Cuando el río suena
Por Jesús Lozada Guevara
Aedos, rapsodas, contadores de historias, charlatanes, djelis, juglares o poetas ambulantes, a todos une la palabra y la voluntad de tejer con ella mundos desconocidos que encanten o que nos permitan entender lo inatrapable de lo cotidiano, poniendo música y razón allí donde todo parece yermo. Esa es una tradición también expresada en colores cubanos hasta hoy donde un movimiento de artistas profesionales asume el arte de narrar con las herramientas que le son propias en la contemporaneidad.
Desde espacios institucionales o sociales, como la Uneac, se ha venido promoviendo la conservación y desarrollo de las técnicas de la palabra viva en todas sus variantes.
En la región más occidental del archipiélago, dando continuidad al trabajo de Luisa Marina Pérez, Mary Márquez, Úrsula Martínez y Filomena Morales, anualmente se convoca a Río de Palabras, encuentro de Narración oral, evento de pequeño formato con altas miras que apuesta no solo por la presentación dentro del circuito escénico sino que también por la extensión a la cultura comunitaria – Patío de Pelegrín en Puerta de Golpe- o a la enseñanza artística – Escuela Profesional de Arte Pedro Raúl Sánchez-, posibilitando el intercambio de saberes y patrimonios que hacen crecer tanto a artistas como a públicos, rompiendo ese otro muro que hace del arte y sus hacedores una élite y de los receptores entidades pasivas que nunca se aproximan.
En apenas cuarenta y ocho horas se ejecutó un programa intenso que hizo que, después de una accidentada apertura, se desplegara la fiesta donde los relatos fueron protagonistas.
Un elenco mínimo desarrolló todo el programa en el que brillaron el neorepentismo de Roly Ávalos, de Oralitura Habana, con su manera precisa y atinada a la hora de improvisar, juntando en su actuación simpatía y lirismo; así como los grupos de Narración oral Te ConTé (La Habana) y Palabras al Viento (Holguín).
A los holguineros y su puesta de Los músicos de Bremen en el Teatro Milanés, esa joya de la arquitectura, dedicaremos un texto por lo que haremos énfasis en el grupo que lidera Nubelia Leyva. Sus intervenciones en la extensión comunitaria o en el patio de la Uneac pinareña con el espectáculo de café-concert Cuando el amor no alcance aportaron sonoridades no habituales en los escenarios desde que la Teatrova hiciera coincidir la canción con el buen decir. Música excelente interpretada por la trovadora Mirtha Rivero Bustamante, juntamente con cuentos, en su mayoría de autores pinareños, dichos por la directora de la agrupación y con intraversiones puntuales de su compañera, establecieron un diálogo narrativo efectivo que se agradece al permitir que las historias se hagan más entendibles y disfrutables. Los relatos nos llevaron de la emoción a la risa, del pensar al sentir, manejados con gracia y tino.
Habría que destacar entre los artistas pinareños al colectivo A la cuenta de tres, que si bien aún no alcanza reconocimiento institucional, ya se va mostrando como un elemento renovador en la escena local, especialmente a partir de su espectáculo Jardín, de factura atendible y refinada, con aciertos que le permiten interactuar con públicos familiares más amplios pues la puesta, aunque dedicada a la infancia, tiene el don de conmover y divertir también a los adultos.
Breves, concisas y con fuerza podrían calificarse las aguas-palabras desatadas por un evento de Oralidad que, de encontrar ecos integradores, podría convertirse en un referente entre los de su tipo pues de los muchos que existieron pocos resistieron los embates de los nuevos tiempos.
Nelson Simón, el Comité Provincial de la Uneac en Pinar del Río y la Editorial Cauce que dirige Jenny Pupo, hicieron el milagro de lo posible. A ellos, honor y respeto.
Fotos cortesía del autor