«Con Kike en Camagüey no solo se ríe, también se aprende»
Por Kenny Ortigas Guerrero
Alejado del chiste grosero y del choteo agresivo, Kike Quiñones una vez más hace gala en sus presentaciones de un sentido del humor que revela la picardía intrínseca de los cubanos. Con esa ironía siempre en la mira telescópica que, «como quien no quiere las cosas», se clava en las contradicciones más profundas de nuestra sociedad, el público se convierte en cómplice y partícipe de las diversas situaciones que plantea dentro de su espectáculo.
Pero Kike no se queda solamente en el momento cómico, sino que lo convierte en un espacio oportuno para dar pinceladas de la historia de la cultura de nuestro país. La referencia al teatro bufo y vernáculo cubanos, constituyen referencias sustanciales dentro de la representación y aunque personajes como el Negrito, la Mulata y el Gallego, prácticamente coexisten en el imaginario de parte del pueblo, Kike los trae de vuelta a la contemporaneidad de la isla.
Esa idea de que lo clásico perdura manteniendo vivos sus valores, funciona perfectamente para estos personajes que distinguieron una época de nuestro teatro, pero que son capaces de traer sus voces al presente con la misma fuerza y vitalidad con la que estremecieron desde el siglo XIX a la escena cubana.
Por ahí fueron las cosas en Vamo’ a pasarla bien, espectáculo que Luis Enrique Amador Quiñones (Kike) presentó los días 28, 29 y 30 de julio, en el Teatro Avellaneda de Camagüey, como parte de la programación de verano diseñada por las Artes Escénicas en la provincia. En la puesta en escena, también rindió homenaje al acuarelista de la poesía antillana Luis Carbonell con esa criolla estampa de El niño Valdés, que arrancó los aplausos de un público agramontino conocedor, respetuosa y amante de su cultura.
El humor se construye con los desatinos del día a día, con sus absurdos y desafueros. De eso y más se compone la descarga de Kike en la que, a pesar de las carcajadas, existe una buena dosis de reflexión y sugerencia a cerca de quiénes somos, de dónde venimos, qué hemos construido y hacia dónde planeamos ir.
Se agradece en estas funciones, la osadía y la inteligencia como complementos inherentes al buen humor, el que nos invita a pensar aún con la sonrisa de oreja a oreja y con el optimismo que nos caracteriza por naturaleza, sobre lo provechoso que sería para todos obrar con coherencia y sensatez en cada paso que damos.
Foto de portada: Periódico Adelante