Comedia, Tragedia O Misa Por Una Santiaguera ¿La Santiaguera?
Por Roberto Pérez León / Fotos Ismael Almeida
La misa para esa santiaguera de Vital Teatro parte nada más y nada menos de Réquiem por Yarini. Carlos Felipe junto a Virgilio Piñera y Rolando Ferrer conforman el tríptico de la dramaturgia cubana que revolcó al teatro en nuestro país y lo posesionó de los elementos suficientes y necesarios para que ingresara en la modernidad.
Sin dudas, la referencia matricial de Misa por la Santiaguera está en el personaje de la santiaguera creado por Carlos Felipe y que es precisamente el que desata el final advertido de Yarini, y se queda el barrio de San Isidro y La Habana toda sin el proxeneta más lujoso de entonces.
Misa por la Santiaguera no es una versión de Réquiem por Yarini, sino una voluble inspiración de Vital Teatro donde aparece una serie de mujeres desesperadas por un hombre que no sabemos quién es, pero nada que ver con Yarini.
En Misa por la santiaguera se clama por un hombre que vence a hembras sin el talante, la magia, ni la “sandunguería” de la Santiaguera que rindió al mortal dios de los prostíbulos habaneros de inicios del siglo XX.
El texto lo conforman cinco o seis monólogos donde se manifiestan situaciones de diálogo que jamás se producen, como es de esperarse, ya que se trata de monólogos; entonces, se entorpece la peformatividad del discurso escénico de las santiagueras porque desde el mismo texto a enunciar no hay soporte dramatúrgico.
Por otra parte, actoralmente no hay capacidad para solventar la inmanente debilidad teatral de la obra en sí misma. Cuando hablo de situaciones de diálogos me refiero simplemente a que las actrices, sin excepción, pretenden establecer una perorata imaginaria con el macho que quieren hacer de cuerpo presenta; a ese macho se están refiriendo todo el tiempo, lo que produce una circunstancia dramática que, aunque válida en un monólogo, en este caso, por su reiteración, es absolutamente improcedente desde el mismo accionar performático de las actrices.
Misa por la santiaguera es dramatúrgicamente una puesta en escena sin progreso. Luego de la segunda actriz que entra a escena ya sabemos que la que está por aparecer –que además no conocemos cuántas son– hará lo mismo y dirá lo mismo y tratará de ser más hembra rica o más seductora que la anterior.
La Santiaguera a la que se le ofrece una misa en esta representación “es” cinco o seis mujeres –la indefinición numérica reitero que es debido a la ausencia de un programa de mano– pendientes de un hombre, enamoradas de un hombre, acosadas por el deseo de un hombre que las trajina, abandonadas por un hombre, preocupadas por complacer al hombre.
El hombre todopoderoso, “machísimo”, “remacho remachado” y enaltecido por la mujer que bien andado el siglo XXI se rinde ante el hombre que despliega su hombría para cubrirla a ella, solo hembra y nada más que hembra. Y esa mujer-hembra es la Santiaguera de Vital Teatro en cinco o seis variaciones sobre un mismo tema; nada que ver con La Santiaguera –pongo el artículo en alta– que en el momento adecuado para sobrepasar los poderes sobrenaturales y desatar la tragedia hace que Yarini, el condenado a no mirar para atrás, mire y se le acabe de un viaje todo el encanto de la vida.