Dale Dagoberto que tú puedes
Entrevista con Dagoberto Gainza Pérez, actor y director artístico, Premio Nacional de Teatro 2021
Por Rubén Darío Salazar y Gretel Quintana
Era un niño de la enseñanza primaria cuando ví por primera vez a Dagoberto Gaínza en escena. Por la escuela nos llevaron a la mítica Sala Teatro Van Troi, sede del Cabildo Teatral Santiago, para ver el espectáculo Jugando. Allí estaba el actor, con su voz profunda, largo como una vara de tumbar gatos y una simpatía que aún le dura. Años después pude verlo, junto a varios de sus talentosos colegas, entre ellos su esposa la actriz Nancy Campos, brillando una y otra vez desde las tablas, como también lo ha hecho en la pequeña y en la gran pantalla. Al obtener en 2021 el Premio Nacional de Teatro se imponía entrevistarlo, conocer de cerca los vericuetos de su larga vida. La conversación con el galardonado no podía ocurrir en otro sitio que no fuera el propio Cabildo Teatral Santiago, espacio lleno de historias, realidades y quimeras.
De aspiraciones, evocaciones y verdades
Nunca había tenido contacto con la actuación, pero me motivó mucho la convocatoria que habían lanzado para crear el cuadro dramático de la televisión en Santiago de Cuba y me embullé. Un grupo de amigos del barrio, que conocían de mi gusto por el arte, había bailado en un grupo folclórico de la CTC, me dijeron ¡Preséntate Dagoberto, dale que tú puedes! Y no me quedó más remedio que presentarme a la prueba. No quedé para el cuadro dramático de la televisión, pero sí me contrataron para trabajar en una obra del Conjunto Dramático de Oriente (CDO). Fue así, muy joven, nací en 1940, como llegué al teatro.
El CDO, pasó a nombrarse en 1973 Cabildo Teatral Santiago (CTS). Al cabo de la distancia y haciendo algunos análisis posteriores, yo estuve de acuerdo con ese cambio porque con la nueva política administrativa del país no tenía razón de ser que siguiéramos llamándonos como antes, pues Santiago de Cuba pasó a ser una provincia, conjuntamente con los municipios aledaños. Tampoco tenía sentido que el grupo siguiera llamándose Conjunto Dramático de Oriente. Por un trabajo de investigación que hicieron Raúl Pomares y otros compañeros que estaban al frente de la actividad teatral, más Joel James, que después fue director de la Casa del Caribe, se hizo una indagación en la zona de aquí del Tivolí, y se tomó como referente el trabajo de los cabildos que antiguamente funcionaban dentro de la etapa colonial santiaguera. Entre todos nos pusimos de acuerdo para llamarle Cabildo Teatral Santiago.
Entre los nombres imprescindibles, hay varios, de la época del Conjunto Dramático de Oriente, tengo que mencionar a Miguel Lucero. Fue mi primer director artístico con La Reina de Bachiche, una obra de José Milián que recuerdo con mucho amor y cariño. Fue mi primer trabajo como contratado. Yo hacía El cronista, también estaba Nancy Campos, mi esposa, que hacía la Reina de Manguito.
Estaba Adolfo Gutkin, un director argentino muy exigente, con el que tuve muy buenas relaciones de trabajo. Gutkin se encariñó conmigo de una manera increíble. Fue la persona que me dijo – tú puedes, tú tienes el actor dormido, vamos a despertarlo – y despertamos al actor que hasta ahora sigue haciendo teatro.
No puedo dejar de hablar de Carlos Padrón, mi compañero de pesca. Compramos un bote y nos íbamos a pescar juntos. Tuve y tengo mucha filiación todavía con Padrón, es como un hermano más dentro del ámbito teatral cubano. Está también Rogelio Meneses, a quien recuerdo con mucha tristeza. Yo trabajé con él en su versión de El Macho y el guanajo, sobre la obra de Soler Puig, creo que ya eran los tiempos del Cabildo Teatral Santiago. El retomó los personajes del teatro bufo cubano, donde pude explotar el famoso Negrito. Meneses nos dio muchas enseñanzas que aun las preservo y recuerdo afectuosamente.
