“Coffee Time” bien merece segundas partes
Por Diana Iglesias Aguilar
Coffee Time, espectáculo para ejercicio de graduación de la especialidad de actuación de estudiantes de la Filial Santiago de Cuba de la Universidad de las Artes (ISA), se presentó en función única en la sala teatro José Joaquín Palma de Bayamo, el sábado 8 de octubre, aunque bien pudiera repetirse.
Todo ocurre en una beca, un día cualquiera, donde los estudiantes tienen que preparar un monólogo para el profesor y otros, simplemente, socializan con sus compañeros de estudio de las alegrías o experiencias del día, aquello que es más íntimo y se comparte solo, o mejor, con quiénes se batalla en iguales circunstancias, subrayando como principios la amistad, la empatía y la solidaridad.
El café como recurso terapéutico ha calado en profundidad en la cultura tradicional cubana, se emplea, además, como recurso dramatúrgico de cierre, alivio y enlace entre una historia y otra, sirve de telonero y entreactos, se bebe café entre amigos, como algo vital y por eso merece el ritual: nombrar el espectáculo.
Ellos: Dailin Anaya Blanco, Claudia González Martí, Junior Vergara Mujica, Ruslán Domínguez de la Torre, Rainer Rodríguez Villar, Mario Peralta Tamayo, tutorados por el profesor Karel Cruz Reyes, eternos cafetómanos, se forman como actores, aunque se «mueran de hambre» como dicen los que no saben, que esta profesión, como otra cualquiera lleva esfuerzos, estudios, desvelos, investigación y que el arte salva, como la medicina.
Cada actor-estudiante preparó el discurso desde su perspectiva personal convirtiendo los monólogos en diálogos participativos que enriquecen con acciones como un juego de fútbol, la música, las tertulias, las coreografías y diversos movimientos escénicos calculados, bien pensados que imprimen dinamismo y esconden impresiones y temores de la primera función.
Así encarnan a un presentador, a una doctora, una mujer feliz, un influencer, a Hamlet y a un propio actor. Historias de vida que reflejan a miles de seres humanos, de amor, desamor, miedos a la muerte, incertidumbre por lo que se vive y se hace, el mundo virtual en redes sociales enajenante y adictivo, y la crítica despiadada a ciertas profesiones como las artísticas, que aún no se les da todo el reconocimiento social.
El espectáculo está sazonado con canto, baile, música en vivo, coreografías, audiovisuales, acrobacias, comicidad y dramatismo. Si bien no todas las defensas personales estuvieron a la misma altura en materia actoral, y ahí están los años de fogueo previo en escenarios y sobre todo, lo creo firmemente, el texto seleccionado y su identificación personal; como conjunto prevalece un producto fresco, valioso en contenido y novedoso en la forma que se acerca desde varias aristas sociales, psicológicas y artísticas al público en su diversidad etaria.
Coffee Time significa muchas primeras veces y un inmenso reto: el de graduarse con el grupo que han transitado los estudios universitarios con una obra original soñada y construida con sus propias manos, arropada al calor paternal (no por eso menos severo) de Teatro Andante y el apoyo de los Consejos Provinciales de Artes Escénicas en Granma y Camagüey.
Porque se parece a la vida, no solo de los actores, sino también a la de los que van en su busca, Coffee Time bien merece segundas partes.
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