D’Seos Teatro y la magia de las estatuas vivientes
Por Yelaine Martínez Herrera
Las Tunas.- Los vemos caminar despacio (muy despacio) por la calle Vicente García y otras arterias. Antes de su llegada, no era muy común aquí el arte de las estatuas vivientes. Todo empezó con el influjo del instructor de arte Yuris Eduardo Bueno Yero, quien luego de un tiempo actuando en solitario, decidió crear el grupo D’Seos Teatro.
Cinco jóvenes hoy dan vida a la cofradía, insertándose en diferentes eventos dentro y fuera de la provincia. La jornada de performance e intervenciones urbanas La Pupila Archivada, la Jornada Cucalambeana, Las Romerías de Mayo, el festival de teatro Tierra Buena y citas similares, han contado con su participación. Pero, especialmente, los vemos con cierta frecuencia frente al museo provincial Mayor General Vicente García o alguna área cercana al bulevar de la ciudad.
De hecho, el performance Ciudad en Movimiento es uno de los que suele llamarles la atención a los hijos de esta tierra. Personajes como Naturaman desandan estos predios, como en cámara lenta, ante las miradas curiosas de los espectadores. Y es que al decir del líder esa es la idea, ir poco a poco perfeccionando su trabajo para enrumbar a la estatua itinerante con el fin de contar historias.
“Es bonito cuando tú diseñas algo y su concepto llega, como sucedió con Naturaman. Es una obra que deja pensando al público transeúnte, que le da diversas interpretaciones, aunque su esencia es el cuidado de la naturaleza. Además, con este personaje obtuve un premio en el Festival Internacional On Line de Arte Callejero, con sede en Argentina. Recibió más de mil 200 votos, significa mucho para mí”, afirma Yuris Eduardo.
Dentro de él y sus compañeros las emociones bullen, pero deben mantenerlas a raya. La misticidad y el realismo de los seres que encarnan, así lo ameritan. El patriota Vicente García, un miliciano, un esclavo, un campesino, un indio taíno, Don Quijote, Cupido o algún poeta, son algunos de los que han interpretado.
Mientras, los espectadores observan a los inquilinos con la curiosidad que emana del encuentro con algo singular. ¿Será real?, se suelen preguntar los niños. Algún que otro osado se atreve a tocarlos. No piensan que están “invadiendo” cierta distancia física necesaria entre emisor- receptor, solo hacen suya la magia de un ser que les alegra parte de su tiempo. Hablamos, pues, de la inherente retroalimentación…
“Siempre buscamos que las personas se sientan identificadas. Normalmente se acercan, algunos quieren interactuar con nosotros con un abrazo u otra muestra de afecto, es hermoso. Con la imagen se pueden transmitir muchas cosas, es un momento mágico donde dejan de hacer lo que están haciendo y nos atienden. Por eso, los debemos convencer”, comenta Bueno Yero.
También narra lo difícil que resulta el entrenamiento físico. “Es difícil estar varias horas en la misma pose, pero nos preparamos para ello. Realizamos previamente ejercicios corporales, meditamos y nos concentramos”.
Apasionados por cómo las estatuas vivientes pueden abrazar otras manifestaciones del arte, su estampa se cuela poco a poco en la memoria de muchos. Hasta hay pequeños que se embullan a imitarlos, así como seguidores de la tercera edad.
Por esos senderos, D’Seos Teatro impulsó el pasado verano el taller El Mágico Mundo de las Estatuas Vivientes y la Quietud Poética, la punta del iceberg de un sueño que -al decir de Yuris- pretende convertirse en compañía infantil. A pesar de lo difícil de esa encomienda, si tenemos en cuenta la complejidad de la vertiente teatral y la edad de los protagonistas, el grupo no abandona esa idea. Y también anhela crear un taller permanente de estatuas vivientes, para adultos, en la casa de la cultura Tomasa Varona.
Perfeccionar sus actuaciones y transmitir enseñanzas son algunos de los derroteros de su trabajo. Avanza así, poco a poco, D’Seos Teatro, agrupación que desde el Balcón del Oriente Cubano echó a andar hace más de un lustro por nuestra ciudad, amparado por el Movimiento de Artistas Aficionados. A su paso, místico y teatral, ha mantenido viva -quizás sin percatarse- una herencia que proviene de las antiguas culturas griegas y egipcias.
“A veces sentimos la necesidad de que el público sepa quiénes somos, pero lo más importante es que llegue el mensaje. Es como si con cada muestra de afecto nuestro personaje cobrara más vida”, sentenció Yuris Eduardo. Y vuelve, junto a sus muchachos, otra vez al maquillaje. Allí, donde empieza el camino, donde sus sueños adquieren el color de la diferencia.
Foto Reynaldo López Peña