Dagoberto Gaínza que vale y brilla
Por Yanetsy León González
Ver sobre las tablas al santiaguero Dagoberto Gaínza, Premio Nacional de Teatro, es uno de los regalos de febrero de la Jornada Ciudad Teatral en Camagüey. Lo trajo hasta acá Comedia a la antigua, dirigido por el jovencito Orlando González y con la asesoría de Nelson Acevedo.
Dagoberto cumplirá 83 años en marzo y junto a su esposa Nancy Campos es el primero en llegar a la sede del grupo A dos manos, a pesar de la caminata de unos tres kilómetros desde el barrio de La Raspadura donde está su casa.
En la sala Rine Leal, del centro cultural José Luis Tasende, aseguró que no ha dejado de trabajar aunque esté enfermo, y que “el teatro vivirá porque siempre habrá un texto que decir, un actor que lo defienda y un público que aplauda”.
Contó de sus orígenes de niño pobre que vendía tomates, yerbas y periódicos, y de la entrada al oficio, de manera autodidacta, por la avenida anchísima del carnaval santiaguero, de ahí su defensa del teatro de relaciones: “Los carnavales son el eje central de la manifestación artística de Santiago de Cuba. La academia no te enseña a enfrentarte a un público, te lo enseña la calle”, asintió.
Además reveló algo poco conocido: el cierre de su personaje de Santiago Apóstol. Fue una recomendación del comandante Juan Almeida Bosque, quien solía ir a los ensayos en el patio del Cabildo Teatral. Es una de las razones por las que mantiene activo ese texto en su memoria. Tampoco olvida su personaje del guía de los Maceo en la película Baraguá ni como El Generalísimo en la serie televisiva En busca de Máximo Gómez, ambas de 1986.
“Soy un hombre feliz por vivir en Cuba a pesar de las dificultades y por venir defendiendo el teatro que aprendí a hacer con todas esas dificultades”, enfatizó Dagoberto poco después de confesar como asombro, con humildad, el reconocimiento recibido también fuera del país.
Hizo esa referencia al evocar al dramaturgo Albio Paz, quien antes de morir le encargó el doblaje de su personaje en la obra de teatro callejero De la extraña y anacrónica aventura de Don Quijote en una ínsula del Caribe y otros sucesos dignos de saberse y representarse, seleccionada para un festival en España.
“Representamos El Quijote. Aquello fue un éxito. Me sentí muy satisfecho y agradecido por aquel gesto de Albio. Luego fuimos a México. Eso creó una hermandad con El Mirón Cubano (de Matanzas) hasta hoy”, resaltó.
Precedió la conversación el documental Asombrosos viejos pánicos (2013), de Carlos Alberto Fernández. La productora Katiuska Betancourt presentó el audiovisual dedicado a él y a la actriz Nancy. El título remite a la marca en el imaginario popular por su representación de Dos viejos pánicos, texto de Virgilio Piñera, y un éxito en el Festival Nacional de Teatro de Camagüey del 2002.
Luego de risas, por el carisma de la entrañable pareja de artistas, Dagoberto concluyó con su imagen icónica: “Si yo dejo de hacer teatro será cuando esté en una funeraria, e incluso ahí me levantaré y diré el último texto de Santiago Apóstol: Ahí te dejo, infeliz pedazo de madera… Si algún día te bajas de ese pedestal y pones los pies en la tierra, vas a ver por primera vez en tu vida cómo son las cosas verdaderamente y si te queda un poco de vergüenza y sangre en las venas, no tendrás más remedio que seguir a toda esa gente, adonde quiera que vaya… ¡Adiós, Apóstol!… ¡Santiago se va…!”.
Fotos José Fornet Lezcano / Tomado del periódico Adelante