Está mi amigo de toda la vida, Raúl Pomares, que para mí fue ejemplo de actor. Alguien me dijo: – tú estás imitando a Raúl Pomares –, pues no, yo nunca imité a Raúl Pomares, pero sí seguí sus pasos. Él era una persona muy desenfadada, lo mismo te hacia un chiste en la puerta del teatro, que nos comíamos un cerdo en el patio de mi casa. Fue una filiación familiar la que yo llevé durante muchos años con Raúl Pomares. Cuando emigró a la capital del país, sentimos su ausencia en Santiago de Cuba, pero seguimos contactando con él, siempre. Lo tengo perennemente en mi recuerdo, fue una persona inolvidable en mi vida y la de Nancy, nos llevábamos muy bien. Lo recuerdo como si lo tuviera ahora mismo a mi lado.
Hay otro imprescindible, Ramiro Herrero, increíble director de teatro, persistente y muy cabeza dura, digo cabeza dura en el mejor sentido de la palabra, pues cuando le hacíamos una improvisación nos decía ¡vamos hacer otra improvisación!, hasta acercarse a lo que quería. Ramiro casi siempre montaba los espectáculos a base de improvisaciones. En Dos viejos pánicos, que fue más acá, tuvimos que improvisar mucho. Cargaba a veces las puestas en escena de elementos que eran innecesarios, pero era un director muy avezado, y sobre todo muy atrevido, pues se metía en camisas de once varas, pero sabía salir de las camisas de once varas. Tuvo dos actores en Dos viejos… que defendieron sus ideas, Nancy Campos y yo, que éramos la pareja predilecta de Ramiro.
Y no quiero olvidar a Pedro Castro ¡Quien no se va acordar de Pedro Castro! ese hombre que vino desde a Camagüey a Santiago de Cuba. Se trajo un baúl lleno de posibilidades, de sueños que no pudo realizar en Camagüey, pero que realizó en Santiago. Parte del Conjunto Dramático de Camagüey vino junto con Pedro a Santiago, actores y actrices que se integraron muy bien al CDO y luego al Cabildo Teatral. Hicieron familias aquí y se quedaron, empezando por Héctor Echemendía, Rogelio Meneses, Asela Serpa, no quiero olvidar nombres.
De Tartufo y Yepeto en Calibán Teatro
En 1986, un grupo de actores con apetencia de hacer un estilo de teatro diferente al del Cabildo, creamos Calibán Teatro. Entre los personajes que hice allí están Tartufo y el profesor de Yepeto. Ambos tienen muchos puntos de contacto conmigo por las características físicas de los personajes. Creo que yo estaba en el momento y en la edad en que era importante desarrollar esos personajes.
Obtuve dos premios con Tartufo, de Moliere, en versión de Oscar Vázquez, dirigido por Nora Hamze en 1989. Me dieron el premio de actuación protagónico y el secundario, creo que era la primera vez en Santiago de Cuba que sucedía eso en un Festival Máscara de Caoba, darle dos premios al mismo actor y con la misma obra. Para mí fue de mucha felicidad haber tenido esos premios. Pienso que fue importante dentro de mi formación como actor. Con Yepeto, de Roberto Cossa, dirigida por Ramiro Herrero, en 1992, también obtuve un premio de actuación en el Máscara de Caoba. Yo he sufrido muchos personajes. He tenido algunos a los que he amado con locura, otros que me han costado mucho trabajo, pero los he sabido defender con dedicación y con la ayuda de muchos compañeros. Amo mucho a Tartufo y a Yepeto, creo que las dos obras fueron un logro en el teatro santiaguero.
De un teatro hecho A dos Manos y otros sucesos dignos de contarse
Entre 1994 y 1999, Nancy y yo estuvimos trabajando en Teatro Gestus. Hicimos Antígona y Rompecabezas. La primera dirigida artísticamente por Daysi Martínez, ella acababa de llegar de Rusia y para mí fue bastante complicado enfrentarme al personaje de Creón. La crítica habló muy bien de ese personaje. Yadira Herrera trabajó conmigo en esa puesta y nos fue muy bien. Nos adaptamos a la dirección de Daysi y la obra salió satisfactoriamente, para los actores y para la población que la disfrutó. Obtuve otro Premio a la mejor actuación masculina con la obra Rompecabezas, de Ana María de Agüero, dirigida por Ramiro Herrero Beatón en el Festival Máscara de Caoba, de1995.
Con el tiempo Nancy y yo nos dimos cuenta que podíamos crear un proyecto teatral nuevo. Un día sentados en la UNEAC, conversando con los actores y directores artísticos Mateo Pazos y Fátima Patterson, de Estudio Teatral Macubá, nos dijeron ¿Porque ustedes no hacen un Proyecto? Nosotros contestamos ¿Ustedes creen que a estas alturas, nosotros podamos hacer un proyecto? Y Fátima nos dijo: – Ustedes pueden hacer un proyecto, tienen formación teatral y pueden defender una agrupación escénica en Santiago de Cuba.
