla Negra, se escuchó su mensaje:

«La poesía es mi pan de cada día: soy solo un poeta de Chile, cercano y distante de cada uno de ustedes, hombres y mujeres del teatro mundial.»

Son muchos los momentos en la vida de Neruda donde es relevante la experiencia de lo teatral como liberación de la creatividad y la imaginación.

Creo que una de las amistades literarias más intensas y hermosas del siglo XX en nuestra lengua fue la de Lorca y Neruda. En 1933 el poeta andaluz está en Buenos Aires y se junta con Neruda. En un banquete que les ofrecía el PEN club cuenta el propio Lorca: «Nos despachamos a gusto con un discurso «al alimón» sobre Rubén Darío, poeta enorme que tienen injustamente olvidado en las riberas del Plata. (…) Un poeta que amó mucho este pedazo grande de América. Pues a Pablo y a mí nos pareció oportuno recordárselo a los cientos de escritores que acudieron al banquete para vernos y escucharnos.»

La transcripción de aquel discurso «al alimón», es decir por dos personas a la vez, en este caso Lorca y Neruda, como dos toreros que torean al mismo toro con la misma capa, aquello más que una conferencia fue una lectura dramatizada, una puesta en escena espontánea que hicieron los poetas (“Discurso al Alimón sobre Rubén Darío”).

La Unesco declara 1964 «Año Shakespeare» con motivo del 400 aniversario del natalicio del escritor. Neruda había tenido la propuesta de traducir Otelo, pero desistió del proyecto y tiempo después acepta la traducción Romeo y Julieta por encargo del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile. Sobre esa traducción tenemos su testimonio. Fue él quien inaugura en Chile el Año Shakespeare leyendo un texto escrito en 1963 donde muestra su admiración por el poeta y dramaturgo inglés y donde habla de su experiencia como traductor del genial escritor:

«En los últimos meses de este otoño me dieron el encargo de traducir Romeo y Julieta. (…) Tenía que hacerlo, puesto que este es el gran año shakesperiano, el año de la reverencia universal al poeta que dio nuevos universos al hombre. Traduciendo con placer y con honradez la tragedia de los amantes desdichados, me encontré con un nuevo hallazgo.

Comprendí que detrás de la trama del amor infinito y de la muerte sobrecogedora había otro drama, había otro asunto, otro tema principal. Romeo y Julieta es un gran alegato por la paz entre los hombres. Es la condenación del odio inútil, es la denuncia de la bárbara guerra y la elevación solemne de la paz. Inaugurando el año Shakespeare».*

Cuando en 1966 Arthur Miller asume la presidencia del PEN Club Internacional inmediatamente invita a Pablo Neruda a un congreso a Nueva York.  Fue muy peliaguda aquella visita. En el escenario político estaba en pleno desarrollo la Guerra Fría. Y muy ardiente era la postura comunista del Poeta que asumió enfrentarse a su enemigo ideológico Fue todo un acontecimiento la estancia nerudiana en norteamericana. La poesía se impuso a intransigencias de toda índole. El poeta latinoamericano fue reconocido más allá de toda perspectiva política.

Ya a finales de 1966 en una entrevista radial Neruda habla de Fulgor y muerte de Joaquín Murieta su única obra escrita para teatro, estrenada el 14 de octubre de 1967 en el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile.

En una entrevista radial Neruda habla de su obra y declara: «el teatro es ajeno a mí y estoy seguro de haber escrito una pésima obra teatral». Cuando el periodista le pregunta por qué la escribió, responde con una anécdota, cuenta que el actor y director francés Jean-Louis Barrault, hacía algunos años le pidió que escribiera algo para presentar, y él le contestó: «Soy solo un poeta y no me interesa, sino escribir mis versos. Y, además, no sabría cómo escribir para el teatro», a lo que Barrault replicó: «Esa es tu equivocación, tú escribes poesía y yo te la hago teatro».

Al estrenarse Fulgor y muerte de Joaquín Murieta la obra adquiere un calibre político considerable. Neruda sostiene el carácter antimperialista y guerrillero del texto. La obra y la figura misma de Murieta como personaje histórico fue muy controvertida. En El Mercurio un día después del estreno se cita al poeta cuando se refiere a Murieta como un «Robin Hood americano» y sobre la puesta dijo: «(…) una obra trágica, pero, también, en parte está escrita en broma. Quiere ser un melodrama, una ópera y una pantomima. Se ha puesto imaginación, imaginación y más imaginación. No hemos querido realismo. Ni si quiera realismo socialista.»

En 1971 en su Mensaje por el Día Mundial del teatro, y que hoy nos merecemos recordar, expresó seguro y sin escepticismos: «Me atrevo sin embargo a pensar en lo que compartiremos todos: un teatro simple pero no simplista, crítico pero no inhumano, un teatro si limitaciones que avance como un río de los Andes, imponiendo sus propios límites.»

A medio siglo alientan sus palabras:

«El teatro ha roto la cáscara de un huevo de avestruz inmenso; esperamos, sentados, los hombres, desde la primera hasta la última fila, que el ave nueva se eche a correr, a volar.

Nos aburre el absurdo como los antiguos folletines y el realismo se murió de viejo: ¡atención! ¡Que no salga de su tumba!»

 

*En Anales de la Universidad de Chile, año 122, nº 129, Santiago de Chile, enero-marzo de 1964.)

Foto de portada tomada del sitio web Universo Lorca.