Mateo fue quien nos propuso el nombre. Pónganle A dos manos, la mano tuya y la mano de Nancy. De ahí nos fuimos a casa, nos sentamos y empezamos a meditar. Sí había la posibilidad por parte del Consejo Provincial de Artes Escénicas, de asumir un proyecto teatral más, pues lo haríamos, y presentamos la fundamentación del nuevo grupo.
En ese entonces la presidenta era María Antonia Falcón. Un día 9 de marzo del 2000, justo yo cumplía años ese día, por eso lo recuerdo, se nos dio la aprobación del Proyecto A dos Manos. Todavía conservo el documento. Para mí la alegría fue enorme, desde entonces no hemos parado.
Hay tres personajes, dos nuevos y uno que heredé del pasado, que tienen para mí más puntos de contacto con Dagoberto Gainza que con los propios personajes, pues en ellos me expreso yo mismo de alguna manera. Yo soy muy chistoso, pero cuando hay que tomarse las cosas en serio me las tomo. Cuando hay que proyectarse me proyecto, y la verdad que en mi trayectoria pasada y presente estos son tres personajes muy queridos por mí, empezando por Santiago Apóstol, en el que tuve el honor y el placer de sustituir a Héctor Echemendía, que fue el primer Santiago Apóstol. Héctor tuvo que viajar a La Habana y Raúl Pomares, que era el autor de la obra, me dijo: -vas asumir la responsabilidad del personaje. Le dije: – No, es imposible, yo no puedo hacer eso-, y él me dijo: – ¡tú si tienes capacidad para eso Dagoberto y vamos hacer el personaje desde la visión que tú tengas del Santiago Apóstol! Y yo tenía la visión de un personaje muy jocoso, santiaguero al fin, como somos los santiagueros, y asumí la responsabilidad del Santiago Apóstol, el cual ya llevo casi 40 años interpretando. Creo que es uno de los personajes más antiguos que poseo en mi repertorio.
Para hablar del personaje de El Quijote, tengo que hacer una pequeña anécdota. Yo vi el Quijote hecho por El Mirón Cubano en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, ellos estaban invitados en el Mascara de Caoba de 2004. Me asombré al ver la estructura escénica de la obra, pero nunca pensé trabajar con El Mirón Cubano. Un día me llama el Quijote cubano Albio Paz y me dice:
–Dagoberto yo tengo una propuesta para que tú me dobles en el personaje El Quijote.
–Yo maestro, como que voy a doblarlo a usted.
-Él me responde: tú eres la persona que yo escogí para que haga el personaje del Quijote, hay un viaje a España, yo no puedo ir, después te digo porque no puedo ir.
No me quería decir y le dije, bueno yo voy a una gira a Pinar del Río; mándeme el libreto para poder entender e irme leyendo la obra. Es una obra que no tenía mucho texto, pero sí muchas imágenes, está llena de imágenes que hay que defender. Mi amigo Francisco “Pancho” Rodríguez, actor de El Mirón… fue quien se quedó con la dirección artística de la obra. Albio no me quería decir que estaba tan enfermo que se estaba muriendo.
Asumí el personaje de El Quijote, ese Quijote precioso que tienen los matanceros en la obra de Albio Paz. Lo defendí a capa y espada en España y México, fue defendido tanto por mí como por El Mirón Cubano, con toda la dignidad de una obra del teatro cubano.
El otro personaje es el Tabo de Dos viejos pánicos, de Virgilio Piñera. Yo tengo la referencia de los Dos viejos pánicos montado por Roberto Blanco con Omar Valdés e Hilda Oates. Yo veía la obra y la veía muy cargada, era una obra con mucho texto, la sentía, es mi criterio, falta de imágenes. Ramiro se propuso hacer un montaje de este texto, que finalmente estrenamos en 2001. Fue a partir de dos camitas y elementos que coadyuvaban a la escenografía. El proceso, por supuesto, fue de improvisación. Empezamos a improvisar y el hacía cortes e iba dejando. Creo que la obra fue un éxito. Con la dirección de Ramiro para Nancy y Dagoberto nos batimos, como decimos nosotros, y no puedo dejar de decir que no fue “A capa y espada”, fue a machetazo limpio. Es una obra que nos ha dado mucha satisfacción a Nancy y a mí.
Un actor para el cine y la televisión cubana
No han sido muchas las producciones cinematográficas en que he trabajado, pero he tenido el honor de actuar en algunas que han sido una referencia en nuestro país. Baraguá, de José Massip, La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gómez, El siglo de las luces, de Humberto Solás o Cartas del parque, de Tomás Gutiérrez Alea, entre otras. Son filmes que uno recuerda con mucho amor. Yo creo que cada director se proyectaba con la tendencia de su cine, cada cual lo defendía a su manera, todos tenían la proyección dentro del cine de la cultura cubana, por lo tanto los aplaudo a todos, pero tengo una deferencia con Rebeca Chávez, la santiaguera aplatanada en la Habana. Nos entendimos mucho y tenía esa forma de decir… Oye Dagoberto ven para acá para que me hagas un personaje. Me pidió una colaboración para Ciudad en Rojo, basada en la novela Bertillón 166, de Soler Puig. Se filmó en Santiago de Cuba y yo hice un pequeño personaje que lo agradeció mucho y yo se lo agradecí muchísimo. La recuerdo con mucho cariño, es mi amiga en el plano personal.
De la televisión recuerdo a Eduardo Macías, en paz descanse, supe que falleció. Yo recuerdo a Macías en Los Papaloteros. Hice un personaje fugaz, pero agradecí mucho que contara conmigo. Nos conocimos, entablamos comunicación y tuvimos una amistad de mucho tiempo, pues también trabajé en la aventura Hermanos, que se hizo en Camagüey. Ahí tuve un personaje muy bien visto por la población, noble, con cierta característica de humanidad, .muy querido por los niños. Creo que él estaba feliz de haberme seleccionado para ese personaje, yo le agradecí el haber podido trabajar con la cantidad de buenos actores que integraron el elenco de esa aventura.
Lo más reciente, nunca lo último
Lo más reciente que hicimos en Teatro A dos manos, nunca lo último, fue Comedia a la antigua, y se lo agradezco a Corina Mestre, pues en una visita que hizo a Santiago de Cuba nos habló a mí y a Nancy de esa obra que ella iba a interpretar junto a otro actor que ahora mismo no recuerdo el nombre. Me dijo: – esta obra le viene muy bien a ustedes dos. Orlandito González, que es actor y director de Calibán Teatro, estaba presente, y dijimos el director de esa obra tiene que ser Orlando, y nos pusimos en sus manos. Es un muchacho joven, pero con mucha experiencia, con una inteligencia tremenda, alumno de Ramiro Herrero. Tuvimos un productor que no puedo dejar de mencionar, Pedro Robaina, que saca debajo de una piedra lo que haga falta. Como él hay pocos en este país, tan entregado de verdad a la producción teatral. El espectáculo se montó en pocos meses. Estábamos enamorados del texto y así mismo nos enamoramos de la propuesta de Orlandito. Fue estrenada el 28 de diciembre de 2019, y se parece a la historia de Nancy y Dagoberto, será una casualidad de la vida, pero es así. El estreno fue un éxito, pero la pandemia nos vino a frenar. Todo el que la ha visto le ha gustado. Tenemos que ir a Matanzas, a La Habana, Guantánamo…, tenemos que movernos con esa obra por todo el país.
Teatro y vida en Santiago de Cuba
Tuve muchas propuestas para irme con Nancy para la Habana, propuestas de llamarme por teléfono y decirme: – tienes una plaza aquí con tu esposa, vengan para acá que lo estamos esperando-, pero nos sentamos a pensar, había que cargar con la familia, como las jicoteas con la casa encima del hombro, cargar con todas las cosas, y dijimos No. Yo puedo defender el teatro desde la posición de Santiago de Cuba. Aquí tengo mi familia, tengo mi grupo de teatro, tengo mis directores, tengo mi proyección, hacemos giras por el país. Yo puedo hacer mi trabajo como actor desde Santiago de Cuba, sin necesidad de irme a otras provincias. Nancy y yo decidimos quedarnos y aquí estamos. Desde Santiago yo defiendo la cultura y el teatro, que es vida para mí, creo que por eso tengo 81 años. Yo le he dado al teatro parte de mi existencia junto a Nancy. Los dos apostamos por la creación de un movimiento teatral en Santiago de Cuba, que aparentemente está dormido o parece estar cogiendo un diez por la Pandemia, pero que lo sacudiremos y lo vamos a despertar.
30 de marzo de 2021, Cabildo Teatral Santiago.
Fotos: Cortesía del entrevistado